La remodelación que va a acometer el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tanto en el partido como en los grupos parlamentarios del Congreso y Senado, dando entrada a personas procedentes de otras sensibilidades socialistas, debería servir como ejemplo en el PSRM. La recuperación del protagonismo de Patxi López para el tramo final de la legislatura en la Cámara Baja es un gesto que no tendría que pasar desapercibido. Cabe recordar que en las primarias de mayo de 2017, el que fuera primer lehendakari no nacionalista contó con el apoyo desde la Región de Murcia de María González Veracruz, exdiputada y mujer a la que muchos auguraban un prometedor futuro político. Sin embargo, esa determinación suya a favor de apostar por una tercera vía le supuso el alejamiento de la órbita de Pedro Sánchez. Es muy probable que, si González Veracruz hubiera apostado por él, su nombre habría aparecido en cualquiera de los puestos relevantes de primer o segundo nivel en el consiguiente Ejecutivo.
Tanto Diego Conesa, con el que se midió en octubre de 2017 en primarias saliendo derrotada por escaso margen, como luego José Vélez, no han creído oportuno recuperarla como activo del PSRM en estos cinco años. Es de suponer que, en parte, porque temían que la bioquímica les pudiera hacer sombra. Sin embargo, ella mantiene cordiales relaciones con gente del Ejecutivo estatal y del partido, lazos que posiblemente se reforzarán ahora con la llegada de Patxi López a la portavocía del Congreso.
Pero el caso de María González Veracruz no es único. La veterana Rosa Peñalver, cuyo paso por la presidencia de la Asamblea Regional suele ponerse como ejemplo habitual de buen hacer en ese puesto institucional, también se mantiene en el letargo político desde 2019 y no por voluntad propia, precisamente. O Emilio Ivars, suspendido de militancia en su día por ciertas acusaciones de quintacolumnista, pero readmitido en contra del criterio de buena parte de la dirección regional.
Ahora, dirigentes como la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que apoyó a Susana Díaz en las primarias, y que será la vicesecretaria general del PSOE; la ministra de Educación, Pilar Alegría, que asumirá la portavocía del partido aun habiendo ocupado esa misma responsabilidad en las primarias con la expresidenta andaluza; Óscar López, jefe de campaña de Patxi López en aquellas mismas elecciones internas o Antonio Hernando, firme defensor de la abstención del PSOE en la investidura de Mariano Rajoy en 2016, vuelven a primer plano, reclamados por su secretario general, para apuntalar e intentar enderezar el edificio tras los sucesivos terremotos electorales de Castilla y León y Andalucía.
Entre tanto, en la Región de Murcia nadie mueve ficha en ese sentido y la continuidad del actual equipo parece conducir hacia un nebuloso horizonte en mayo de 2023, con el vaticinio de unas prospecciones demoscópicas que no le asignan al PSRM más de 14 o 15 escaños, insuficientes con los dos de Unidas Podemos y la extinción de Ciudadanos para plantear batalla al PP y a Vox. Una reciente encuesta aseguraba que los de Abascal podrían triplicar su actual presencia en la Asamblea Regional. Si eso fuera así, estarían en condiciones de ponerle las peras a cuarto al PP y quizá ya no solo de limitarse a pedir tres consejerías en el Gobierno para votar la investidura. Y mientras, otra legislatura más, la izquierda sin ser capaz de dar un golpe de timón y a verlas venir. Es evidente que aquí, en el Sureste español, hay derecha para rato.
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