El CIS güertano ha hablado cual oráculo de no se sabe muy bien quién, aunque se intuye porque, siempre que tira, tira para el mismo lado: el de quien paga generosamente a un codirector para que obtenga una pátina de pretendida independencia que avalaría consecuentemente los resultados de sus sondeos de opinión.
Queda así retratado el CEMOP tal que es su valor en la política regional. No es nada nuevo: mucho antes que ahora ese organismo encuestador ha sido suficientemente desenmascarado y, explicitados cuáles son los intereses a los que sirve, digamos que puesto en valor adecuadamente.
Sobre el reciente “barómetro de otoño” hay que señalar, como cuenta la información oficial de la Asamblea Regional, institución que encarga la encuesta del CEMOP, que fue hecha “entre el 2 y el 15 de octubre, antes de la segunda ola de la pandemia”. Que sus resultados se aproximen a la realidad de ahora, un mes después, cuando estamos en pleno pico de la segunda ola, sería, pues, mera casualidad.
Pero que se presente, en palabras del citado codirector, como hecho incontrovertible que “el Partido Popular se beneficia claramente de una buena gestión de la pandemia y de su líder (sic) en el marco de lo que sucede habitualmente en el mundo COVID respecto a los gobiernos que tienen gestión directa en la pandemia” resulta, como poco, alucinante.
Primero porque, al margen de lo que arrojen los resultados de la encuesta, que la gestión de la primera ola fuera exitosa o “buena” es más que discutible. Pregunte quien quiera en el sector sanitario en general ––médicos, enfermeras, auxiliares, celadores...–– , y obtendrá una visión cercana a la realidad. Aquel primer embate pandémico de primavera nos pilló desavisados y faltos de preparación por diversas circunstancias.
La principal fue que, desde que empezaron en 2012 los recortes y cortapisas salvajes en la Sanidad murciana ––como en la Educación y Servicios Sociales–– ninguno de los sucesivos equipos que han pasado por el departamento que vela por la salud pública hizo nada por revertirlos. Ni siquiera cuando, en tiempos del último gobierno de Mariano Rajoy y enésimo de Valcárcel y Sucesores, se empezó a cacarear que el austericidio había surtido efecto beneficioso y ya se palpaban los brotes verdes producto del sacrificio.
Como nada se hizo para revertir esa situación, la primera ola pandémica primaveral nos pilló en bragas, con perdón. Lo que quiere decir que los recortes de Rajoy aplicados eficientemente por Valcárcel y Herederos S.A. tenían sumida a la Sanidad en un estado cuasi catatónico. Tuvimos suerte porque no había, ni hay, Ave, explicó la ahora lideresa regional de los regeneracionistas fallutos.
En otoño, la segunda ola nos golpea duramente –– ayer jueves Murcia (junto a Asturias, Andalucía, Ceuta y Melilla) había notificado más muertes diarias que en el peor momento de la primera, según datos del Ministerio –– y nos ha pillado igualmente sin ropa interior, a pesar de que el Gobierno de López Miras tuvo varios meses para afrontar el segundo envite pandémico que estaba cantado y que, efectivamente, nos ha caído encima.
Con la nave de través ante la segunda oleada, López Miras anunció el 30 de octubre un Plan de Contingencia para “incorporar casi 500 camas más en los hospitales de la Región en tan sólo 24 horas si la situación hospitalaria empeora sustancialmente”.
Casi inmediatamente, hace una semana aproximadamente, empezaron a llegar nuevas camas al Hospital Los Arcos del Mar Menor que, desde que se inauguró en 2011, ha venido funcionando a medio gas porque, en virtud de los recortes de 2012, solo se dotó para atender a unos 130 enfermos y con una sola UCI de cinco o seis camas. Ahora se está pretendiendo abrir la mitad del hospital que ha estado cerrada casi diez años y que, si funcionara al 100% de su capacidad podría albergar a unos 310 pacientes, según fuentes hospitalarias confiables. Algo parecido está sucediendo en el vetusto Rosell de Cartagena.
Las mismas fuentes estiman que con las nuevas camas incorporadas a Los Arcos de prisa y corriendo quizá podrían ser atendidos unos 230 pacientes. El problema, cuentan, es que en el Sistema Murciano de Salud no hay médicos, ni enfermeras, ni auxiliares, ni celadores para atenderlos. Esto mismo ya fue señalado claramente y sin ambages pocos días después del anuncio de López Miras por portavoces autorizados del sindicato de Enfermería SATSE, del sindicato médico CESM y del Colegio de Médicos en declaraciones sin desperdicio.
Otra fuente confiable, ésta de Atención Primaria, coincide con las opiniones anteriores y señala específicamente la falta de profesionales a todos los niveles en ese subsector sanitario a pesar de que salieron ochenta plazas de médico en junio: se quedaron sin cubrir al menos otras 30 porque la bolsa de trabajo no daba para más. Fenómeno a reseñar y en el que coinciden todas las fuentes consultadas: desde hace tiempo se está produciendo una “huida” de titulados sanitarios murcianos no solo al extranjero, sino también y más recientemente, a regiones vecinas donde les ofrecen mejores condiciones laborales que en la CARM.
Rebobinemos, pues. Releamos la opinión del codirector del CEMOP y convenzámonos de la “buena gestión de la pandemia” realizada en la Región según el Barómetro de Otoño. Y el Gran Cofrade que preside la Asamblea promete que habrá, por vez primera, un Barómetro de Invierno para dentro de pocos meses. Vale.
P.S. Cada vez son más quienes se preguntan qué pinta el “otro” codirector del CEMOP en semejante berenjenal.
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