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Lauro Olmo, el dramaturgo que defendió el extinto barrio de Pozas, en busca de homenaje en Madrid

Lauro Olmo (segundo por la izquierda) en el barrio de Pozas

Nerea Díaz Ochando

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Las librerías de la cuesta de Moyano fueron testigos directos de los primeros pasos de Lauro Olmo como escritor. En sus escasos ratos libres, cuando terminaba su trabajo como ayudante de mecánico, se paseaba por las casetas en busca de nuevas obras que alquilar y devorar en pocos días. Esa fue su única formación. “No tenía ni el graduado escolar”, cuenta a Somos Madrid su hijo, el arqueólogo Lauro Olmo Enciso.

Su infancia no fue fácil, emigró de Galicia a Madrid a muy corta edad y pasó varios años ingresado en un asilo con sus hermanos. El estallido de la Guerra Civil obligó al escritor a aprender de forma totalmente autodidacta, pero, ni la guerra ni su situación económica consiguieron frenar su gran pasión por la literatura y el teatro. La biblioteca del Ateneo fue su universidad, allí terminó de formarse entre los grandes intelectuales de la época, como Blas de Otero o Gabriel Celaya. 

Pasaba tantas horas entre los libros de la institución que terminó convirtiéndose en una leyenda dentro del círculo que frecuentaba el edificio. “Se traspasa el Ateneo con Olmo dentro”, decían. Allí, comenzó a escribir sus primeras obras, pero no fue hasta que se casó con su mujer, la también dramaturga Pilar Enciso, que empezó su carrera como el obrero de la pluma, como era apodado en el mundillo. 

“Mi padre escribía historias desde abajo, de la gente de la calle”, cuenta el hijo del autor. Consiguió retratar la vida de la gente de a pie de Madrid de la forma más realista posible, llegando a convertir la historia de una familia de obreros que habitaban en un barrio de chabolas en su mayor éxito, La Camisa. Gracias a este drama social ganó el Premio Nacional de Teatro y dio paso a una nueva era del teatro español.

Lauro, además de ser un gran dramaturgo, fue parte de una historia de resistencia vecinal en la vida real. Conocidos como los últimos de Pozas, sus dos hijos, su mujer y él, lucharon hasta el final para frenar la destrucción de los edificios sobre los que hoy se levantan el Corte Inglés de Argüelles y el hotel Princesa. Solo quedaban escombros en el barrio cuando, tras tres años de presiones, el 11 de febrero de 1972 la policía desahució al escritor y a su familia por la fuerza. 

A la salida del edificio les esperaban admiradores y amigos que les recibieron entre aplausos. El heroísmo de su resistencia dio lugar a una de las primeras historias de lucha vecinal en Madrid. La hazaña del “escritor sitiado” ocupó portadas de periódicos locales y nacionales, protagonista directo de la lucha contra la especulación. Peleó hasta que le dejaron por mantener en pie su barrio y no dejarlo caer en manos de las inmobiliarias, después siguió luchando por conseguir que los tribunales le dieran la razón. Esto último lo logró, pero no sirvió de nada: el Tribunal Supremo zanjó el asunto con una indemnización de dos millones de pesetas. 

Consiguieron echarle de su casa y de su barrio, pero no callarle. Toda su vida consistió en contar la de otros, lo que le convirtió en uno de los escritores más censurados durante el tardofranquismo. Contaba la realidad de las gentes sin historia desde la conciencia social, algo que no terminaba de gustar al régimen. Obras como La condecoración o La Noticia pudieron leerse en España solo pasados años de su estreno. Su origen, su vida y su lucha le convirtieron en un autor con la mayor parte de su obra sin estrenar

Nada de lo que hizo y escribió fue en vano. Para su hijo, la trayectoria de Lauro Olmo trata de “una historia sorprendente de un escritor que se hizo a sí mismo”. Y no es para menos, luchó contra la censura, contra las ideas de la época, contra todo lo que no consideraba justo. Todo en conjunto le convirtió en un icono dentro y fuera de la literatura que no ha encontrado, a día de hoy, el merecido espacio en la ciudad por la que dio todo. 

Un espacio para recordarlo 

En aras de mantener viva en la memoria de la capital la figura de Lauro Olmo, el Grupo Municipal Socialista llevará este martes al Pleno del Ayuntamiento una propuesta para que una calle o un equipamiento cultural lleve el nombre del dramaturgo. Además, la iniciativa incluye que durante el 2023 se represente alguna de sus obras más singulares en una de las instalaciones teatrales que pertenecen al Área de Gobierno de Cultura, Turismo y Deporte. 

La propuesta, impulsada por el concejal socialista Ramón Silva, persigue la consecución de un homenaje justo para el escritor, ya que en 2022, coincidiendo con su centenario, no se realizaron apenas actos conmemorativos sobre su figura. Su pueblo natal, El Barco de Valdeorras, donde vivió los primeros años de su vida, lo recuerda de numerosas formas, con un teatro que lleva su nombre y con una escultura. Sin embargo, Madrid, la ciudad en la que vivió toda su vida hasta su muerte en 1994,  y a la que dedicó gran parte de su obra, no recuerda su figura. 

Su hijo, que espera que la iniciativa prospere, asegura que “es chocante que una de las voces que se levantó contra una situación de injusticia política y de desigualdad social se haya olvidado”. Desde Cultura prefieren no desvelar cuál será la decisión del Pleno, aunque sobre la programación de obras del autor en centros del Ayuntamiento que recoge la propuesta socialista consideran que “se puede sugerir, pero la decisión final es de los directores artísticos”. 

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