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De cómo beben los peces de colores y las cenas navideñas del PP

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el líder del PP, Pablo Casado.

Patricio Peñalver

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No es que no tuviera tema es que tenía demasiados temas a la vez. Me disponía a escribir sobre las diversas luces de colores que iluminan las calles y con el color y la luminosidad que dan esos cientos de bombillas, por instantes en esa batalla contra las sombras, me vine arriba y me llegó una repentina iluminación.

A punto estaba de empezar, cuando de repente por la radio sonó el estribillo de un villancico: “Pero mira como beben los peces en el río, beben y beben y vuelven a beber”. De pronto esa musiquilla me llevó a mi niñez y me vi en aquel enorme belén que se instalaba en la Plaza de la Cruz, ante la enorme Catedral de Murcia. Y a los auténticos peces de colores que se paseaban por el riachuelo artificial les seguían cantando: “pero miran como beben los peces en el río, beben y beben y vuelven a beber”.

Y en eso estaba hasta que se volvió a armar de nuevo el belén entre Casado y la Ayuso. Desde Génova se decidió cancelar la tradicional cena navideña del PP madrileño, a la que cada año acude la dirección nacional con su presidente Pablo Casado, argumentando el aumento de casos de la COVID; así como otras cenas. Y a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso no le gustó la medida y manifestó: “No hay motivos para estar cancelando de manera masiva ni comidas ni celebraciones”. De hecho esa noche se fue a Arganda del rey y en ese encuentro dio positivo un concejal. 

En esa pelea por las cenas, no sabemos de que va ese eslogan: “Comunismo o libertad”. Como les decía que tenía varios temas, voy a pasar de puntillas sobre la famosa “Cumbre comunista” entre el papa Francisco y la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz. No liemos más el tema y dejemos que los peces beban y vuelvan a beber. Ay, las cenas, las famosas cenas. Permítanme, mis improbables lectores, entre tema y tema, que les obsequie con mi tradicional articulo navideño, publicado en el diario La Verdad, un 18 de diciembre de 2010. Aunque también este articulo sea otro tema:

Cene como un pobre

Como berlanganiano que soy os debo una explicación y os la voy a dar: hace unos meses en una tertulia ocasional platicábamos unos amigos de cine y de pronto la conversación se encasquilló al preguntar uno de los concurrentes si García Berlanga vivía o no.

Ninguno tuvo la certeza de afirmar una cosa u otra, a vuelapluma poco importó, y seguimos hablando de la extensa filmografía de don Luís y de su personalidad y su carisma; uno glosó sobre el carácter erotómano y fetichista del maestro y la colección de libros 'La Sonrisa Vertical' que dirigió; otro planteó el interrogante de cómo podía sortear Berlanga a la censura de entonces con películas tan sutiles como 'El verdugo', resaltando el trabajo de Rafael Azcona como guionista, y prosiguió hablando de 'Bienvenido Mister Marshall', en la que participaron Juan Antonio Bardem y Miguel Mihura, y aunque la versión original había recibido algunos cortes, era toda un crítico canto de epifanía al llamado Plan Marshall: «Americanos os recibimos con alegría... Viva tu madre, viva tu tía». Por último, el menos hablador de los tres participantes se destapó parlando sin parar, y ya no dejando hablar a nadie, se disparó contando las estructuras corales de los filmes 'Patrimonio nacional', 'La vaquilla' y de 'Todos a la cárcel'; hasta que se disolvió la tertulia con la llegada de un cuarto personaje al que todos después de saludar, esquivaron. Ahí, quedo el asunto.

Sin embargo, el asunto y el dilema de si Berlanga vivía o no; desafortunadamente volvió a surgir, al tiempo, de manera imprevista y ya sin vuelta de hojas ni recovecos. La noticia estaba en todos los medios de comunicación: «Berlanga, había muerto».

Curiosamente unos días antes yo había vuelto a ver dos extraordinarias películas, que con mucha intensidad me habían despertado la memoria llevándome en volandas a los territorios sentimentales de mi adolescencia, a la España en blanco y negro. La primera película era 'Calabuch' y me conducía al cine neorrealista italiano y por asociación de ideas a la literatura de Cesare Pavese e Italo Calvino. La otra era 'Plácido', esta película sí que había dejado marcas en mi memoria en esa fase en la que uno tomaba conciencia de lo que era la justicia social y lo que era la caridad. Les recuerdo la sipnosis: «En una pequeña ciudad de provincia, unas señoras aficionadas a hacer la caridad inventan una campaña navideña bajo el lema «Cene con un pobre», piensan que es bueno invitar a cada menesteroso a las mesas de las familias pudientes y darle el afecto de una familia para su ánimo. Y ese peliculón me llevó sin querer a Vittorio De Sica y al gran Federico Fellini. Este 'Plácido' como todo gran clásico se torna moderno y contemporáneo. ¿Se imaginan, en estos tiempos de crisis si a alguna entidad en fomentar obras pías, se le ocurre montar una actual campaña navideña de «Cene con un pobre»? Y esta película me lleva a otra: 'Qué bello es vivir', de Frank Capra, mi preferida por Navidad, siempre me enternece ver al abrumado y pequeño banquero, en el gran papel de James Stewart. Ahí también se refleja la actual crisis financiera. ¡Llegaron los liberales, tatachán!

Ahora que todas las noches se encienden las luces esplendentes, me vuelvo a acordar de Míster Berlanga que era todo un getleman, con una ironía y un humor mediterráneo inigualable; lo pude comprobar en una de aquellas Semanas de Cine Español que se organizaban en Murcia, en la que se le hizo un homenaje y por aquí estuvo unas jornadas. Uno de esos días nos habíamos visto varias veces y al anochecer me lo encontré de nuevo y traté de hacerme el disimulado. Iba yo por una acera, calle de Correos abajo, y él venía por la otra acera, calle arriba. De pronto se quitó el sombrero y me llamó a voz en grito y me dijo: «¡Eh, eh, buenas noches!, ¿Es qué no me conoces?». Así era el maestro Berlanga. Así que como berlanganiano que soy y como alcalde que no soy, os debía una explicación, y os la acabo de dar.

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