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La antigua fábrica de carruajes Lamarca

Somos Chueca

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En la calle Fernando VI,  haciendo esquina con las calles Regueros y Belén, se levanta un edificio que, a pesar de su mal estado de conservación actual, fue todo un referente arquitectónico en su época y uno de los negocios más prósperos de la zona. Se trata del edificio Lamarca Hermanos, un inmueble mixto industrial y residencial donde se construían y reparaban carruajes y carros, que actualmente cobra vida de manera casual para efímeros Pop-Ups y eventos.

La historia de este edificio se remonta al año 1902, cuando los hermanos Francisco y Joaquín Lamarca le encargaron a Santiago Castellanos la construcción de unas nuevas instalaciones para su fábrica de carruajes. La empresa, fundada en 1840, tenía su sede en la calle del Barquillo, esquina a la de Fernando VI. Además, en 1893 el arquitecto Santiago Castellanos Urízar construyó, en el número 8 de la calle de Santo Tomé, un edificio de viviendas para Francisco, de vistosa fachada en estilo neomudéjar con ladrillos y cerámica de colores que aún hoy luce en todo su esplendor.

Si tenemos en cuenta que la empresa contaba con un gran prestigio y fabricaba todo tipo de carruajes para la aristocracia madrileña, el Congreso de los Diputados y hasta la Casa Real, no es de extrañar su imperiosa necesidad de ampliar las instalaciones y que su influencia en aquellos tiempos hiciera que la zona de las Salesas pudiera considerarse por entonces el barrio de los Lamarca.

Arquitectura industrial con toque neoclásico y modernista

El edificio de Lamarca Hermanos es uno de los pocos ejemplos de arquitectura industrial que aún se conservan en el centro de Madrid. Con un marcado corte neoclásico (con frontones y algunas decoraciones escultóricas) y evidentes tintes modernistas –muy al gusto de la época, tal y como se puede apreciar también en el cercano Palacio de Longoria, actual sede de la Sociedad General de Autores y Escritores (SGAE)–, este imponente edificio tiene un cuerpo central de dos alturas rematadas con dos torreones, que franquean un enorme rótulo con el nombre de la empresa en la parte superior central.

Mientras las plantas superiores y los laterales se destinaban a las viviendas, la planta baja la ocupaban algunas tiendas y los talleres, a los que se llega después de atravesar un amplio zaguán y un patio descubierto. En su interior, junto al ladrillo y el pavimento de piedra, detalles de hierro forjado (como la puerta de entrada y las columnas) que tanto abundan en el barrio “chispero”.

Prácticamente sin modificaciones desde su construcción, en el año 2010 –coincidiendo con un proyecto de Botella Arquitectura que pretendía convertir la vieja fábrica de carruajes en un lujoso y contemporáneo hotel– se llevaron a cabo trabajos de reforma: se restauraron las partes dañadas de los frentes y se restituyeron algunas piezas retiradas de la fachada original, como las dos efigies del frontón.

Sin uso de manera habitual, abre sus puertas de vez en cuando para la celebración de algún evento o el aterrizaje de una tienda efímera que nos permiten contemplar esta histórica construcción y nos remonta a su pasado.

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