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Stellantis ultima en Vigo la producción de las versiones eléctricas de sus comerciales

Furgonetas eléctricas de Stellantis.

Pedro Urteaga

La larga tradición de la planta de Vigo en la fabricación de vehículos comerciales ligeros, que se remonta al Citroën Azu de 1958, está a punto de alcanzar un nuevo hito cuando a partir de otoño se empiecen a entregar los primeros eléctricos derivados del modelo conocido internamente como K9. Este código agrupa a seis siluetas: los Peugeot Partner y Rifter, los Citroën Berlingo y Berlingo Van y los Opel Combo Life y Combo Cargo, a los que se suma el Toyota Proace City, ajeno al grupo Stellantis pero producido igualmente en Galicia en virtud de un acuerdo con la marca japonesa.

En un acto en el que ha intervenido Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia -que apoya económicamente y de otras maneras el proyecto-, se ha dado oficialmente luz verde a la producción de las versiones eléctricas de todos estos modelos, basadas en una adaptación -desarrollada por equipos de I+D europeos y chinos- de la plataforma modular EMP2 de PSA, ahora Stellantis tras la fusión con Fiat-Chrysler.

Los seis comerciales, siete si contamos el Proace, incorporan un motor eléctrico de 136 caballos y una batería de 50 kWh que les permite recorrer hasta 280 kilómetros entre recargas y que puede recuperar el 80% de su capacidad en alrededor de media hora. Se ofrecen en dos longitudes de carrocería, 4,40 y 4,75 metros, y cinco o siete plazas, además de habilitar hasta 3,44 metros de longitud de carga y hasta 4,4 metros cúbicos de volumen de carga. Su carga útil puede alcanzar los 800 kilos y su capacidad de remolque, los 750.

La dirección de Stellantis tiene poderosas razones para confiar en la buena acogida de estas variantes eléctricas. La mejor es sin duda la alta demanda de eléctricos basados en otros modelos del grupo y fabricados también en sus plantas españolas: ahora mismo, el 20% de los Citroën C4 salidos de Villaverde (Madrid) corresponde a la versión de baterías, así como el 17% de los Peugeot 2008, producidos en Vigo en una línea diferente de la de los comerciales, y el 13% de los Opel Corsa, que se fabrican en Figueruelas (Zaragoza).

La gran ventaja competitiva de la planta de Vigo reside no solo en la capacidad de producir modelos térmicos y eléctricos -y hasta de utilizar dos plataformas distintas- en la misma línea de montaje, sino también en su elevada productividad, que le permite despachar de 2.300 vehículos diarios en condiciones normales que no incluyen la actual falta de suministros electrónicos (semiconductores).

Para la fabricación de las baterías del Peugeot e-2008 y de los eK9 es vital la reciente creación de un taller específico de montaje de estos elementos. En él se han invertido siete millones de euros y trabajan unos 150 empleados. La instalación, de 3.500 metros cuadrados de superficie, dispone del potencial para llegar a producir 20 baterías por hora.

Apoyo institucional

Como es sabido, Vigo aspira a albergar no un taller de ensamblaje, sino una auténtica fábrica de baterías completas para los vehículos electrificados de Stellantis, algo que apoya el propio presidente Núñez-Feijóo, según recalcó en su comparecencia en la factoría de Balaídos. Sin embargo, algunas informaciones apuntan a que el consorcio se decantaría por instalarla en Italia, extremo que con toda seguridad confirmará su CEO, Carlos Tavares, en una intervención que tendrá lugar hoy, jueves.

Feijóo no dudó en calificar a la de Vigo como “una de las plantas de automóviles más competitivas del mundo” y como principal “motor económico” de su Comunidad, responsable de 7.400 empleos directos y alrededor de 25.000 indirectos, así como del 30% de las exportaciones gallegas. De ella han salido -recordó- unos 7 millones de comerciales, y 14 millones de vehículos en total, en sus más de 60 años de historia.

La fábrica supone, además, “la inversión -por parte de la Xunta- de más retorno” económico, que el presidente cifró en 10 veces la inyección de alrededor de 210 millones de euros que se han destinado al sector desde el comienzo de su mandato en 2006.

Feijóo subrayó también el nivel de producción que supo mantener Vigo durante el año aciago de la pandemia, 2020. El incremento del 22% en un contexto en que la producción en España se contraía en general un 18% significó que uno de cada cuatro coches fabricados en nuestro país durante ese año provinieran de la planta gallega.

La Xunta se ha involucrado recientemente en un proyecto de la industria de automoción gallega que opta a los fondos Next Generation de la Unión Europea, dirigidos a mitigar la crisis sanitaria y socioeconómica producida por la pandemia mediante el apoyo a los esfuerzos de digitalización y sostenibilidad de las empresas. La iniciativa comprenderá una inversión de 1.300 millones de euros y la participación de 85 fabricantes e instituciones y de 900 personas.

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