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Sobre este blog

Aprovechando la celebración del Mundial de Rusia lanzamos este blog para contar las historias más curiosas o desconocidas de los mundiales: política, literatura, algún test de conocimientos, economía y algo de fútbol.

Las botas que ganaron una final

Las botas que ganaron una final

Óscar Abou-Kassem / Paco López

A la final del Mundial celebrado en Suiza en 1954 se le conoce como El milagro de Berna. Y algo así fue para los alemanes, ya que lograron una victoria inesperada ante los húngaros que tuvo un gran efecto reconfortante para la población de Alemania tras una dura posguerra.

Se puede considerar que fue la primera final en la que la tecnología tuvo un papel decisivo en coronar al vencedor. Los húngaros llegaban como máximos favoritos y con un equipo de ensueño para le época, 33 partidos sin perder, con Puskas y Kocsis a la cabeza. Además habían ganado a los alemanes por 8-3 en la fase de grupos de ese mismo campeonato. Eran resultados de otra época. Cuando se jugaba con 5 delanteros y 3 defensas. Los partidos de los húngaros de Puskas eran espectaculares. Venían de humillar a Inglaterra en Wembley por 3-6 y de ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Helsinki dos años antes. 

La final de Berna fue la primera retransmitida por televisión. Los magiares mágicos estaban convencidos de que iban a derrotar a los alemanes pero cuando salieron a calentar un mal presagio hizo acto de presencia. Unas nubes negras se posaron inesperadamente sobre el estadio y comenzaron a descargar con fuerza.

Antes del partido, el dueño de la marca adidas había ofrecido a los húngaros jugar con las mismas botas que iban a usar los alemanes pero la Federación Húngara rechazó la oferta al tener un contrato en exclusiva con fabricante de su país. Aquellas botas acabaron siendo decisivas. Con tacos intercambiables y ajustables lograban una mayor adherencia al embarrado suelo del estadio de Berna.

Los húngaros se adelantaron 2-0 con goles de Puskas y Czibor. Los alemanes empataron en diez minutos con un tanto de Morlock y otro de Rahn. Pero según avanza el partido los húngaros tienen más problemas para mantener el equilibrio. Y así se llegó al segundo tiempo. La lluvia había dejado el campo hecho un lodazal. Las imágenes de los jugadores húngaros resbalando sobre el barro en jugadas decisivas resultaban conmovedoras. No lograban sentenciar el partido pese a su superioridad técnica. Y así se llegó al minuto 84 cuando marca otro gol Rahn. Era el 3-2 para Alemania. Puskas marcó el gol del empate a falta de tres minutos pero el juez de linea inglés lo anuló por fuera de juego. Los húngaros protestaron sin cesar pero el gol no subió al marcador. Aquello fue el final de lo que pudo haber sido para Hungría y el principio de la leyenda alemana en los Mundiales.

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