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La cultura y los medios tienen responsabilidad frente al machismo
Valentina Pagán
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“El mayor enemigo de la mujer es la propia mujer”, esta es una de las afirmaciones que el escritor Rafael Hortal ha realizado esta semana en una entrevista concedida a un diario regional con motivo de la publicación del libro que coordina y que lleva por título 'Arde el trópico'. No es intención de quien firma este texto criticar la recopilación de relatos que acaba de salir al mercado, tampoco cuestionar la profesionalidad del coordinador ni de los diversos escritores -muchos de reconocido prestigio en la Región- o personas que participan en él, sino poner el acento en las consecuencias que pueden tener este tipo de declaraciones en un medio público. Aunque se hagan más desde la ingenuidad que desde la mala intención, hacen un flaco favor a la batalla que desde el feminismo libramos muchas y muchos para erradicar los roles de género que encasillan a las mujeres en un estatus subordinado y que alimentan la desigualdad y la violencia.
En lo que va de 2016 se contabilizan ya 16 asesinadas a manos de hombres en España, según datos de Feminicidio.net (que recoje todos los homicidios, aunque entre el agresor y la víctima no haya relación íntimas); en 2015, según la misma fuente, fueron 106 los asesinatos registrados. Los datos son reveladores. No estamos ante casos aislados, sino ante una práctica extendida y arraigada en una sociedad que, como la nuestra, concede a los hombres poder sobre las mujeres. Son varones que matan haciendo uso de la superioridad que, por cultura, les es asignada. Y este es el enemigo de la mujer, no ellas mismas, como anuncia el escritor.
Los golpes son sólo un tipo de violencia contra las mujeres, el más extremo, pero hay más: salarios más bajos que los de los varones aun realizando la misma labor; techo de cristal en las empresas que nos impiden llegar a puestos de responsabilidad y dirección; empleos más precarios; una sobrecarga de cuidados en casa que recae en la mayoría de los casos sobre nosotras; una educación que desde niñas nos inculca que nuestro proyecto de vida, el único o más importante, es buscar a una pareja (preferiblemente heterosexual) y formar una familia; o el bloqueo constante de nuestros derechos sexuales o reproductivos, bien con la forma de leyes, bien con la forma de prejuicios sociales.
Para revertir la gravísima situación hace falta un cambio profundo desde las instituciones, con medidas legales que atajen la lacra de raíz, pero también urge un cambio de valores a partir de la toma de conciencia del machismo, una ideología excluyente que inunda nuestro día a día y que tiene gravísimas consecuencias, algunas de ellas pagadas incluso con la vida.
En este sentido, los periodistas, escritores, músicos y demás trabajadores de la cultura tienen una responsabilidad muy importante en ese cambio de mentalidad, pues trabajan con contenidos con los que los públicos y la ciudadanía crean su identidad y se relacionan.
Siendo esto así, es cuestionable que un escritor haga afirmaciones del tipo descrito más arriba en un espacio público y otras que aparecían a lo largo de la entrevista igual o más hirientes, repito, sin dudar que se hicieran desde la inconsciencia. Una de ellas, la que se resaltaba en el titular de la publicación -“hay muchas mujeres que tienen la fantasía de sentirse dominadas por el macho”- induce a justificar que si hay dominación del “macho”, es porque nos gusta y nos excita, da igual que sea dentro o fuera de la cama. En otras respuestas se consideraba que amar a una persona y tener sexo con otra es muy “del espíritu masculino”, que las mujeres buscan al “hombre perfecto”, que, según el entrevistado, sigue el patrón de varón cariñoso (parece que las mujeres lesbianas no entran en el marco) que se acuerda “de los cumpleaños”, y que “hay muchas mujeres machistas”, respondiendo afirmativamente a la pregunta que le hace el redactor o redactora.
Del mismo modo, es objetable también que los medios de comunicación, que ofrecen un servicio público, no empleen ningún filtro a la hora de dar difusión a este tipo de estereotipos, repletos de mitos falsos sobre la sexualidad femenina e ideas que refuerzan la desigualdad de género a través de imponer el modelo masculino del “macho” dominante frente a la mujer débil.
Como mujer, ciudadana y lectora apelo a la responsabilidad de los medios para que se doten de un código deontológico que preste especial atención al tratamiento de noticias, reportajes o entrevistas con contenido sexista, porque sirve de abono para consolidar los roles de género y los estereotipos que dibujan a la mujer como un sujeto menos sexual, más romántico y dependiente. Sólo así se contribuirá a la visibilización del problema y al cambio de mentalidad que tanto urge en el país en general y en la Región de Murcia en particular.
Valentina Pagán es miembro de Anticapitalistas
Sobre este blog
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