Ford Focus Active X SW: ¿quién quiere un SUV teniendo este familiar campero?
Aunque conscientes de clamar en el desierto, quienes no sentimos predilección por los SUV que llevan años arrasando en medio mundo solemos asegurar que existe una alternativa más razonable a estos vehículos innecesariamente altos y pesados: los modelos de carrocería familiar o station wagon (y mil denominaciones parecidas más). Dentro de estos, el Ford Focus Active X con tecnología microhíbrida destaca como una de las opciones más redondas y asequibles hoy en el mercado.
A la venta desde 25.223 euros, esta variante discretamente campera del Focus Sportbreak reúne todo lo que cabe pedir actualmente a un coche sin gastarse una fortuna, desde una gran amplitud interior y un maletero extraordinario de 608 litros hasta un pequeño motor de gasolina EcoBoost potente pero parco en consumo y una tecnología mild hybrid que le reporta la ansiada etiqueta Eco de la DGT.
Cuenta incluso con los detalles exteriores de los SUV a la moda -que tienen su punto-, además de una mayor altura libre al suelo (30 milímetros en el tren delantero y 34 en el trasero) que le permite adentrarse con las mismas garantías por pistas o carreteras en mal estado. Más aventuras no pueden pedírsele ni a unos ni al otro.
Lo mejor de todo es que, a pesar de estar más alejada del suelo, la versión Active conserva las cualidades dinámicas de la familia Focus y reacciona con mucha rapidez y seguridad hasta en condiciones delicadas. La respuesta de la dirección está también entre las mejores del segmento, por todo lo cual la nota del coche en comportamiento alcanza el sobresaliente.
La longitud extra del modelo familiar, que alcanza 4,69 metros de longitud, no supone pega alguna al respecto gracias en gran medida a su suspensión trasera multibrazo, más compleja y cara de fabricar que el eje torsional del Focus de cinco puertas. Las variantes Active disponen, además, de un chasis modificado, con muelles, amortiguadores, barras estabilizadoras y manguetas específicas. Las llantas, de 17 pulgadas (opcionales de 18), van montadas sobre neumáticos de 215 mm de anchura, bastante razonables para lo que se estila hoy en día.
El sistema de hibridación ligera (MHEV por sus siglas en inglés) puede asociarse al bien conocido motor de tres cilindros EcoBoost 1.0 en su versión de 125 caballos -cuesta 500 euros- y es de serie en la de 155 CV, que es la que hemos podido conducir en los últimos días, combinada con una transmisión manual de seis velocidades. Este propulsor de gasolina empuja con brío desde bajas revoluciones y destaca también por su suavidad de funcionamiento, así como por un consumo contenido que en nuestro recorrido habitual de pruebas se ha situado por debajo de 6 litros/100 km de media.
Interior amplio para cinco personas y una elevada capacidad de carga
El habitáculo del Focus Sportbreak es amplio para cinco personas, pues incluso el pasajero de la plaza central trasera disfruta de una anchura correcta y de espacio para colocar los pies más o menos cómodamente, debido a la poca altura del túnel de transmisión. El maletero permite introducir gran cantidad de bultos y alcanza nada menos que 1.653 litros si se pliegan los asientos posteriores, lo que da lugar a una superficie de carga casi completamente plana donde podemos acomodar, por ejemplo, una bici.
En el interior nos encontramos con un diseño sobrio, sin excesivas modernidades, pero en el que toda la información es clara y los mandos se hallan bien situados. Como afortunadamente parece estar (re) imponiéndose, disponemos de controles físicos (no integrados en la pantalla central) para manejar tanto la radio y el equipo de audio como el climatizador de dos zonas, además de las siempre convenientes tomas USB y de 12 voltios.
Alrededor de la palanca de cambios se han dispuesto, entre otras, la tecla con la que se controla el head-up display, un extra por el que hay que pagar 400 euros adicionales, y la que da acceso a los cinco modos de conducción disponibles: además de los habituales -Normal, Eco y Sport-, hay un programa específico para suelo resbaladizo, en el que la respuesta del acelerador es menos impetuosa para impedir pérdidas de tracción.
Por su parte, el modo Pista permite que las ruedas deslicen más de lo acostumbrado, gracias a que el ABS interfiere menos. Si sumamos este programa a la mayor altura sobre el suelo y las protecciones de la carrocería, obtenemos como resultado un vehículo que, llegado el caso, puede circular por pistas y caminos con la misma solvencia que un SUV, solo que bastante más barato de comprar y de mantener, más ligero y por tanto frugal y con parecida -si no superior- capacidad interior. El resto es estética.