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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Infancia LGTBI

"En los cuentos, las películas y en general en cualquier material destinado a la infancia solo se presenta el modelo de una heterosexualidad y una expresión de género muy definida"

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No hay cosa que me apene más que esos adultos que en aras de la protección del menor machacan la infancia y la adolescencia de las personas LGTBI. Porque tarugos, retrógrados y homófobos afortunadamente hay muy pocos, aunque a veces hagan mucho ruido. Pero los que hacen un daño considerable sin saberlo son aquellos adultos bienintencionados que creen estar protegiéndonos pero lo que están haciendo es poner piedras en nuestra mochila hasta que el peso se hace insoportable.

Como maestra de primaria, y por el hecho de estar casada con una profesora de secundaria, tengo información de primera mano de cómo están viviendo y desarrollándose los menores LGTBI. En algunos casos viven situaciones dramáticas de acoso escolar, maltrato en el seno de su propia familia y rechazo. Pero lo que veo como problema generalizado y que afecta al 100 % de la infancia LGTBI es que no les permitimos tener un desarrollo afectivo y sexual sano que no esté basado en el rechazo, la culpa y la vergüenza.

Todos estamos de acuerdo en que hay que desarrollar la afectividad y la sexualidad de los niños y niñas de forma sana. Por eso desde la más tierna infancia les contamos cuentos donde sus personajes se enamoran, se casan y forman familias. Es la forma en la que les explicamos el mundo a los más pequeños. Les presentamos un modelo de conducta deseable mediante cuentos, dibujos animados, películas, etc. Pero solo les presentamos la heterosexualidad como modelo válido. En ningún momento les leemos cuentos sobre dos príncipes o dos princesas que se enamoran. Tampoco cuentos o historias donde los niños se disfrazan de princesa o las niñas llevan el pelo corto y les gusta jugar al fútbol.

En los cuentos, las películas y en general en cualquier material destinado a la infancia solo se presenta el modelo de una heterosexualidad y una expresión de género muy definida. Es por ello que cuando las personas LGTBI nos damos cuenta de que no nos adaptamos a ese modelo empieza nuestra lucha, primero con nosotros mismos y después con el mundo que nos rodea. Si además percibimos en algunas personas de nuestro entorno el rechazo tácito hacia cualquier otro modelo de afectividad, sexualidad o expresión de género el asunto se vuelve peor todavía.

He escuchado muchas veces a compañeros decir que no hay por qué tratar el tema en clase porque todavía no se sabe si van a ser gays o no y que si lo hacemos los estamos condicionando. También he escuchado la versión, ante un problema de rechazo hacia un niño por parte de la clase, por su expresión de género, de que mejor no tratar el tema, porque así se señala al niño y los otros sabrían que se trata de ese compañero en concreto. He escuchado de todo, hasta que no quieren tratar el tema porque no quieren problemas con ciertas familias. Aceptando así la homofobia de estas personas y validándola ante los demás.

Los docentes tenemos el deber de garantizar en el ámbito educativo los derechos de la infancia. Y los niños tienen derecho a ser como son y a desarrollar una afectividad sana. Si les escondemos la homosexualidad les estamos privando a todos esos niños que no son heterosexuales de un desarrollo integral de su persona, que es uno de los fines de la educación obligatoria.

El problema radica en que todavía bastantes personas ven la homosexualidad como algo a evitar. Aunque si la perciben la acepten y respeten, intentan esconderla y no presentarla como una opción más. Porque en realidad esos adultos no quieren que sus niños sean homosexuales o su expresión de género no se adapte a la esperada. Alegan que temen lo que otros puedan decirles o hacerles, y no se dan cuenta de que los niños perciben desde muy pequeños ese ocultamiento y ese rechazo, y les hace pensar que tienen algo malo, algo de lo que avergonzarse. Bajar la voz cuando en una conversación hablan sobre que alguien es homosexual, no recriminar su actitud a personas que tienen comentarios homófobos, e incluso echarles una media sonrisa siguiéndoles la broma, o simplemente el que nunca se haga una referencia a ello. Todas esas cosas las perciben los niños, perciben que hay algo oscuro, rechazable, algo a esconder, algo que tiene que ser malo porque los adultos se lo ocultan. Si además el mensaje que les llega por medios de comunicación, redes, el recreo o la calle, es que si tú eres así hay personas dispuestas a agredirte de forma gratuita, todo se hace un combo que lleva a depresiones, crisis de ansiedad y en ocasiones a intentos de suicidio, antes incluso de que ellos sean capaces de ponerle palabras a lo que son y lo que sienten.

La orientación sexual o la expresión de género son características de las personas y como tales las tenemos que respetar. No son una tara o un mal desarrollo de la persona. No hay nada que prevenir e intentar hacerlo causa mucho sufrimiento en las personas. Dejad a los niños ser, amar y desear como ellos quieran. Tienen el derecho a desarrollarse como son y nosotros como adultos, y sobre todo los docentes, tenemos el deber de garantizar ese desarrollo. Es por ello que debemos darles referentes positivos. Mostrarles desde pequeños que es una opción tan válida como las demás y así cuando ellos se descubran se reconocerán, sabrán ponerle nombre y sabrán que van a ser aceptados. La escuela tiene ahí un papel fundamental porque quizá sea el único entorno en el que se le mande el mensaje de que es perfecto tal como es, que no tiene nada que cambiar ni a lo que adaptarse. Convirtamos las escuelas en espacios seguros donde los niños puedan tener un desarrollo pleno. Es su derecho y nuestro deber.

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