Prueba del Audi Q4 Sportback e-tron, un 'juguete' eléctrico de 400 caballos
Hace poco más de un año te cantábamos aquí las excelencias del Audi Q4 e-tron, un modelo enteramente eléctrico poco más grande que un Q3 y cuyo desempeño nos encantó debido precisamente a sus dimensiones contenidas y un peso no tan elevado como el de muchos modelos de baterías. Ahora, probar su variante Sportback nos ha servido para convencernos aún más de la necesidad de construir eléctricos lo más compactos posible si queremos que sean realmente viables, sobre todo en los segmentos premium donde las cosas más se están desmandando.
El Q4 Sportback e-tron mide de largo lo mismo que su hermano de gama, 4,59 metros, pero es un poco menos alto por la caída del techo que distingue a toda carrocería cupé y que es su signo distintivo. Gracias a ella, además, se consigue un extraordinario coeficiente aerodinámico de 0,27 que debería ayudar lo suyo a que el coche se desplace con el menor gasto de energía posible.
El asunto del peso es ya harina de otro costal. Con 2.200 kilos en la versión de pruebas, equipada con dos motores y una batería de 82 kWh, el Sportback está -al igual que el Q4 normal equivalente- en el límite de lo razonable en términos de eficiencia, aunque como decíamos al principio hay casos mucho peores en el mercado.
Lo bueno es que, como todo vehículo eléctrico, este lleva buena parte de su peso, especialmente el de la batería, colocado en los bajos, con lo que el centro de gravedad se halla más cerca del suelo y el comportamiento, como veremos, se ve netamente beneficiado.
Audi ha salido airosa del reto de crear un SUV cupé sin comprometer la habitabilidad de las plazas traseras, donde solo tendrán problemas con la altura los pasajeros que excedan claramente de los 1,80 m de estatura. El espacio para las piernas es notable, similar al de un coche de combustión 20 centímetros más largo, y además no se ve perjudicado por obstáculos como el túnel de transmisión.
La peculiar configuración del Sportback le hace incluso que el maletero tenga más capacidad que en el modelo del que deriva. De 520 litros se pasa aquí a 535, muy aprovechables por cierto merced a las formas regulares del compartimento. Debajo de la moqueta en que se asienta el plano de carga encontramos un espacio ideal para transportar los cables de carga sin que vayan golpeándose mientras circulamos.
Un modelo para disfrutar al volante
Como nos sucedió al conducir el Q4 hace un año, su versión cupé nos ha cautivado por su comportamiento. Sus reacciones se asemejan a las del mejor de los compactos del mercado, sobre todo por la rapidez de respuesta a lo que el conductor le solicita y muy particularmente a los cambios de dirección. Si a esto sumamos los 399 caballos disponibles en la versión 50 e-tron y la tracción a las cuatro ruedas que hace posible la presencia de dos motores eléctricos, uno en cada eje, el resultado es un auténtico juguete con el que cabe disfrutar mucho al volante.
Su capacidad de aceleración, de hecho, nos hace preguntarnos cómo cambiará el tráfico en las ciudades -en carretera el problema parece menor- cuando la mayoría de los vehículos en circulación sean eléctricos y muchos de ellos tengan las prestaciones de un Q4. Las salidas de los semáforos con jaurías de coches acelerando, literalmente, como motos se adivinan situaciones complicadas que haremos bien en prever. Otra reflexión tiene que ver con las aptitudes de algunos conductores para manejar, y controlar, modelos capaces de semejante rendimiento.
Disquisiciones aparte, el del Q4 Sportback es tal que responde con contundencia incluso en el modo de conducción más light de los disponibles (Efficiency), con el que el consumo eléctrico debería ser menor y que es el que hemos utilizado con más asiduidad durante nuestra prueba, aunque también hayamos recurrido a ratos al Comfort y al explosivo Sport.
Tal vez debido al frío recio de las fechas en que condujimos el vehículo -es sabido que las bajas temperaturas son el mayor enemigo del coche eléctrico-, no hemos logrado en este caso los mismos registros contenidos que en el Q4 convencional, aunque sobre el papel la aerodinámica hacía esperar lo contrario. Si con este el consumo medio se situó en 19 kWh/100 km, ahora no hemos podido bajar de 21 kWh, a raíz de lo cual la autonomía resultó más corta.
En el momento de recoger el vehículo, el indicador mostraba un alcance superior por poco a los 400 km, lejos en todo caso de los 480 que homologa en el ciclo WLTP. Al ritmo de gasto eléctrico mencionado, habríamos podido recorrer con una carga poco más de 350 km, y no mucho más de 300 durante un desplazamiento por autovía a la velocidad permitida.
Si se quiere más autonomía y una factura algo menos abultada, especialmente tras las recientes subidas de precios, la versión más recomendable para los interesados en el modelo alemán quizá sea la que monta un solo motor de 204 CV y la misma batería de 82 kWh, o incluso la que lleva la batería de 55 kWh -esta sí muy razonable- y un único motor de 170 CV, aunque por supuesto ni las prestaciones ni las sensaciones serán las mismas. El Q4 Sportback e-tron está a la venta desde 54.830 euros en esta variante más modesta y desde 65.090 euros en la de dos motores y casi 400 CV de potencia.