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Feliz día del libro raro

Interior de la librería La Montaña Mágica en Cartagena

#LeerelPresente

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No lo hemos podido evitar. En #LeerElPresente nos gustan los libros desde todos los ángulos, desde best sellers hasta poesía pasando por divulgación científica, novelas gráficas, historia, viajes o romance adolescente sobrenatural (existe), y este 23 de abril hemos decidido dedicárselo a los menos visibles, a los libros raros, los que no nunca se exponen en el escaparate, los inclasificables, los que ponen a prueba a los libreros a la hora de colocarlos, los que te llevan a lo desconocido y los que no sabes ni por dónde abrir, los que te ponen a prueba como lector y los que -para acabar- se quedan en tu memoria para siempre. Les hemos pedido a nuestros colaboradores que nos recomienden, para variar, un libro raro. Vamos allá.

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Kusama: obsesiones, amores y arte (Liana), de Elisa Macellari

por José Antonio Gómez

Kusama: obsesiones, amores y arte, de la ilustradora italo tailandesa Elisa Macellari, es un coloridísimo cómic que nos cuenta la vida y la obra -sobre todo desarrollada en Estados Unidos- de esta gran artista japonesa. Yayoi Kusama fue una precursora que cambió la visión del arte en los años sesenta, al incorporar psicodelia, moda, pop, performance, happenings, body painting, acciones artísticas plenas de libertad, videoarte, provocación y transgresión sexual y cultural. Una energía creativa infinita desde la fragilidad de salud mental, que no le ha impedido ser actualmente la mujer artista más cotizada. Lo publica la editorial Liana, dedicada a publicar libros que sean eso: raíces aéreas y volubles que se enredan para conectarnos.

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Autorretrato (451 Ediciones), de Édouard Levé

por Diego Sánchez Aguilar

No sé si es un libro secreto. Sé que está en una pequeña editorial ya desaparecida y que ningún gran grupo se ha interesado por sus derechos. Supongo que eso lo hace lo suficientemente minoritario como para entrar en esta selección. Autorretrato es una pequeña joya de apenas 120 páginas. Es un solo párrafo. No cuenta ninguna historia. Es una de esas obras que redefine el concepto de novela y que hace que la escritura brille de una manera que hace que olvides todo el tiempo si eso que estás leyendo es o no una novela. En realidad, responde de manera literal a su título. Es un inventario caótico de gustos, sensaciones, reflexiones y anécdotas cuya superposición consigue un ritmo y una música que penetran hasta ese lugar del lector donde la emoción y la inteligencia bailan acompasadas en algo podría llamarse 'gracia'. Lo banal y lo trascendente, lo personal y lo social, están continuamente al mismo nivel gracias a ese hallazgo de la yuxtaposición, de la frase breve, de la acumulación de datos relevantes o irrelevantes. Así, como este libro, es como estamos construidos. Este libro es un autorretrato, una radiografía y un espejo. 

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Amor para sanar el mundo (Apryo), de Martín Ortega Carcelén

 por Carlos Gil Gandía

El ensayo de Martín Ortega nos muestra un decálogo de las etapas del camino que hemos de seguir para lograr la revolución del amor. El autor pone de relieve la necesidad de despertar del individuo contemporáneo a través de la búsqueda de la unidad y la armonía en todos los órdenes de la vida, lo que puede ayudarnos a revitalizar las relaciones del ser humano con la naturaleza, consigo mismo y con la gran Creación. Desde luego, ello demuestra una mirada alejada de los parámetros del antropocentrismo, siendo el autor consciente que necesitamos la naturaleza para vivir, y con buen sentido común y en consonancia con los antiguos griegos, también el amor. Entre todos, debemos hacer lo posible por mejorar el mundo, ya que, si Gil de Biedma dejó escrito “envejecer, morir/es el único argumento de la obra”, quedan los actos intermedios para sanar el mundo. 

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Ariles (Godall ediciones), de Ernesto Hernández Busto

por Ángel Manuel Gómez Espada

Encontrarme por primera vez con la poesía del cubano Hernández Busto ha sido toda una muy grata sorpresa. Poesía de alta erudición, provocada por un infatigable arquitecto de la estructura poética y del ritmo (aunque no se aprecie en el primer acercamiento). Ariles se introduce en las ensoñaciones y desentraña un mundo por el que la voz poética se siente extrañamente cómoda. Solamente el título ya podría entroncarnos con la narrativa de Rulfo, pues Hernández Busto habla de la palabra que da título al libro como un regionalismo específico del sur de la mexicana Veracruz. Pero hay mucho más: un afán exhaustivo por recrearnos los clásicos asiáticos y reactualizarlos. Poesía de la que es traductor también, cuya influencia impregna todas las páginas, lo que sería otro punto a favor. Pero añadamos además 'Clavadistas', donde el poeta se compara con unas lanzadoras de trampolín; o 'Rakushisha', poema que hace referencia a una de las chozas donde habitó Basho. 'El besugo', 'Noticias del reino (a la manera de Tu Fu)', 'Dos versiones griegas', 'Catorce poemas sánscritos (a partir de John Brough)', 'Un tanka de Fumi Saito' y 'Nueve poemas chinos' confirma que estamos ante un libro tan ecléctico como interesante. Un libro que ama la poesía. Y que contiene además un poema que podría añadirse a cualquier gran antología: 'Espadas, agujas, pinceles'. Yo les dejo aquí el comienzo de Ariles, con el poema 'Nada que ver': “No es lo mismo el instante preciso que el preciso instante”. Ustedes deciden si después de esta precisión suben al trampolín de las clavadistas y saltan.

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Mala Yerba (Tolstoievski), de Jaim Royo

Por Luis Sánchez Martín

Apenas un año y solo cuatro títulos dio de sí la editorial alicantina Tolstoievski, una editorial para la que me ahorraré el eufemismo 'independiente' y diré directamente pequeña, pobre y unipersonal. Apostó por el libro de bolsillo para poner en manos del lector obras de gran calidad a un precio asequible, y una de aquellas cuatro obras fue Mala yerba, de Jaim Royo.

Si tuviera que reducir mi opinión sobre esta obra a una sola palabra, esta sería 'demoledora', pues la historia (las tres historias) que se narran rompen con casi todo lo que llevo leído en los últimos años.

La novela se construye sobre personajes al límite: no hay ningún actor, ni siquiera secundario, que posea la (muy difusa, por otro lado) cualidad que llamamos 'normalidad'. Todos viven intensamente, paladeando cada segundo, observando y analizando la/su realidad de una manera que cualquiera podría encontrar obsesiva, pero que para ellos es el 'simple' día a día. Estamos, además, ante un estudio del ser en relación con los demás. Si bien el protagonista es un huracán que arrasa la historia de principio a fin, cada una de las partes de esta suerte de trilogía nace (y por tanto, puede contarse) de sus relaciones con terceros. Terceros creados sin descripciones y a golpe de diálogo y anotaciones en agendas y diarios, otro gran acierto, en mi opinión, por parte del autor. 

Además de lo ya comentado, la historia alcanza grandes cotas de intensidad por el hecho de ser una novela de puro presente: para los protagonistas el pasado es un paradójico lastre necesario y el futuro, sencillamente, no existe. 

Si a esto sumamos la crudeza y realismo con que se tratan temas como la depresión, el alcoholismo, la noche o los negocios turbios, el resultado es una novela que difícilmente dejará indiferente al lector.

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Un futuro anterior (Sexto Piso), de Mauro Libertella

por Salva Robles

Novela que refleja, con mucha fuerza narrativa y un estilo limpio de retoricismos vacuos, un ejemplo más de esa corriente literaria surgida con fuerza en los últimos años que da cuenta de cómo se están transformando las relaciones sentimentales. El nuevo feminismo que ha brotado en menos de una década reclama (y reivindica con razonamientos) que los hombres nos replanteemos nuestras masculinidades y la novela de Mauro Libertella revela (y desnuda) a un personaje central cuya voz no es sino una batalla ganada al veto de la sentimentalidad masculina. 

Pero la novela es también algo más: atravesando la autoficción (o jugando con ella), da cuenta de la intimidad de toda una generación (la llamada millennial) y nos relata la historia de una pareja como muestra, sin olvidarse nunca de recordar al lector que toda historia de amor es única y universal al mismo tiempo, que cada amor se recicla con inclinaciones propias. Y, por si fuera poco, en sus 152 páginas nos encontramos también una educación sentimental sobre el miedo y las culpas, sobre la sinceridad y nuestros desequilibrios emocionales.

Merece la pena entrar en esta novela tan honesta cuya voz narrativa nos obliga a echar un vistazo justo allí donde menos nos gusta hacerlo.

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Vivir abajo (Candaya), de Gustavo Faverón

por Basilio Pujante

Uno de los aspectos que determinan que un autor se haya convertido en un clásico es que otros escritores lo homenajean y usen como modelo su libro. Es lo que sin ninguna duda ha ocurrido en las dos últimas décadas con Roberto Bolaño, uno de esos pocos escritores que han dejado una huella indeleble en la literatura. Su influencia es palpable en Vivir abajo, la novela que publicó en España en 2019, gracias a la editorial Candaya, el peruano Gustavo Faverón. En sus casi 700 páginas asistimos a la búsqueda del esquivo George Bennet, un estadounidense que recorrió casi todo el continente americano siguiendo la estela de su padre, un agente de la CIA implicado en varios momentos turbios de la historia de Latinoamérica. Faverón construye en 'Vivir abajo' una compleja y rica historia sobre la violencia política y familiar que no defraudará a los lectores más exigentes. 

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Una soledad demasiado ruidosa (Galaxia Gutenberg), de Bohumil Hrabal

por Paco Paños

Se me ocurren ahora varios títulos de libros poco conocidos o casi olvidados. La muerte de Virgilio de Hermann Broch o Berlín Alexanderplatz de Alfred Döblin, son parte imprescindible de mi formación como lector y creo que hoy se les presta poca atención. Pero no quiero hablaros de estas dos joyas de la literatura del SXX, quiero hacerlo de una tercera: Una soledad demasiado ruidosa, de Bohumil Hrabal.

El libro fue publicado en 1976, ocho años antes de La primavera de Praga y de la invasión de Checoslovaquía por las tropas del Pacto de Varsovia y diecisiete años antes de la división del país en lo que hoy son Chequia y Eslovaquia. Hrabal tenía sesenta y dos años.

Hanta, el protagonista, lleva treinta y cinco años en un oscuro sótano prensando libros censurados o provenientes del desmantelamiento de alguna biblioteca. A muchos los puede salvar llevándolos a su casa. Son tantos los acumulados a lo largo de los años que amenazan con sepultarlo al menor descuido si algún estante se desplomara. Y los lee: “Tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos”.

Hanta sabe del valor de los libros, de lo que trasmiten: “Los libros me han enseñado, de ellos he aprendido que el cielo no es humano en absoluto y que un hombre que piensa tampoco lo es, no porque quiera sino porque va en contra del sentido común”. 

Es un libro, como veis, sobre el amor a los libros y para amantes de ellos. También sobre lo peligrosos que son para algunos en determinadas circunstancias. Es un libro hermoso, un tanto surrealista y muy emotivo.

Si no lo habéis leído, haceros un favor, leedlo.

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Dolore minimo (Letraversal), de Giovanna Cristina Vivinetto

por Christian Nieto

Este poemario publicado en España en una estupenda edición bilingüe por Letraversal confirma a Giovanna Cristina Vivinetto como una de las grandes voces de la poesía mundial actual. Cómo habla del cambio, de conocerse a una misma, aceptar lo que siempre ha estado ahí y el cómo encajan las decisiones en la familia. Giovanna le canta a la mujer, a la madre y, por encima de todo, a ella misma.

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La grama (Dédalo), de Agustín Salgado

por Félix Crespo

Hay una foto, muy famosa, de tres mujeres colgando un cartel con una escalera, en el que puede leerse '“Viva el Feminismo. 1936”. Esta foto fue tomada en Cantalpino, un pueblo de la Tierra de Peñaranda, en Salamanca. Este pequeño pueblo tuvo una pequeña revolución silenciosa en octubre de 1979, cuando la revista Interviú publicó, bajo el título 'Así fue el terrorismo falangista', un reportaje que se encuentra facilmente en internet, en el que con nombres y apellidos se recogían las historias de quienes habían sido paseados en los primeros días de la guerra y, por primera vez, de quienes los habían paseado. Historias que todos los vecinos del pueblo conocían pero que no se habían puesto por escrito hasta entonces. Digo que fue una pequeña revolución silenciosa porque no quedó vecino que no leyese aquel número de Interviú, pero cada uno en su casa. 

Agustín Salgado, natural de Arabayona de Mógica, muy ligado a Pedroso de la Armuña, otros dos pequeños pueblos muy cercanos a Cantalpino, escribió La grama, basándose en estos episodios. La primera versión cambió los nombres. La segunda, ampliada, mantiene las identidades de todos, víctimas y verdugos. Y traslada, con toda la crudeza, cómo el mismo lugar en el que la joven abogada Maria Telo y sus compañeras pudieron colgar sonrientes un cartel de libertad e igualdad, se transformó en escenario de asesinatos, violaciones y silenciamiento.

La grama es un libro duro, muy bien escrito, difícil de terminar. Es uno de los libros que más veces he comenzado en mi vida y más veces he tenido que cerrar, desesperado, para volver a retomarlo más adelante. Es uno de los libros que menos he oído comentar y que más merecería ser conocido. Aunque tengo que confesar que, quizá, esta opinión mía tenga que ver, más de lo que yo mismo pienso, con que mi madre nació en Cantalpino en 1936.

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