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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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La Ciudad sin Ley

Entrada al barrio de San José Obrero (Alcantarilla)

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El barrio de San José Obrero de Alcantarilla ha sido conocido popularmente como La Ciudad sin Ley, al igual que la película dirigida por Don Siegel, el barrio ha sufrido las injerencias del poder de forma activa y pasiva. La leyenda sobre el origen de dicho mote tiene diferentes explicaciones, desde la fama adquirida por alguna reyerta hasta la comedia de algunos vecinos al vestirse de vaqueros. Este mote del barrio durante los años 80 fue tomado con sorna por los propios habitantes, hasta el bar del barrio se le llamó bar Texas, donde más de uno salió empapado por el sifón del dueño al entrar sin camiseta durante los calurosos días de verano.

Las calles que habité en mi juventud han desaparecido, las horas y horas jugando a la pelota en la carretera hasta que éramos arrastrados por los gritos de madres y abuelas a cenar eran interminables. Entre pelotazo y pelotazo, emprendíamos viajes a la Armanda para comprar chucherías para nosotros y pipas para las abuelas que se sentaban en los portales con sus sillas y hamacas. En ocasiones, si era necesario, también interrumpíamos nuestro juego para ir a por cualquier otra cosa al Jarcha, abandonando la tienda tras la coletilla: “apúntalo en la cuenta”, -algunas de esas cuentas, no se llegaron a liquidar jamás, bien me consta-. En ocasiones, los niños éramos expulsados de la carretera de la calle Carrascoy a las oliveras, un espacio que se fue deteriorando con la construcción de la MU-30. Por cierto, llegué a leer en prensa el plan por el cual estaba aprobado cerrera la salida de la carretera al barrio, y como consecuencia aislar un poco más a sus gentes ya de por sí invisibilizadas, vaya panda de imbéciles hay sobre plano.

El barrio de San José Obrero está lleno de gente humilde y trabajadora, que con la expansión industrial de Alcantarilla durante finales de los años 50 y principio de los 60 vinieron a trabajar en sus fábricas, como tantos otros hicieron, alojándose desde entrevías hasta Sangonera la Seca. En esos tiempos, eran otras las zonas señaladas para esconder los pliegues ocultos de la sociedad, lugares como las casas cueva de Alcantarilla, que curiosamente no forman parte, -ni como recuerdo-, del patrimonio local. Con el paso del tiempo, el diseño urbanístico y las dinámicas de las ciudades actuales, el barrio de San José Obrero se convirtió en un barrio de extrarradio. Gente digna que ha sido marginada a marchas forzadas, hasta ganar una fama inmerecida. El propio relato del centro del pueblo pareció ser la semilla que proyectó determinados males que hoy actúan sobre el barrio. Aún recuerdo algún compañero de instituto que me miraba con cara de atontado, extrañado, preguntándose cómo lo hacía para sobrevivir en tal lugar.

Ese pequeño Macondo que es Alcantarilla, donde murcianos de muchos lugares se instalaron en busca de trabajo durante los años de dictadura, también destaca por ser uno de los lugares más próximos a fábricas como la furfural o los derivados químicos. Desde hace casi una década, la plataforma “Aire Limpio” lleva luchando para mejorar la calidad del aire. En su labor han detectado en la estación de Alcantarilla: Benceno, Tolueno, Ozono, Xileno y partículas en suspensión. Dejando claro que los problemas derivados no son solo malos olores.

En mi juventud llegué a conocer algún trabajador que me explicó el siguiente procedimiento en una de las fábricas colindantes: días antes de una inspección, la fábrica era avisada por alguien de la propia administración pública, de tal forma que alertaban a los operarios, paraban máquinas para reducir los niveles de ciertas sustancias y colocaban los filtros pertinentes para pasar la inspección, -filtros que obviamente no eran presentes de forma cotidiana-. Este recuerdo de juventud -y como tal, no se trata de una acusación en firme, de la cual no tengo pruebas registradas-, la explico para observar que es desde hace décadas que se habla de ello y se observa con sospecha el entorno industrial. Hace años que me trasladé a Cataluña, desde allí voy hablando con mis familiares que viven en el barrio y me van comentando la muerte prematura de tal vecino o la enfermedad de tal otro. Alcantarilla tiene unos índices de cáncer muy elevados, al igual que los cartageneros afectados por el mesotelioma que señalaron rápidamente al amianto, no hay que ser muy suspicaz para tener sospechas del origen de estos índices. La muerte del mar menor es visible y a todos nos duelen esas imágenes, en nuestro caso el aire nos envenena de forma invisible y esa foto del desastre colectivo no es tan fácil de recoger.

Con esta información en suspensión por el aire, yo me pregunto, ¿dónde están en Murcia los valientes que hagan justicia? No solamente aquella justicia que acaba en los juzgados, sino la que Ricoeur describe en su obra Lo Justo II (2008), donde se plantea “lo justo” como una acción, cuyo valor está en su uso en pos de la vida humana. Obviamente una comisión de seguimiento desde el Ayuntamiento de Alcantarilla es muy insuficiente. No debemos externalizar la aplicación de la justicia por los jueces o por comisiones que no sirven de nada, no debemos dejar que se haga un ejercicio posterior a los hechos, sino que se trata de un ejercicio de aquello que somos capaces los humanos, de denunciar y presionar desde la creatividad en busca acciones posibles. Hay que ser hospitalarios con los agraviados, para ello debemos exigir una investigación aún más exhaustiva y constante de forma tan ejemplar que no puedan encontrarse fisuras a nuestra fraternidad con los más vulnerables respecto las violencias invisibles de nuestra sociedad. Desde esta tribuna aplaudo las acciones de la plataforma “Aire Limpio” y reconozco mis limitaciones personales para ayudar a mis vecinos, aún así, ante este asunto se debe ir más allá, nos jugamos el sentido democrático de las nuevas generaciones y nos jugamos nada más ni nada menos que la vida. 

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