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Dos centros de día al borde de la desaparición: “Queremos que Cruz Roja no los trate como franquicias”

Centro de día Reina Sofía, en Tetuán

Luis de la Cruz

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Los centros de día son espacios cruciales para muchas personas mayores en la gran ciudad. Por ello, el cierre o la merma de plazas en uno de ellos cae siempre una bomba en los barrios donde acaece. Una que deja boquetes que a veces no se ven a simple vista porque las personas quedan arrinconadas en sus casas o son trasladadas a otro entorno sin asideros con su realidad cotidiana. Sin embargo, ocasiona un gran trastorno a quienes los tenían como lugares de referencia y a sus familias.

Es el caso de dos centros de día gestionados por Cruz Roja en los distritos de Tetuán y Carabanchel. Según aduce la entidad, no son rentables –necesitan de fondos propios además de los obtenidos en las licitaciones públicas de las distintas administraciones– y han dejado, por ello, de ser una prioridad estratégica para la entidad. La decisión de no presentarse al concurso público para las plazas del Ayuntamiento de Madrid abocará al cierre del centro de Carabanchel y a la reducción drástica de plazas en el de Tetuán. En total, el recorte supone la pérdida de 65 plazas.

El Centro Reina Sofía (calle Infanta Mercedes, en Tetuán) abrió sus puertas en 2001 y tiene una capacidad para 110 personas. Actualmente, hay 60 que dependen de un convenio con la Comunidad de Madrid, 35 con el Ayuntamiento y 15 dependen de la propia Cruz Roja. El de la calle Muguet (Carabanchel), más pequeño, lleva funcionando desde hace dieciocho años y cuenta con 30 plazas en convenio con el Ayuntamiento.

La mayoría de los usuarios de los centros tienen problemas de deterioro cognitivo, normalmente alzhéimer. “Cualquier reubicación los mata. Si lo hubieran hecho pensando en ellos lo habrían abordado de manera escalonada, porque con la edad y la enfermedad que tienen, las bajas, por fallecimiento o porque se van a una residencia, son constantes. No hay derecho a ponerles en esa situación al final de sus vidas”, se quejan desde el colectivo de trabajadoras –más del 80% de ellas son mujeres– a este medio.

El contrato con el Ayuntamiento de Madrid ha expirado este mes, pero desde el propio Consistorio han pedido prorrogarlo hasta el 28 de febrero del año que viene. Entonces, cerrará el de Carabanchel y quedarán solo las plazas dependientes de la Comunidad de Madrid en el de Tetuán, cuya licitación se presentó el pasado mes de agosto. En el caso de ganarla, se podrán reubicar parte de las trabajadoras, pero el puesto de 19 de ellas quedará en el alero. Hasta el momento, la Cruz Roja solo ha reubicado a una pequeña parte y en condiciones que, en general, no satisfacen a la plantilla, que está dispuesta a pelear por la reubicación de todas.

“Estamos con la espada sobre la espalda, sin saber si nos vamos a quedar en la calle o no. Parece los juegos del hambre, llaman a una para decir que hay un puesto y las demás se quedan pensando quién será la siguiente… Y están llamando para ofrecer los peores trabajos, a mí por ejemplo me llamaron para ofrecerme uno de noche, de diez horas diarias, fuera de Madrid (con dos horas de transporte)”, explica Nora, del sindicato CGT y miembro del Comité de Empresa.

La representante de las trabajadoras añade ,“trabajamos para Cruz Roja pero en realidad lo hacemos para el Ayuntamiento, que es quien se lleva los méritos y nos ha felicitado por nuestro trabajo en el pasado”. La referencia a la felicitación es clara y sobrevuela las distintas entrevistas realizadas para escribir este reportaje: la pasada pandemia. Entonces, las trabajadoras de los centros de día cerrados llamaban a diario a sus usuarias habituales a casa y ellas, por su enfermedad, no alcanzaban a entender por qué no podían acudir a su centro de día habitual. Por qué “no las querían”, un miedo que las profesionales de los centros no quieren que se reproduzca con las reubicaciones (de momento, le han dicho a los familiares que vayan mirando otros centros, sin darles mucha más información al respecto).

Los familiares de las personas mayores que actualmente acuden a los centros de día han empezado a movilizarse, sobre todo en el caso del centro de Carabanchel. Con el apoyo de la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto, han puesto en marcha una recogida de firmas, han llevado a cabo concentraciones frente el centro de día, buscado el apoyo de diversos grupos políticos –el Grupo Socialista lo llevó a la Comisión de Familias del Ayuntamiento– y acudido a los medios de comunicación.

Miguel Ángel, miembro del colectivo de familiares, explica que “Cruz Roja no debería ponerse de perfil en el cuidado de nuestros mayores con alzheimer sabiendo el deterioro que les causaría el cambio a otro centro, con otro personal. Nos gustaría que quienes tomaron esta decisión se pasaran por el centro y les vieran desubicados y con miedo frente a situaciones que no entienden. Queremos que Cruz Roja no trate a sus centros de día como franquicias de una cadena de hamburgueserías”.

La demanda de plazas en centros de día ha crecido mucho en los últimos años y la Administración lo ha abordado concertándolas con el sector privado. Sin embargo, no es inusual que queden plazas desiertas en los concursos públicos. Los trabajadoras y familiares de los usuarios de los centros en el punto de mira mantienen que Cruz Roja, con las cuentas públicas en la mano, recibe subvenciones públicas millonarias y termina los ejercicios sin déficit, por lo que la sostenibilidad de estos proyectos, cruciales para la sociedad, deberían valorarse desde una perspectiva económica global.

Además, según explican, de su ronda de contactos políticos han sacado en claro que aún existiría la posibilidad de optar a mantener los fondos del Ayuntamiento si hubiera voluntad por parte de Cruz Roja, aunque ocasionara una demora en la reanudación del servicio. Las trabajadoras y familiares de las personas mayores que acuden a los centros están levantando la voz por sus mayores. Muchos, se enfrentan a la pérdida de la memoria pero reclaman, a través de ellos, no caer en el olvido.

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