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Henríquez de Luna deja el PP: el último escudero de Aguirre que trató sin éxito de coger su testigo “no da el perfil”

Íñigo Henríquez de Luna junto a Esperanza Aguirre, en una rueda de prensa.

Marcos Pinheiro

En la última etapa política de Esperanza Aguirre, en casi cada foto que le hacían aparecía también Íñigo Henríquez de Luna. La presidenta comparecía con él en las ruedas de prensa y era habitual ver al entonces número dos del PP en el Ayuntamiento susurrar respuestas a la portavoz. Era el que manejaba el día a día del grupo municipal mientras su jefa se dedicaba a ser la cara visible de la oposición a Manuela Carmena. Cuando la corrupción acabó con la carrera política de Aguirre, su escudero trató de recoger el testigo. Sin éxito.

Este lunes, Henríquez de Luna ha comunicado su baja del PP en un tuit en el que ha cargado duramente contra el partido. Afirma que le han comunicado que no da el “perfil del nuevo PP”, es decir, que no va a ir en las listas del partido para las elecciones municipales del 26 de mayo. “Por respeto a los madrileños, coherencia y dignidad he decidido dejar mi acta de concejal y darme de baja. Renuncio a unas siglas donde no me quieren, pero no a mis principios”, ha escrito.

Llevaba tiempo apartado de la primera línea de la política después de pelear –y perder– contra José Luis Martínez Almeida por suceder a Aguirre como portavoz municipal. Martínez Almeida encabeza ahora la lista del PP en el Ayuntamiento de Madrid en la que Henríquez de Luna no ha tenido hueco. El puesto de número dos que tuvo en 2015 será para Andrea Levy.

En conversación con eldiario.es, Henríquez de Luna recuerda que ya le planteó a Martínez Almeida si iba a contar con él: “Cuando fue elegido portavoz bajo la sombra de Cifuentes, que evidentemente no me quería, al día siguiente hablé con el, le dije 'si no cuentas conmigo yo me voy'”. Se lo volvió a plantear cuando fue designado candidato. La respuesta siempre fue, dijo, que iba a contar con él, hasta que el pasado viernes le contó que las cosas estaban “muy difíciles” y que en el partido no contaban con él: “Tengo mi núcleo duro y no estás en él, te habría salvado pero si en el partido no te respaldan...”, afirma que le dijo el candidato.

No ha hablado con Casado, ni el viernes ni este lunes. “El viernes hablé con su entorno, y silencio. Después de pasar un fin de semana duro y difícil con mi familia, he tomado la decisión de que donde no me quieren, no estoy”. Ha dejado ya su acta de concejal -“¿Para qué voy a estar dos meses cobrando de todos los madrileños?”- y sus planes de futuro no van más allá de las vacaciones de semana santa: “Voy a ir a las procesiones de Sigüenza y no a las de Madrid, como hasta ahora”.

La carrera que cierra ha estado siempre ligada al Ayuntamiento de la capital, salvo una legislatura que pasó en la Asamblea de Madrid. Se unió primero a Alianza Popular y luego al PP, animado por sus padres –“Yo estoy el Partido Popular por ellos”, ha dicho esta mañana en una entrevista en Telemadrid–, y tras pasar por varios puestos técnicos, juró por primera vez como concejal del consistorio en el año 2000.

En esa primera década que pasó como concejal le salpicó el único caso de corrupción al que ha estado vinculado y que quedó en nada, un expediente casi milagroso para alguien que ha integrado la nómina de colaboradores más estrechos de Aguirre. Henríquez de Luna fue acusado de prevaricación por irregularidades en unas licencias para un local en el caso Becara, una derivada de la trama Guateque. El juez le libró de toda sospecha el mismo día que recogía su acta como concejal de la Asamblea de Madrid.

Ejerció como portavoz de Aguirre en esa cámara desde 2011 hasta 2015, en la época en la que el PP acumuló mayor poder institucional y cuando en la región se extendían los tentáculos de la trama Púnica. No pasó desapercibido durante esa legislatura. Fue el impulsor de que los sueldos de los diputados se hicieran públicos –él era el portavoz mejor pagado– y propuso un polémico cambio en la ley electoral madrileña para que hubiese muchos menos diputados y no todos con remuneración. Integraba el círculo de confianza de Aguirre pero, por entonces, los más cercanos a ella eran Francisco Granados e Ignacio González.

En 2012 Aguirre se distanció de la política a tiempo para esquivar los primeros casos de corrupción y volvió tres años más tarde como gran esperanza del PP para tratar de revalidar una mayoría en el Ayuntamiento de Madrid que peligraba tras el paso de Ana Botella. Recuperó a su portavoz en la Asamblea para dirigir una campaña electoral que fracasó: el PP perdió casi 200.000 votos y 10 concejales, y aunque ganó las elecciones, vio cómo el acuerdo entre Ahora Madrid y PSOE desalojaba al PP del consistorio de la capital después de 24 años al frente.

Como número dos del PP en la oposición Henríquez de Luna se convirtió en el escudero de Aguirre en su batalla sin cuartel contra Manuela Carmena. La lideresa comparecía tras las reuniones del grupo municipal con él al lado: ella se ocupaba de dejar las grandes frases contra Ahora Madrid que recogían todos los medios y cuando llegaban las preguntas concretas sobre la posición del partido en ciertos temas municipales, recurría a su mano derecha.

La situación cambió cuando Esperanza Aguirre presentó tu tercera y definitiva dimisión tras la detención de su sucesor en la presidencia de la Comunidad, Ignacio González. Se abrió entonces una pugna en el grupo municipal por tomar el testigo de la lideresa. En medio de la batalla que ya se aventuraba por el control del PP de Madrid, la disputa entre Henríquez de Luna y Martínez Almeida se planteó como un enfrentamiento entre las dos facciones del partido: el primero era aguirrista mientras que el segundo era el preferido de Cristina Cifuentes. Ganó el ahora candidato por dos votos cuando Cifuentes todavía manejaba las riendas del PP autonómico.

Henríquez de Luna se retiró entonces a un discreto segundo plano. Tras la caída del Gobierno de Mariano Rajoy apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría aunque pidió “una candidatura de integración” y prometió ser “leal” a quien finalmente se hiciera con las riendas del partido. El nuevo presidente resultó ser Pablo Casado –con el que se alineó Martínez Almeida–, y a quien este martes Henríquez de Luna ha afeado la manera en que se ha prescindido de él para las listas: “El presidente de mi partido podía haberme llamado mucho antes o al menos haber contestado a mi llamada”.

Con la retirada de Henríquez de Luna el PP de Madrid pierde a uno de sus “versos sueltos”, un apelativo que en el resto de partidos se aplica a quien se separa claramente de la línea oficial, pero que en la férrea disciplina de los populares vale para quien se mueve un centímetro en la foto. En su caso está justificado: ha cargado contra la dirección del partido cuando pasaba por encima de la democracia interna que él había impulsado y contra la regional cuando Cristina Cifuentes enarboló la bandera de la renovación: “Eso no es así. Cristina Cifuentes lleva toda la vida en el Partido Popular”.

Se despide, además, sin sombra de sospecha en su hoja de servicio en un PP de Madrid que ha acabado carcomido por la corrupción –y que aún no se ha recuperado–. Siempre estuvo rodeado, eso sí, de gente que terminó de protagonista de uno u otro sumario. Quien primero fue a defender su honor cuando salió indemne del caso Guateque fue Lucía Figar, luego imputada en Púnica. Impulsó el cambio de la ley electoral con Juan Soler, ahora inmerso en una causa de corrupción por su labor como alcalde. Sucedió en el puesto de mano derecha de Aguirre a Alberto López Viejo, Francisco Granados e Ignacio González, cuyos nombres han quedado asociados a las tres grandes tramas de corrupción en Madrid: Gürtel, Púnica y Lezo.

Y por supuesto, guardó las espaldas de quien estuvo al frente de la organización durante todo ese tiempo. Aguirre ha salido indemne hasta el momento de todas las investigaciones, pero su nombre resuena cada vez con más fuerza en la Audiencia Nacional, donde hay una pieza dedicada a indagar en las trampas que hizo su partido con las cuentas para ayudar a que ganase las elecciones.

Él es, por tanto, el último escudero de Aguirre y de los pocos que no ha salido “rana”. Los periodistas que han tratado con él durante estos años destacan su buen trato y educación. Quienes se sentaron en la bancada de enfrente también le dedican palabras amables: “Ha sido un hombre leal y coherente. Desesperantemente liberal pero con unas ideas perfectamente ordenadas”, comenta Mar Espinar (PSOE) en conversación con eldiario.es. Añade que “representaba a la derecha con profundidad” pero sin acudir a la “demagogia”. “Nos separaba un mundo en política pero podíamos llegar a acuerdos para hacer un mundo mejor. Con él se va mucha luz en el PP”, concluye.

Su salida del partido ha sido abrupta. Tras su tuit ha dado una entrevista a Telemadrid en la que ha criticado duramente a Casado por no querer hablar con él: “Yo no soy una persona cualquiera, he tenido responsabilidades en el PP y creo que merecía otro trato. Yo no me siento identificado con un partido que trata así a su gente”. También ha sido duro con Martínez Almeida –ha dicho que hace dos meses le aseguró que contaba con él y que ahora le ha dicho que su perfil “no es el que el partido quiere”– y con el actual presidente del PP de Madrid, Pío García-Escudero: “Le llamé y me colgó. Le puse un wasap y no me contestó”.

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