Prueba del Ford Focus 1.0 EcoBoost MHEV: microhíbrido, con 155 CV y etiqueta Eco
El muy popular motor de gasolina EcoBoost de Ford, de tres cilindros y un litro de cilindrada, ha conocido numerosas aplicaciones en su ya dilatada trayectoria comercial. Su último servicio a la gama del fabricante estadounidense lo presta en combinación con un sistema de hibridación ligera, o mild hybrid, con el que ofrece dos niveles de potencia, 125 o 155 CV, además del distintivo Eco de la DGT.
Hemos tenido ocasión de probar la versión más potente de las dos en el acabado deportivo ST Line X, en el que el coche luce una silueta seductora. Gracias a sus emisiones de CO2 de 118 g/km, por debajo del umbral de los 120 gramos, este Focus elude además la subida del Impuesto de Matriculación acaecida desde principios de año y está a la venta por unos apetecibles 24.300 euros. Así nos lo parece a la vista del mucho equipamiento que lleva, su buena respuesta en todos los ámbitos -del comportamiento a la amplitud interior- y la propia incorporación de la tecnología microhíbrida, con sus consiguientes beneficios.
En esencia, esta última consiste en una pequeña unidad eléctrica que hace las funciones de motor de arranque y alternador, y es capaz de proporcionar al propulsor de gasolina hasta 16 CV y 50 Nm de par adicionales en las aceleraciones. Una batería de 0,48 kWh, situada bajo el maletero, acumula la energía recuperada en deceleraciones y frenadas para que pueda usarla más adelante el motor eléctrico.
El objetivo de este sistema, más allá de apoyar al bloque de combustión -y de conseguir la preciada etiqueta Eco-, no es otro que mejorar el lado eficiente del modelo, es decir, contener sus emisiones y consumos. Esta versión homologa un gasto de combustible de 5,2 litros/100 km, cifra no demasiado lejana de la que hemos podido obtener en nuestro recorrido habitual de pruebas, inferior a los 6 litros/100 km.
Estamos en presencia de un vehículo que, con menos de 1.350 kilos de peso, alcanza los 100 km/h desde parado en 9,2 segundos y supera largamente los 200 km/h de velocidad máxima, dicho sea como prueba de su capacidad y no como incitación de ningún tipo. El 1.0 EcoBoost es un motor pequeño pero bravo, y muy valorado tanto por su elasticidad como por lo bien que enmascara su naturaleza tricilíndrica, a la que suelen delatar un traqueteo característico y un sonido habitualmente feo. Todo esto llega muy mitigado en su caso, y al mismo tiempo se disfruta de un empuje firme a partir de las 2.000 revoluciones por minuto.
Además, el sistema mild hybrid le aporta una mayor alegría al subir de vueltas cuando iniciamos la marcha, de modo que, comparada con las variantes convencionales del Focus, ésta muestra algo más de fuelle en las aceleraciones, sin que ello repercuta en el consumo, como hemos visto, sino precisamente todo lo contrario.
El sistema stop & start ayuda también lo suyo a recortar alguna décima al consumo -para eso está-, pero lo más llamativo aquí es la suavidad de su funcionamiento. A poco que uno vaya distraído escuchando la radio o charlando con algún acompañante, el momento en que el motor vuelve a ponerse en marcha tras haberse parado pasa inadvertido, tanto por lo silencioso del proceso como por la ausencia de vibraciones.
Tanto la variante de 125 CV como esta de 155 montan una transmisión manual de seis velocidades, muy bien escalonadas para extraer del motor todo su potencial. El manejo de la palanca resulta fluido y suave, y sus recorridos no son ni demasiado largos ni demasiado cortos.
Detalles y equipamiento de esta versión deportiva
No nos detendremos en aspectos del Focus que son bien conocidos desde que llegó al mercado su cuarta generación, en 2018, y desde mucho antes en realidad. Por ejemplo, su carácter ágil y preciso en tramos de curvas, la amplitud de un habitáculo donde pueden viajar con comodidad cuatro adultos, o la funcionalidad de un maletero que, con 375 litros, cabe considerar espacioso dentro del segmento C.
En cambio, debemos destacar elementos distintivos del acabado ST Line X que elevan sin duda el atractivo del vehículo y permitirán al lector hacerse una mejor idea de si merece la pena el desembolso. Tenemos aquí faros de led, suspensión deportiva, climatizador bizona, sensores de luz y lluvia, aluminio en el pomo del cambio y las estriberas de los umbrales de las puertas, y retrovisor interior antideslumbrante automático.
Los asientos, de corte deportivo, tapizados en tela y cuero y adornados con costuras de color rojo, ofrecen un agarre notable del cuerpo gracias a la forma envolvente tanto del respaldo como de la banqueta. Después de la última actualización del modelo, el cuadro de instrumentos es de 12,3 pulgadas y cambia de aspecto según sea el modo de conducción escogido: Eco, Normal y Sport.
La pantalla central táctil, de 8 pulgadas, puede parecer algo pequeña si tomamos como referencia la de algunos competidores, pero realmente cumple su función de manera adecuada. Los más exigentes en cuestión de conectividad también echarán en falta tal vez la presencia de tomas USB en las plazas traseras, pues solo conductor y acompañante disponen de ellas, en la parte inferior de la consola y en el interior del reposabrazos que ambos comparten (emplazamiento por lo demás bastante incómodo).
El Focus embarca el equipo multimedia SYNC3 de Ford, compatible con Apple CarPlay y Android Auto. Por 400 euros adicionales equipa además un head-up display que no proyecta la información directamente sobre el parabrisas, sino sobre una lámina de plástico transparente que se oculta cuando el conductor así lo desea o al detener el vehículo y apagar el motor.