Es Chile uno de los países más ricos de Latinoamérica. Caminando por Santiago de Chile uno tiene la impresión de estar en cualquier ciudad europea. Por eso sorprende que entre los grandes edificios, museos y universidades se esté dando una auténtica batalla campal cada día, a los ojos del mundo y sin embargo con tan poca atención mediática.
Lo primero que hice al llegar a Santiago de Chile fue intentar acercarme a la Plaza Dignidad, epicentro de las protestas ciudadanas, pero fue imposible; aproximadamente un kilómetro antes, tanquetas con agua dispersaban a todo el que caminaba por la calle. Hablamos de una capital de un país a las 5 de la tarde en vísperas de año nuevo, en la jóvenes corrían despavoridos. La forma de actuar de los Carabineros en Chile, es cobarde y particular, pocas veces cargan hombre a hombre; prefieren refugiarse en grandes tanquetas lo que da una sensación de distancia, en 10 minutos todo el centro estaba lleno de gases lacrimógenos y gente corriendo. El saldo de la represión hasta la fecha es de al menos 27 muertos y 3.649 heridos, de los cuales 405 tienen heridas oculares, según el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Chile.
Pero la Plaza Dignidad no solo es el escenario de la represión. También, y esto muestra la capacidad de resistencia del pueblo chileno, es el escenario de conciertos, actividades culturales, poesía, talleres feministas, más de 10.000 chilenos despidieron el año en la plaza, estas actividades son las que reprimen sistemáticamente los carabineros deseosos de evitar que se siga usando el espacio público. Emociona conseguir llegar a la plaza y escuchar las canciones de Víctor Jara, ver a miles de personas de todas las edades y orígenes coincidir en la defensa de la dignidad, a pesar de que el uso masivo de gas lacrimógeno en la zona, provoca picor en los ojos hasta pasados varios días.
Las movilizaciones empezaron con algo tan cotidiano como el aumento de las tarifas en el metro, el medio de movilidad de miles de trabajadores chilenos, pero solo fue la gota que colmó el vaso de una población que ha visto como el gobierno Piñera ha ido precarizando todos los servicios públicos y favoreciendo a una elite económica; al actual gobierno le queda poco, lo que dure su mandato, es obvio que no va a repetir pero justo por eso con sus divisas bien resguardadas en el extranjero implementa sin piedad una agenda neoliberal de choque.
Chile tiene un problema con sus fuerzas de orden público, que por cierto es parecido al que tenemos en España, ambas transiciones se cerraron sin un cambio en los poderes institucionales del estado, no cambiaron jueces, cúpulas militares, etc. La policía chilena reprime igual que hacía con Pinochet en el poder, ningún gobierno civil es capaz de controlarla, pero es que además, ahora tienen un presidente que les anima a controlar las calles al precio que sea.
Uno de los debates que se dan en estos momentos en Chile es el nuevo proceso constituyente para acabar con la constitución vigente aprobada por Pinochet, el gobierno quiere una reforma desde arriba controlada por el parlamento y que apenas modifique nada de lo sustancial, mientras los movimientos sociales exigen un proceso desde abajo y participativo que no lleve a cerrar en falso el debate abierto.
Chile es otro escenario del combate global que se está llevando en América Latina entre las fuerzas conservadoras, neoliberales y fascistas, ya no apoyadas sino dirigidas por Washington, y los pueblos organizados en busca de ampliar sus derechos sociales y ser soberanos de sus propios países. Mientras que México y Argentina dan luz a la cooperación de los pueblos vemos al gobierno golpista boliviano y el conservador presidente de Colombia buscando una vuelta a la sumisión estadounidense.
De nuevo América Latina es una laboratorio neoliberal y dependiendo cómo termine esta disputa, llegaran las presiones políticas a Europa; si EEUU y el FMI consiguen implementar por completo sus agendas el siguiente paso será trasladarlas a los países del sur de Europa. Como dice una pintada a la entrada de la Plaza Dignidad toca continuar luchando hasta que la dignidad se haga costumbre.
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