Los médicos de Madrid tratan de hacer huelga con unos servicios mínimos del 100%: “Son abusivos”
El arranque de la huelga de los médicos hospitalarios madrileños hubo de lidiar hoy martes con que gran parte de los convocados al paro no podían dejar de trabajar, visto que los servicios mínimos fijados por la Consejería de Sanidad iban del 50% en las consultas, al 100% de algunas especialidades. Esta circunstancia estaba en boca de la mayoría de los asistentes a la concentración celebrada a partir de las 9.00 horas en la puerta del Hospital 12 de octubre. “Son unos mínimos totalmente abusivos”, explicaba al arranque Rodrigo Alonso, especialista en trasplantes pulmonares, 13 años con contratos eventuales, ocho de ellos en un puesto estructural.
“Si podíamos aspirar al 30% o el 40% del personal parado, en la práctica va a ser menos del 10%”, señalaba Alonso. Los presentes insistían en que no quieren perjudicar a los pacientes, pero que la huelga es “la última bala” para obligar a la Comunidad de Madrid a negociar. Es necesario, defienden, que la convocatoria de plazas para poner fin a la excesiva temporalidad del personal, superior al 50%, según los convocantes, se haga por el sistema de concurso, de forma que se respeten los méritos acumulados por doctores que llevan hasta 20 años encadenando contratos. “No han hecho caso a reuniones, buenas palabras ni demandas individuales”, añade Alonso. Ante el 12 de octubre se concentraron unos 200 médicos, en un acto que duró apenas media hora y en el que se amagó con un corte de la vía pública, de apenas unos cinco minutos, a la altura de la rotonda de acceso.
Estaba entre los participantes en el acto Antonio Lalueza, que lleva 16 años en medicina interna y se ha especializado en el tratamiento de tromboembolismos pulmonares. O Ana Hernández, con cuatro años dedicados a la neumología de ventilación mecánica, trascendental en la primera etapa del COVID. Esta hiperespecialización es uno de los principales argumentos de los médicos para la huelga. Tras años de estudio y práctica, una oposición como la que propone la Comunidad de Madrid, de examen libre, supondría el desmantelamiento de equipos experimentados que tendrían que empezar casi de cero.
Lo dicen también médicos con plaza que participan en el paro, como Rosa Calero, de Radiología. “Tengo mucha desazón; se lo han montado para que [la huelga] sea un fracaso total”, expresa. Los médicos terminan el breve paseo en la entrada del hotel, desde donde aplauden y gritan: “Basta ya de tanta temporalidad” y “escucha, Madrid, ahora hay que aplaudir”, en referencia a las ovaciones vecinales vespertinas durante el confinamiento por el coronavirus. Varios de los que no tienen que volver al trabajo acuden al término a Vallecas, donde una manifestación de en torno a un millar de médicos, según uno que asistió, desfiló, desde el estadio del Rayo hasta la Asamblea de Madrid, para reclamar al gobierno que se siente a negociar.
Más servicios mínimos que trabajadores en plantilla
En las consultas es donde hay más margen para seguir el paro, porque aquí los servicios mínimos fijados fueron inferiores, de en torno al 50%. Esto supone algo más de ajetreo en la planta baja del Hospital Gregorio Marañón, donde una doctora con una pegatina que indica “facultativo en huelga”, apunta que en su servicio están trabajando “12 de 17” y por ello andan “un poco apurados”. Un par de plantas más arriba, la doctora Cristina Rey, cirujana y directora del consejo asesor de la Asociación Europea de Cirugía Traumatológica y de Urgencias (ESTES, por sus siglas en inglés), 13 años entre eventual e interina en el ‘Gregorio’, reconoce que es complicado cuadrar el derecho a la huelga con la atención sanitaria. Aduce que la propia precariedad de los servicios, ya con plantillas por debajo de lo necesario, provoca que los mínimos sean tan altos. “Es complicado ir a más, porque las plantillas ya están por debajo de lo que podrían ser”. Esta mañana, su servicio solo ha suspendido un quirófano. Pero, aunque ella no pueda plantarse, por orden administrativa, apoya la huelga decididamente. “¿Qué hago? ¿Me pido seis meses de vacaciones para estudiar?”, se pregunta, ante la eventualidad de un examen. Con Elena, enfermera que hace de guía por la planta, bromea sobre el absurdo de que el servicio de cirugía cardíaca, con ocho médicos, recibiese la orden de que debían presentarse en sus puestos 10 facultativos.
Por todo lo anterior, no da la impresión, ni en el 12 de Octubre ni en el Gregorio Marañón, de que la mañana de huelga se esté notando en exceso, o al menos no mucho más que en una jornada laboral habitual de un centro sanitario con plantilla escasa. Dos celadores que fuman un pitillo en un descanso a las puertas del segundo centro aseguran que ni se habían enterado. Tampoco uno de los médicos jubilados con brazalete de “voluntario”, que guían a pacientes de una a otra planta y no tenía idea ni de la huelga ni de los motivos.
En el Hospital de La Princesa, el servicio de cirugía general tiene a 5 de 7 adjuntos trabajando. Son también cinco los que llevan décadas con contratos temporales o interinidades, explica Elena, cirujana que prefiere no decir su apellido porque los jefes no gustan de que los subalternos se signifiquen. “Tiran de nosotros por la vocación. Nos hemos metido a hacer unidades especializadas y másteres para sacar cosas adelante. Esto es una faena. No es que queramos librarnos del examen, ¡si llevamos toda la vida estudiando!”, protesta.
En la planta baja, la cirujana María Emma Torres, delegada del sindicato Amyts, convocante del paro, recaba datos de seguimiento de unas compañeras en un pasillo. No está del todo satisfecha con lo que le dicen. “En algunos servicios solo ayudan a medias”, dice. Algunos médicos con plaza fija y jefes de servicio no se han sumado a la causa, cuenta. “Creemos que ningún sanitario es partidario [de la convocatoria actual], pero no queremos que pague el pato el paciente”, apunta. “Si es que yo [en general] soy antihuelga, porque además lo que no hagamos ahora lo tendremos que hacer después”, añade. Pero la situación ha llegado a un punto –ella lleva 20 años y tampoco es fija– en que no ve otra alternativa. Tampoco prevé un paro largo. “Si todos colaboramos, en tres días el servicio está saturado”, calcula.
Quizás entonces, la Consejería de Sanidad, que alegaba que la consolidación de plazas por concurso es legalmente inviable, se avenga a negociar. Por el momento, este martes se ha reunido con la Mesa de Sectorial de Sanidad, donde están presentes cinco sindicatos, pero que no es el comité de huelga ni quien ha convocado el paro, para ofrecer la consolidación de 9.577 plazas de todo el Servicio Madrileño de Salud. De esas, solo 1.212 plazas son para médicos hospitalarios, los que están en huelga y que consideran esta oferta “insuficiente”.
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