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Concepción Dancausa, el ala más ultra del Gobierno de Ayuso a la que Vox rescató de la reprobación

La consejera de Familia, Juventud y Política social de la Comunidad de Madrid, Concepcion Dancausa.

Fátima Caballero

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Concepción Dancausa (Burgos, 1952) protagonizó hace una semana una de las comparecencias que más ha indignado a la oposición en la Asamblea de Madrid. La consejera de Familia, Juventud y Política Social debía dar cuenta de la Operación Sana, una causa policial y judicial especialmente sensible porque investiga una red de prostitución de menores en la Comunidad de Madrid, y que ha salpicado a la administración que preside Isabel Díaz Ayuso porque cinco de ellas se encuentran bajo la tutela del Gobierno regional. Pero lejos de ser una exposición de lo ocurrido y de dar soluciones para impedir que una situación así vuelva a ocurrir en los centros de menores –como había prometido que iba a hacer–, Dancausa dedicó su intervención más de un mes después de que estallara el caso en los medios de comunicación a lavarse las manos, atacar a la oposición y responsabilizar a la Policía de no proteger a las menores. “Aquí no hay caso”, zanjó pese a reconocer que cinco de estas jóvenes están tuteladas de las cuales tres han entrado en el programa de protección de testigos.

“Lo cierto es que no nos sorprendió, su comparecencia va en la línea de lo que ha sido su trayectoria política y la propia trayectoria de este Gobierno”, dice el diputado de Más Madrid Emilio Delgado. Para la diputada Paloma García Villa, de Unidas Podemos, sí que fue una sorpresa. “Todos conocemos el perfil de hooligan de Dancausa, por sus intervenciones y por lo que deja entrever en su cuenta de Twitter donde es habitual verla retuitear a Macarena Olona [dirigente de Vox], pero pensaba que en este caso sería más inteligente, sobre todo después de pedir que no se hiciera política de un tema tan delicado, algo en lo que estábamos de acuerdo, pero que ella se saltó”, añade García Villa.

Delgado y García Villa se refieren a una trayectoria de más de 25 años en el PP de Madrid y a unas manifestaciones públicas que convierten a Concepción Dancausa –o Concha Dancausa como ella se hace llamar–, próxima a la órbita del Opus Dei, en una de las integrantes más conservadoras del Gobierno de Díaz Ayuso. Solo hay que pasarse por su cuenta de Twitter, como aludía la diputada de Unidas Podemos, para ver que todo lo que comparte proviene de los medios más ultraconservadores, de dirigentes de Vox como Macarena Olona y hasta de Alvise Pérez, un propagador de bulos profesional, del que es firme defensora. Es habitual verla retuitear mensajes que vinculan a los inmigrantes con la delincuencia o que se burlan del lenguaje inclusivo, cuestiones que ahora gestiona.

Este jueves durante el Pleno regional, Dancausa se libraba de una reprobación presentada por Más Madrid que ha apoyado toda la izquierda y que decaía gracias a Vox. La formación de extrema derecha se ha abstenido de la propuesta y Dancausa se libra así de su primer examen como consejera desde que asumiera las competencias del área de políticas sociales del Gobierno regional, la que debe velar por las personas más vulnerables. “Usted no puede ocupar más ese cargo”, le han dicho desde las formaciones de izquierdas.

Una cesión a Vox

El nombramiento de Dancausa se interpretó con la remodelación del Gobierno regional tras las elecciones del 4 de mayo como una concesión de Ayuso a Vox –y también una forma de frenar al partido de ultraderecha– en una de las consejerías con más peso ideológico del Ejecutivo junto con Educación. Bajo su departamento recaen las competencias de igualdad, derechos LGTBI y menores migrantes, a los que los de Santiago Abascal han puesto en la diana con un claro discurso de odio. Será la encargada de defender las dos reformas de las leyes LGTBI y género que el Gobierno de Ayuso se ha comprometido a modificar con Vox, aunque de momento quién las está negociando con los de Abascal está siendo Enrique López, consejero de Presidencia y Justicia.

“El perfil de Dancausa se nota en la consejería, el cambio en la nomenclatura no es casualidad y hemos pasado de tener a un consejero que era considerado progresista [en referencia a Alberto Reyero] a una consejera con un currículum muy conservador”, lamenta Delgado. El diputado de Más Madrid, quien registró la reprobación contra Dancausa, se refiere al cambio de nombre de la Consejería tras su llegada en junio. El departamento que con Reyero tuvo el nombre de “Familias”, para incluir a todos los modelos que se dan hoy en día en la sociedad, ha pasado a llamarse ahora solo “Familia”, en un gesto que la oposición ha atribuido a una manera de volver dejar fuera a todo lo que no sea el concepto de familia tradicional.

A Dancausa, la ideología ultraconservadora le viene de cuna: es una de las siete hijas de Fernando Dancausa de Miguel, un conocido falangista que fue alcalde franquista de Burgos entre 1965 y 1973, procurador en las Cortes de la dictadura y fundador de la Fundación Francisco Franco. Sus vínculos con el PP le vienen de ahí, pero también de su carrera de derecho en la Complutense de Madrid donde quienes la conocen aseguran que hizo amistad con Ana Botella. De esa estrecha relación se explica mucha de su trayectoria en política.

Antes de llegar hasta su actual cargo en el Gobierno de Ayuso, la actual consejera de Política Social lo ha sido (casi) todo en la política madrileña, donde ha ocupado todo tipo de cargos públicos bajo los sucesivos gobiernos populares durante casi 30 años. Su primer cargo en el PP se lo dio José María Aznar en 1996, cuando el expresidente del Gobierno la nombró directora general del Instituto de la Mujer. Y ya en las siguientes elecciones, las del 2000, concurrió en las listas y fue diputada nacional, aunque abandonó el escaño al poco tiempo para ser nombrada secretaria general de Asuntos Sociales.

La presidenta de la Asamblea en el 'tamayazo'

Su salto a la política madrileña se produce pocos años después de la mano de Esperanza Aguirre. La expresidenta de la Comunidad de Madrid la metió en las listas a la Asamblea de Madrid de 2003, las elecciones del tamayazo, y aquel acuerdo del PP con dos diputados tránsfugas socialistas para impedir el Gobierno de Rafael Simancas, llevó a Dancausa a convertirse en presidenta de la Asamblea de Madrid. “Concha, prepárate un discurso que vas a ser la nueva presidenta”, cuenta una crónica de El País que le dijo aquel polémico día un compañero de partido. Dancausa cogió un folio en blanco y se puso inmediatamente a improvisar una intervención del que sería uno de los episodios más escandalosos de la política madrileña.

Dancausa ocupó el cargo de presidenta de la Asamblea de Madrid hasta 2007, cuando fue nombrada concejala de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Madrid por Alberto Ruiz-Gallardón, entonces alcalde de la capital. Ya en 2011, con la llegada de su amiga Ana Botella a la Alcaldía tras la dimisión de Gallardón para convertirse en ministro de Justicia, Dancausa fue nombrada teniente de alcalde y delegada de Hacienda.

Por este último cargo, la actual consejera regional fue condenada por el Tribunal de Cuentas junto a Ana Botella y otros seis cargos de aquel Gobierno municipal por la venta de 1.806 viviendas sociales a fondos buitre en el Ayuntamiento de Madrid en 2013. Todos los condenados tenían que responder solidariamente por un perjuicio contable de más de 25,7 millones de euros ocasionados a las arcas municipales en esa operación inmobiliaria. Pero recurrieron y el mismo Tribunal de Cuentas en segunda instancia absolvió a los ocho condenados. Los dos votos a favor de revocar la sentencia los emitieron dos consejeros propuestos por el PP: la exministra del Gobierno de Aznar Margarita Mariscal de Gante y José Manuel Suárez Robledano.

La peor pesadilla de Manuela Carmena

Poco antes de las elecciones en las que Manuela Carmena se convirtió casi por sorpresa en alcaldesa de Madrid, tras dos décadas de gobiernos del PP, Mariano Rajoy nombró a Concepción Dancausa delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid. Carmena aún no lo sabía, pero la actual consejera regional se convertiría en su peor pesadilla durante tres de sus cuatro años al frente de la Alcaldía.

Es habitual escuchar a Ayuso quejarse de que los dos delegados del Gobierno nombrados por Pedro Sánchez en Madrid, José Manuel Franco antes y ahora Mercedes González, trabajan más para el presidente que para los madrileños. Pero si hubo una época en la que eso fue así, fue cuando Dancausa fue delegada de Gobierno con Rajoy. La burgalesa dedicó su mandato a llevar a cabo toda la ofensiva del exministro de Hacienda Cristóbal Montoro contra el Ejecutivo de Ahora Madrid a cuenta de la regla de gasto, pese a que Madrid cerraba cada año sus cuentas con superávit y reducía deuda a pasos agigantados. No dio tregua y llevó toda su ofensiva ante la justicia.

Fue la Delegación de Gobierno con Dancausa al frente, la que presentó el recurso en los tribunales a instancias de Hacienda para paralizar 577 proyectos de asfaltado de calles, compra de autobuses limpios o de reparación de colegios y centros de mayores. El TSJM paralizó cautelarmente los proyectos y Carmena terminó pactando con Montoro y cesando a su entonces concejal de Economía y Hacienda, Carlos Sánchez Mato.

Con la moción de censura contra Mariano Rajoy que llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa en mayo de 2018, Dancausa se quedó por primera vez sin cargo público. Pero su corta retirada se subsanaría pronto. En esta vez la rescataba Isabel Díaz Ayuso que para su primer Gobierno en 2019 la situó al frente de Viceconsejería de Vivienda, con David Pérez de consejero, un nombramiento que indignó a la oposición tras su condena previa por vender pisos sociales a fondos buitre cuando era concejala de Hacienda del Ayuntamiento de Madrid.

Ahora, Dancausa ha vuelto a la primera línea de la política con la Consejería de Política Social, la que atiende a las personas más vulnerables de la región y la cuarta con más presupuesto después de Sanidad, Educación y Transportes. Se ha librado de la primera reprobación, pero la Operación Sana y cómo proteger a las menores será el examen más difícil al que va a enfrentarse desde que fuera nombrada y la izquierda considera que lo ha hecho con un claro suspenso.

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