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Bailar en la calle, una tradición perseguida que aspira a ser Bien de Interés Cultural

La romería de los voltios

Peio H. Riaño

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Quieren juntarse a bailar y que la ley no les persiga. Quieren bailar juntos y no acabar multados. Quieren que el baile sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC) Inmaterial por la Comunidad de Madrid y puedan practicarlo sin miedo y en defensa de un patrimonio tradicional que está en peligro de extinción pública. La plataforma Ciudad Bailar, que une baile, arte y pensamiento desde 2018 acaba de iniciar los trámites burocráticos para lograr el reconocimiento, pero sobre todo para abrir la puerta a un debate tabú: ¿por qué está prohibido juntarse en la calle para bailar? Leyes como la de Seguridad Ciudadana y la ordenanza de protección contra la contaminación acústica impiden la reunión de bailes urbanos como el hip-hop, el break-dance o el dancehall, grupos de voguing, colectivos de salsa y swing, promotores de fiestas de música electrónica o comunidades de aprendizaje de bailes regionales.

“El baile en espacios públicos es una tradición madrileña, que está perseguida por la represión legal”, asegura Massimiliano Casu, portavoz de Ciudad Bailar. “¿Por qué juntarse a bailar no tiene el mismo apoyo que el deporte amateur si defiende valores muy similares? ¿Por qué en todos los parques encuentras una mesa de ping-pong o una cancha de baloncesto pero no una pista de baile? A lo mejor las autoridades y la Administración piensan que la música en el espacio público es un motivo de conflicto y las prácticas deportivas no”, se responde con ironía Casu. 

En la solicitud de la declaración, a la que ha tenido acceso este periódico, se expone que juntarse a bailar tiene “una intención de tipo comunicativa en torno a los modos de vida, creencias y valores”. “Responde a la necesidad y el deseo de ciertas personas de crear colectivamente con el movimiento de sus cuerpos una serie de afectos, percepciones, sentimientos e imágenes expresando aquello que no pueden hacer las palabras, no de manera individual”, añade el escrito. Además insisten en el hecho de que las personas que bailan “se afectan mutuamente”, se refuerzan y hasta modifican los valores personales de unos y otros, colectivizando otras formas de ver el mundo, ayudando y colaborando en otros aspectos de sus vidas. También consideran que bailar un tipo de danza implica reivindicar el poder de las clases medias o bajas, de minorías o disidencias o de fórmulas relacionales alternativas a las normativas. 

En estos momentos la lista de Inmateriales que protege la Comunidad de Madrid se limita a 13 bienes -declarados o incoados desde 2010- y entre ellos figuran las fiestas patronales de San Isidro, la fiesta de “la vaquilla” en Fresnedillas de la Oliva, la trashumancia, la Semana Santa, el Carnaval, la cría de caballo de pura raza española, el esparto, el toque manual de campana, la técnica del vidrio soplado o las tapas.

Una acción colectiva

El colectivo que promueve la candidatura del baile como BIC inmaterial monta una actividad de baile en Matadero desde hace años, pero quiere volver al espacio público para generar tejido social en la comunidad en la que actúa. Hablan del fomento de hábitos saludables, pero también del encuentro entre personas que se organizan y se ponen de acuerdo. Hablan de un proyecto de dimensiones colectivas con el que construir comunidades para desplegar cuidados de todo tipo. Hablan de producir y difundir culturas, nuevos y antiguos patrimonios que enriquecen la ciudad. Y, sobre todo, de “abrir laboratorios sociales en los que construir un mundo más igualitario y alegre”. 

Quieren bailar libremente al tiempo que construyen vecindario. Tal y como ha pasado a lo largo del confinamiento, los vecinos y vecinas se han reconocido y ayudado, han entregado la mejor versión de cada uno para ayudar a los demás. “Queremos abrir este debate y diálogo con la Administración para que se activen las políticas públicas que protejan las prácticas del baile y no multen. Queremos más agrupaciones sociales que iniciativas privadas. No se trata de bailar en un recinto cerrado, queremos quedar para bailar juntas”, explica Vanesa Vilora, también portavoz de Bailar Ciudad. “Aunque se practique mucho, el baile en Madrid está en constante peligro, porque juntarse a bailar no es fácil. Requiere mucha organización y cuidado en una ciudad que ha ido reduciendo los espacios donde bailar. En la actualidad, en la ciudad sólo hay una pista pública, en el parque del Casino de la Reina”, añade Vilora.  

Matías Daporta y Begoña Cuquejo investigan sobre los límites del derecho cultural y cómo la burocracia promueve la homogeneización cultural. Estos dos artistas e investigadores culturales son el origen de la reclamación. Denuncian que el Estado español sostiene que la patrimonialización está al margen de la participación ciudadana. “En España no está ocurriendo esto. La ciudadanía es la única que puede proteger el patrimonio inmaterial. Los bienes muebles e inmuebles requieren fondos económicos, pero los bienes inmateriales sólo necesitan personas. Por eso necesitamos que la ciudadanía se empodere y no sea perseguida por ello. Por eso la Unesco propone a la ciudadanía como protagonista de la declaración”, explica Daporta. También recuerda la politización a la que se están sometiendo estos bienes, como hizo el PP con los toros al declararlos en 2015 bien inmaterial. Sostiene que aquello estuvo en contra de la misión que planteaba la Unesco.

Esta movilización no tiene precedentes en el Estado español y nace para romper con la clandestinidad y la invisibilización del baile. Las normativas sanitarias aprobadas durante la pandemia del coronavirus tampoco han ayudado a acabar con el estigma. “Creo que las administraciones ven en el baile un conflicto y, sin embargo, el baile es una forma de gestionarlo”, dice Casu. Ahora abren una recogida de firmas que acompañará a la candidatura presentada. En seis meses la Dirección General de Patrimonio debería dar respuesta y si no, silencio administrativo. Con esta petición también se cuestiona la idea del patrimonio, qué es y cómo ha evolucionado. Por todo esto quieren lograr un cambio de perspectiva en torno a la práctica del baile. 

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