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Las autoridades madrileñas animan las terrazas mientras otras comunidades y países cierran toda la hostelería

Ambiente en una terraza de un establecimiento de Chueca en octubre.

Sofía Pérez Mendoza

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Mientras el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, anunciaba el cierre de la hostelería y de los centros comerciales, el Ayuntamiento de Madrid –gobernado por la misma coalición de partidos, PP y Ciudadanos– presentaba este martes una campaña institucional para animar a los madrileños a acudir “de manera responsable” a las terrazas. “Madrid no es sin esa caña y ese pincho para coincidir con nuestros amigos y familiares”, aseguraba la vicealcaldesa Begoña Villacís en el acto de presentación de “momento terraza, momento responsable”. Cuatro días antes, el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, alentaba a los ciudadanos a acercarse a los bares “en la medida de lo posible” a la vez que el viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero, instaba a salir lo menos posible de casa. La invitación municipal surtió efecto: la restauración ha facturado un 10% más que cualquier otro fin de semana durante el puente, en el que Madrid ha permanecido cerrado perimetralmente.

Estos mensajes se producen en un contexto español y europeo que avanza hacia fuertes restricciones para la hostelería. Y, en el caso más extremo, el cierre completo. Navarra acaba de prolongar durante 14 días más la clausura de la hostelería, Catalunya mantiene los restaurantes cerrados desde mediados de octubre, también Melilla. La última comunidad en sumarse a estas duras medidas para contener la pandemia ha sido Castilla y León. Fuera de las fronteras españolas, República Checa, Países Bajos, Bélgica, Francia e Inglaterra han decidido obligar a echar la persianas a sus bares y restaurantes para poner freno a la segunda ola que ya asola Europa.

En Madrid, mientras, el horario de apertura se ha ampliado una hora por decisión del Gobierno regional que preside Isabel Díaz Ayuso en una situación epidemiológica de meseta con una incidencia que baja pero todavía muy alta: más de 300 casos por cada 100.000 habitantes. “En Catalunya han cerrado todos los bares y los datos no solo están mejorando, sino empeorando”, argumentaba Villacís ante los periodistas tras aclarar que un posible confinamiento domiciliario, como el solicitado por Asturias y que también afectaría a la hostelería, “no está sobre la mesa” en Madrid. La vicealcaldesa, que cortó una cinta para inaugurar la temporada de terrazas antes del verano cuando se empezaron a suavizar las medidas tras el confinamiento, sostiene que la capital depende del sector.

La extensión del horario puesta en marcha hace una semana y media responde a la demanda de los hosteleros, que se quejaban de que el cierre a las 23 horas –sin permitir la admisión a partir de las 22– espantaba las cenas. El aforo, en todo caso, se limita al 50% en interior, al 75% en exterior y el servicio de barra está suspendido.

El Ayuntamiento de Madrid, en línea con el sector de la hostelería, insiste en que los bares y los restaurantes son entornos seguros y está focalizando sus esfuerzos en estirar todo lo posible la temporada de terrazas. “Madrid sin sus terrazas es una ciudad zombie y sin vida. Hagamos lo que sí podemos hacer, vayamos a la terrazas de manera responsable”, proclamaba Silvia Saavedra, tercera teniente de alcalde, en el acto de este martes junto a Villacís y al presidente de Hostelería Madrid, Juan José Blardony. En estos meses el Gobierno municipal ha autorizado a 1.951 establecimientos a sacar mesas y sillas a la calle para desplazar la demanda al exterior, lo que según el consenso científico reduce notablemente la posibilidad de contagiarse, ha dado facilidades para la instalación de estufas, ha permitido aprovechar bandas de aparcamiento para instalar más mesas–en la línea de la estrategia seguida en ciudades como Nueva York– y extenderá la bonificación de la tasa de terrazas y los impuestos a los hosteleros durante todo 2021.

Sin embargo, hileras de terrazas que no respetan el metro y medio entre mesas, consumidores que fuman o que permanecen todo el tiempo sin la mascarilla, cuando la recomendación es solo retirarla en el momento de comer o beber, se han convertido en imágenes habituales en el centro. De eso se quejan algunas asociaciones vecinales, como El Organillo, en Chamberí –especialmente por la situación de la calle Ponzano, una de las calles con más densidad de bares de la capital– o Cavas, en la Latina, otro punto concurrido de la ciudad. Los hosteleros defienden que el “99%” de los establecimientos cumplen las normas. “No dudo que a veces se produzcan incumplimientos, pero a esos que les cierren porque nos perjudican a todos y al sector también. Si hacemos las cosas mal van a cerrarnos”, sostiene Antonio Galán, presidente de la Asociación Madrileña de Empresas de Hostelería (AMER), en conversación con este medio. El Ayuntamiento de Madrid ha dejado de desglosar los datos de multas a estos establecimientos, como ha hecho en los últimos meses, y no ofrece cifras de cuántas han sido intervenidas durante el puente.

“Aunque siga abierta la hostelería, los mensajes deben ir por otro lado”

Los expertos coinciden en que las terrazas son notablemente más seguras que el interior, pero advierten de que siempre hay riesgo y piden a las instituciones regular con cuidado qué mensajes se envían en plena segunda ola. “El mensaje favorable a ir a las terrazas se recibe bien porque la gente está cansada y tiene ganas de compartir pero creo que no hace falta una campaña institucional, como la que ha hecho Madrid, ahora. Aunque siga abierta la hostelería, los mensajes deben ir por otro lado: establecer grupos burbuja, cuidar los contactos estrechos, no quitarse al mascarilla salvo para comer o beber...”, considera Pilar Serrano, secretaria de la Asociación Madrileña de Salud Pública (AMASAP).

Tanto Serrano como el epidemiólogo Pedro Gullón comparten el criterio de que habría que haber cerrado ya el interior de los bares con el nivel de incidencia que hay en la Comunidad de Madrid. “La campaña debía estar acompañada de restringir más el interior y más en una semana de lluvia en la que se puede disparar. No se debería separar una cosa de la otra”, apunta Gullón, que subraya las contradicciones que genera en la población la recomendación general de moverse de casa lo menos posible mientras “todo está abierto”.

Según los últimos datos de Sanidad sobre brotes (tres o más contagios) de COVID-19, en hostelería y restauración se han detectado 295 brotes frente a 2.520 iniciados a raíz de reuniones familiares o de amigos. Esto es un 2,5 % del total de las cadenas de contagios detectadas desde el inicio de la desescalada el 25 de mayo e incluye los brotes también de empleados. Ha habido 2.167 casos de clientes infectados y 1.129 de trabajadores. Del 22 al 29 de octubre, se han registrado 137 contagiados en 24 brotes, el doble de trabajadores que consumidores. Estas son las cifras que esgrime el sector para defender que los bares y restaurantes son seguros. Los expertos en salud pública piden tomar estos datos con cautela porque solo se refieren a cadenas de contagios y ahora la transmisión es comunitaria y un grueso porcentaje de contagios no tienen un origen conocido. “Las estadísticas son muy groseras aún para identificar el entorno de la infección. Solo tenemos información detallada de los brotes”, señala Serrano. “Es muy complicado establecer un vínculo epidemiológico entre varias personas dentro de un bar y analizamos que se está infraestimando”, indica, por su parte, Gullón.

La Asociación Madrileña de Empresas de Hostelería (AMER) se muestra satisfecha con las medidas de apoyo de los gobiernos de Madrid y ve lejos un posible cierre. “Por lo que ha ido pasando hasta ahora no veo a los dirigentes proclives a hacerlo”, afirma. Su presidente, Antonio Galán, duda sobre si los mensajes de alentar a acudir a las terrazas simultáneos a una recomendación de quedarse en casa son contradictorios. “Si cogemos el rábano por las hojas... pero así hay más cosas también”. “Seguimos en la supervivencia”, continúa. “Si empatamos a cero y no tenemos pérdidas, eso ya es un triunfo”.

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