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Guía para mejorar tu inteligencia emocional

Imagen de mohamed Hassan en Pixabay

Mónica Manrique

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Desde Instagram (@mi.psicologa) me preguntan: “He oído mucho hablar de inteligencia emocional pero no sé muy bien qué es. Me gustaría que me lo aclararas y sobre todo qué puedo hacer para mejorarla”.

Mi psicóloga – Mónica Manrique

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“La inteligencia emocional no es lo contrario de la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza. Es la única intersección de ambas.” David Carusso.

Salovey y Mayer desarrollaron su teoría sobre la Inteligencia Emocional y aportaron una primera definición formal del concepto en 1990, pero no fue hasta 1995 cuando Daniel Goleman la popularizó con la publicación del best-seller “Inteligencia Emocional”.

“Las características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás. […] El grado de dominio que alcance una persona sobre estas habilidades resulta decisivo para determinar el motivo por el cual ciertos individuos prosperan en la vida mientras que otros, con un nivel intelectual similar, acaban en un callejón sin salida” (Daniel Goleman).

Si queremos mejorar nuestra Inteligencia Emocional será conveniente seguir un camino de 6 pasos consecutivos.

1. Primero tengo que ser capaz de percibir, identificar y poner nombre a lo que siento. Saber si se trata de tristeza, enfado, alegría, asco, miedo, amor, envidia, celos, etc. No podemos quedarnos en “me siento bien” o “me siento mal”

2. En segundo lugar, tendré que saber identificar qué están sintiendo los demás. Prestaré mucha atención a la comunicación no verbal. Cuando alguien nos diga que se siente de una determinada manera pero con su cara, su cuerpo y su tono de voz nos esté transmitiendo otra cosa nos quedaremos siempre con este último mensaje. A través de lo no verbal resulta mucho más complicado mentir.

3. En el tercer paso (en un nivel superior a los dos anteriores) tendré que ser capaz de comprender lo que estoy sintiendo. Es fundamental conocer ante qué situaciones siento cada emoción y para qué me sirven. Por ejemplo, el miedo surge ante un peligro real o imaginario y me sirve para ponerme a salvo.

4. El cuarto paso es comprender las emociones de los demás. Tenemos que ser capaces de ponernos en el lugar de la otra persona para entender cómo se siente. No nos sirve pensar qué se siente cómo nos sentiríamos nosotros/as en su misma situación.

5. El quinto paso (en el nivel más alto), una vez percibidas y comprendidas mis emociones, tendré que ser capaz de gestionarlas. Por ejemplo, solemos cometer dos errores comunes a la hora de gestionar el miedo. El primero es evitarlo. Cuanto más evitamos lo que nos da miedo, más miedo nos dará. La única manera de convencerme de que algo no es peligroso, como puede ser, subir en ascensor, es haciéndolo. El segundo error es pedir protección. Cuando la pedimos estamos perdiendo la oportunidad de demostrarnos a nosotros/as mismos/as que podemos hacerlo solos/as. Siguiendo con el ejemplo anterior, si le pido a alguien que suba conmigo en el ascensor estaré incurriendo en este error. El miedo o se supera en primera persona, o no se supera.

6. El sexto y último paso es saber gestionar las emociones de los demás. La herramienta fundamental en este punto es la comunicación. Tendremos que saber cómo pedir un cambio evitando que la otra persona lo viva como un ataque y se ponga a la defensiva, cómo ayudar a una persona cuando está triste o deprimida, cómo fomentar la alegría de quienes nos rodean, cómo manejar el enfado de alguien sin “entrar al trapo”, etc. En definitiva, cómo hacernos entender e influir en los demás.

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