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Ocho minutos de petardos: la mascletà madrileña tiñe de marrón el cielo a la orilla del río

Varias personas observan el humo de la mascletá de Madrid.

Víctor Honorato

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Los niveles de polución de Pekín —18 millones de habitantes, tirando por lo bajo—llevaron al gobierno local a tomar medidas drásticas a finales de la década pasada: se prohibió tirar petardos para celebrar el año nuevo. La medida resultó algo polémica en el país considerado inventor de las tracas, pero el descontento popular tiene tasadas vías de expresión en China. Los vecinos, aun a regañadientes, cumplieron la orden. Más o menos en la misma latitud, pero a miles de kilómetros, en otra ciudad con recuperadas ambiciones metropolitanas, los vientos soplan en sentido contrario. La pólvora se ha olido en el ambiente a la vera del río en Madrid en una mañana primaveral que debería ser de invierno.

De un oriente más próximo, el valenciano, le vino la idea al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, de importar el petardeo festivo. Una mascletá como guiño a la comunidad de ciudades gobernadas por el PP, o bien como enésimo intento de demostración de que Madrid es España dentro de España, según expresión popularizada por la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso. La medida, estridente por naturaleza, también ha resultado molesta en determinadas capas de la población. Como el descontento popular tiene múltiples vías de expresión en España, los vecinos han bufado, ridiculizado y hasta tratado de impedir judicialmente el episodio explosivo. Todo ha resultado tan infructuoso como en Pekín para torcer la voluntad del partido dirigente. Ha habido mascletá: ocho minutos de estruendo explosivo y nubes marrones. El alcalde, artífice del artificio, no ha acudido finalmente. Decidió ausentarse por motivos luctuosos, según explicó en la recepción previa al acto, tras la muerte de dos personas en un incendio en una residencia de mayores del barrio de Aravaca.

Manifestantes contra la “pirotecnia asesina”

Sí estuvieron presentes el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, y la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, que había tachado de “catetos” a los opositores a la mascletá. Almeida había prometido que haría esta mascletá en Madrid si el PP ganaba las elecciones en València. Una hora y media antes del petardazo inicial, decenas de personas protestaban por la operación, que ha costado al Ayuntamiento de Madrid casi 46.000 euros, cinco veces más de lo que se ha pagado en Valencia por fastos similares. “No a la mascletá” y “pirotécnica asesina”, gritaban en las proximidades del Puente del Rey, que da acceso a la Casa de Campo, en la orilla de enfrente de donde estaban los petardos. 

La protesta no tuvo mayores consecuencias, más allá de constatar la imposibilidad de acuerdo entre los miembros de la asociación de vecinos de Manzanares – Casa de Campo y la ONG ecologista SEO Birdlife con el grupo oficial de Facebook ‘El arte de la pirotecnia’, que se dedicaron improperios mutuos durante unos minutos. Un hombre intentaba rebajar la tensión. Es verdad que el renaturalizado río Manzanares, donde las aves han regresado en los últimos años, no es técnicamente el lugar idóneo para este tipo de estridencias, pero tampoco hay que exagerar, en su opinión. “Si fuera todos los días, vale. Pero un día…”, razonaba. 

Valencianos entregados y domingueros sorprendidos

Entre quienes se acercaron a presenciar el espectáculo había una mezcla de corredores y ciclistas sorprendidos en medio de su rutina dominguera, vecinos paseantes del mediodía y visitantes valencianos, algunos de los cuales se habían acercado ex profeso a Madrid para contemplar el asunto. “Para un valenciano es un orgullo”, decían los miembros de la falla Padre Santonja/Cardenal Benlloch, ataviados todos con abrigo polar naranja, apostados en primera fila. 

Los espacios para presenciar el espectáculo estaban separados por vallas, de forma que había una cierta sensación de cerco entre los asistentes. El público, por un lado, las autoridades por otro, los periodistas, con amplia presencia levantina, también en su espacio. “Se nota, se siente, Valencia está presente”, coreaban algunos entusiastas, mientras por los altavoces sonaban canciones que expresaban la comunión cultural entre Madrid y Valencia, según la interpretación del Partido Popular; esto es, chotis, Nino Bravo y Camilo Sesto. “A disfrutar de la musiquita”, había animado previamente un maestro de ceremonias.

Llegó la fallera mayor con las autoridades y dio permiso para prender la mecha a las 13.00 horas en punto. Ardieron los más de 300 kilos de pólvora, en forma de fuegos artificiales con los colores de las banderas de España y la Comunitat Valenciana y las tradicionales tracas. El petardeo duró ocho minutos, durante los que el cielo se tiñó de marrón, los oídos temblaron y las narices picaron. Al cabo, hubo tiempo para fotos entre falleras, autoridades y adláteres. Los visitantes se fueron dispersando paulatinamente, pues ya era hora de ir a comer.

Más Madrid y Pacma denuncian que la mascletà ha matado animales

La portavoz de Más Madrid en la Asamblea de Madrid, Manuela Bergerot, ha denunciado que la mascletà “ha matado animales” en alusión a la imagen captada por un concejal de esta formación de un pato fallecido en la zona.

También el partido animalista Pacma ha denunciado en sus redes sociales las consecuencias del acto. “Un vecino manda las fotos de este animal muerto en la zona. Seguramente habrá más. @AlmeidaPP es vergonzoso”, han escrito en la red social X.

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