'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
Cupido y San Valentín se hacen un regalo por menos de 50 euros
“Diez `gadgets´para regalar en el Día de los Enamorados”. “Tontear en la oficina y 9 cosas más que puede hacer por su pareja en lugar de cenar en San Valentín”. “El hotel de los besos robados y otros nueve viajes para San Valentín”. “15 regalos originales para celebrar este día especial por menos de 50 euros”. “Ellas enamoradizas y ellos inaccesibles. ¿O es al revés?”.
Todos ellos son titulares de una misma sección de un periódico serio titulada `Día de San Valentín 2018´. Una vez agotadas las segundas rebajas de enero, el capitalismo nos hace atragantarnos con San Valentín: champán, rosas, cenas románticas, regalos del tamaño de tu amor. A los sentimientos románticos se les cuelga una etiqueta con un precio más o menos accesible dependiendo del `target´. `De qué hablamos cuando hablamos de amor´, titula el escritor norteamericano Raymond Carver uno de sus mejores libros de cuentos.
A Cupido, que tiene el brazo cansado de tanto lanzar flechas, le apetece pasar la noche “en el hotel de los besos robados”. San Valentín le agradece la invitación con un “original regalo por menos de 50 euros”. No serán ellos, los inspiradores de esta jornada, quienes se queden solos.
Porque además de esta mercantilización sin tregua, si no tienes pareja eres culpable de que no te estén regalando una tablet o no disfrutes de cena romántica en un día como hoy. Más aún con todas las aplicaciones amorosas que te ofrece el mercado: Tinder, Grindr, eDarling o Meetic.
En esta sociedad individualista ya sabes que todos los fracasos, los desencuentros, el vacío existencial que experimentes son sólo asunto tuyo; nada que ver con la sociedad atomizada y líquida que analizara el sociólogo Zygmunt Bauman. Además de que el hecho de no tener pareja e hijos pesa mucho más a las mujeres que a los hombres en esta sociedad en la que la construcción de la feminidad está mucho más vinculada a la familia que la de la masculinidad.
Si el amor se cosifica en San Valentín en Occidente, su celebración es, en cambio, polémica en algunos países orientales. En Pakistán se prohíbe “por ir en contra de los valores del Islam”, según el Tribunal de Justicia de Islamabad, o puede traducirse en agresiones a algunas parejas que se atrevan a celebrarlo en zonas de la India rural. El amor romántico apunta con fuego al núcleo de la sociedad de castas de la India, en el que suegra busca nuera. En China, en cambio, les hemos colado el gol de San Valentín -y del capitalismo- hasta niveles estomagantes, mientras que no regales un reloj que hace alusión al paso del tiempo y recuerda el final de una relación o unos zapatos con los que echar a correr del lado de tu amado.
Lo que está claro es que el romanticismo/amor/sexo no es cosa de dos, como la concepción del amor burgués a partir del siglo XVIII nos hizo creer. Ahí siguen metiendo mano la religión, el mercado, la psique individual y colectiva, las series de televisión, las mejores aplicaciones para ligar y el machismo, entre otros tantos. Soñamos con un cliché inexistente que nos ocasiona problemas en la realidad para después poder comprarnos - o no- regalos. Si cuestan menos de 50 euros, mejor.