El Real Madrid se vuelve a topar con el maleficio de Riazor
El Real Madrid comenzó la defensa del título de Liga con una derrota frente al Deportivo de la Coruña (2-1) que contribuye a ampliar aún más la maldición de los blancos en Riazor, donde no cosechan una victoria desde hace 18 años, y que airea un poco más las limitaciones de un equipo muy dependiente de la inspiración de sus hombres clave.
El orden y la concentración fueron las armas de un cuadro deportivista que apenas se vio sometido a dificultades defensivas y que gracias a dos cabezazos consigue llevarse los tres primeros puntos de un curso que comienza dando la buena imagen con la que lo cerró.
Tras la vuelta de la Supercopa, donde los blancos sacaron a relucir su épica para acabar levantando el primer trofeo de la temporada, y tras un plácido Santiago Bernabéu, en que lo más positivo fue la facilidad goleadora de Higuaín, el Madrid iniciaba su andadura en la competición doméstica con todos los focos puestos todavía en el mercado de fichajes.
Con el asunto Robinho, al que no hay quien le haga desistir en su idea de volar rumbo a Londres, en boca de todos y con las negativas de Cristiano Ronaldo, Cazorla o Villa todavía muy recientes, como decía ayer el propio Schuster, en la semana previa al debut “se ha hablado de todo menos fútbol”.
Y en esas, llegó el primer partido del nuevo curso liguero, una campaña en la que el Real Madrid busca demostrar que a la entrega y lucha, señas de identidad inequívocas en este equipo durante las dos últimas temporadas, es capaz de añadir, además, buen juego.
Eso no lo logró. Dominó y dominó, pero demostró que no siempre tener el balón es sinónimo de crear ocasiones. Sin el lesionado Sneijder y con la ausencia por sanción de la única novedad estival del equipo, Rafael Van der Vart, el once de Schsuter fue un calco de épocas pasadas. Sólo Higuaín, que ganó la partida a Gago, destacó en una alineación titular que al recitarla siempre acaba con Raúl y Van Nistelrooy.
NUEVA TEMPORADA Y VIEJAS VIRTUDES Y DEFECTOS
Así y como era de esperar, mismos hombres y mismas virtudes y carencias. Buena actitud, facilidad para manejar el partido y una pegada brutal se equilibraban con una dependencia absoluta de la inspiración de Guti, problemas para crear ocasiones claras y una defensa poco fiable cuando el balón viene caído del cielo.
Además, a sus defectos habituales, se añadió , y de manera sorprendente, una inseguridad llamativa en el que nunca falla: Casillas. Entre él y la defensa, con Pepe y Heinze como centrales, facilitaron mucho los dos tantos deportivistas, anotados por Mista y Lopo, ambos de cabeza.
Enfrente, un conjunto de Lotina con las 'meigas' a favor, pero también con cosas muy bien hechas: orden, sobriedad defensiva y un puñal por la izquierda que se llama Guardado. Así, pese a ser muy inferior en la posesión del esférico, el 'Depor', que desde el primer minuto sacó las pinturas de guerra con un remate al larguero de Mista, gozó de las mejores ocasiones.
El Real Madrid no creaba peligro y el experimento de la Supercopa de Robben en la derecha, que volvió loco en el Bernabéu a Moretti, no funcionó como aquel día. El holandés estuvo activo e impreciso durante la primera mitad y desaparecido durante la segunda. Aún así, fue lo más peligroso de un equipo que tuvo en sus botas la mejor ocasión.
Sólo Van Nistelrooy nada más iniciarse la segunda parte, que aprovechó un pase con rebote incluído de Raúl para establecer la igualada momentánea, puso algo de equilibrio en un choque con claro sabor gallego y con conclusiones preocupantes para los merengues.
Finalmente, ni Higuaín, que desde una posición tan retrasada deja muy claras sus limitaciones, ni De la Red y Drenthe, que acudieron al rescate en los últimos minutos, pudieron acabar con el ya más que preocupante maleficio de los blancos en Riazor.
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