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Prueba del Dacia Sandero Stepway: su éxito no es solo cuestión de precio

El Dacia Sandero luce un aspecto mucho más atractivo en sus versiones Stepway.

Pedro Urteaga

A lo largo de meses y años de continuas subidas de precios de los vehículos, el económico Dacia Sandero reina como una de las opciones más reclamadas por aquellos conductores españoles que no pueden -o no quieren- gastarse una fortuna en un coche. El modelo del grupo Renault ha sido el más demandado en el mes de octubre y encabeza de nuevo el ranking de ventas en el acumulado del año.

Naturalmente, el Sandero no se ha librado del encarecimiento generalizado de los automóviles, pero, partiendo de la franja más asequible del mercado, sigue resultando comprable, aunque no a las tarifas inalcanzables de antaño. De todos modos, su éxito no es solo cuestión de precio, como pronto veremos.

Disponible desde 13.190 euros en su versión estándar, el coche se puede adquirir por 14.720 euros en la mucho más atractiva Stepway, que le otorga un aire campero muy de moda actualmente y, en general, un aspecto mucho menos low cost, especialmente si luce detalles de la carrocería en color de contraste como la unidad que nos ha tocado en suerte en días pasados.

La variante más costosa del modelo, que sube a 18.420 euros, corresponde al completo acabado Extreme Go y al motor de gasolina de 110 caballos combinado con una caja de cambios manual de seis velocidades cuyo accionamiento es lo bastante suave y preciso. Eso sí, el largo desarrollo de la sexta marcha obliga al conductor a estar pendiente en carretera del régimen de giro del motor. Dicho de otra manera, es frecuente tener que reducir a quinta cuando se presentan repechos y a la hora de adelantar.

Para entender las cualidades del Sandero se requiere olvidar momentáneamente la locura que se ha adueñado en las últimas décadas del mundo del automóvil (entre otros), donde las cifras de potencia y peso, además de las dimensiones generales y de las ruedas, han perdido toda medida razonable.

Por ejemplo, los 110 CV del Stepway que acabamos de probar dan más que de sobra para mover un vehículo que mide unos cuatro metros de longitud y no llega a los 1.200 kilos ni en su variante más equipada y pesada. En consecuencia, el consumo no supera los 6 litros/100 km de media, sin duda un buen dato viniendo de un motor de gasolina. Todo ello es retrotraerse a un pasado que, en este caso, sí fue mejor.

Sí, pero ¿a cuánto hay que renunciar?, se apresurará a objetar más de uno. Sobre la floja puntuación del modelo en las pruebas de EuroNCAP, hay que precisar que no debe a una mala protección de los ocupantes en caso de impacto, sino a la decisión voluntaria de la marca de no incluir algunos dispositivos de seguridad activa, como el de mantenimiento en el carril, que -como afirma no sin razón- muchos conductores desactivan por sistema por lo molestos que resultan.

A este respecto, la versión que hemos conducido incorporaba un aviso de lo más irritante, consistente en un pitido insistente y continuado, cada vez que superábamos el límite de velocidad de la vía. Al menos, no era necesario desconectarlo antes de cada utilización del coche sino que permanecía en la posición seleccionada previamente, a diferencia de lo que es habitual en esta clase de sistemas.

Muy al contrario, y lo señalamos como un signo de refinamiento destacable en un vehículo de este precio, la secuencia sonora que da la bienvenida al conductor y, sobre todo, las señales acústicas de los sensores de aparcamiento son mucho más gratas al oído que las de muchos modelos de campanillas. Harían bien algunas marcas en reflexionar sobre la presunción de que lo molesto despierta más la atención que lo amable.

Unos asientos mejorables

¿Qué más podemos echar de menos en el Sandero Stepway? Personalmente, un mullido más firme de los asientos que pase menos factura a la columna en desplazamientos largos. Este es uno de los rasgos del coche que delatan su origen low cost y que suponen un problema cuando su uso no se limita a los trayectos cotidianos de corta duración.

La versión Extreme Go, que es la única disponible con el motor de gasolina de 110 caballos, dispone de un equipamiento donde es difícil detectar carencias. Lleva de serie climatizador, acceso y arranque sin llave, luces y limpiaparabrisas automáticos, volante de cuero con mandos de audio integrados, cámara trasera…; también unas mesuradas llantas de 16 pulgadas y hasta rueda de repuesto, algo de lo que ya nos habíamos olvidado.

El navegador, igualmente de serie en este acabado, se aloja en una pantalla central de 8 pulgadas equipada con un soporte para smartphone extraíble que es todo un acierto dado que cada vez es más frecuente que el usuario utilice como guía el GPS de su propio móvil. Fuera de las pinturas exteriores, el único extra a disposición del cliente es el techo eléctrico, que cuesta 468 euros.

Tanto el espacio en las plazas traseras como la capacidad del maletero, de 328 litros, son los que cabe esperar en un vehículo actual de cuatro metros. El acabado no es vistoso, pero sí homogéneo y aparentemente sólido. De hecho, hemos visto con frecuencia detalles de terminación peores en modelos que superan con mucho en precio al Sandero.

Ciertamente, los hay también en el mercado que son más o menos igual de económicos -muy pocos, la verdad-, pero seguramente ninguno que replique su equilibrio entre potencia, equipamiento, espacio interior y precio. Además, el hecho de que ofrezca una muy demandada versión de GLP, con distintivo ambiental Eco, explica que el Sandero salga casi siempre bien parado de la comparativa que cada cual se monta en su cabeza cuando quiere o necesita comprar un coche. 

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