Antes de que se olvide, engullido por la vorágine noticiosa, habría que reflexionar someramente sobre el lógico intento del fiscal jefe de encausar al expresidente Válcarcel, a quien la memoria colectiva regional parece tener en la gloria, o en el limbo de una universidad privada.
Lógico, digo, parece el intento de José Luis Díaz Manzanera, pues a muy poca gente del común le cabe en la cabeza cómo pudiera ser exonerado de tamaño asunto como el de la desaladora de Escombreras el superjefe del complejo entramado dizque fraudulento que alumbró la construcción de esa instalación con participación probada de al menos dos consejeros fieles —Bascuñana y Cerdá— y unos cuantos altos funcionarios de la administración “popular”, que hizo y deshizo a su antojo durante varias décadas con nuestros dineros de todos.
La estrategia de defensa del yo-no-sabía-nada no es creíble, como ha quedado demostrado en los casos de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes. Por poner dos ejemplos clamorosos. Hay más. Tampoco resulta muy comprensible al común cómo una triquiñuela legal —tal que la de limitar el tiempo de instrucción judicial inventada por Rajoy y sus mariachis— puede dar lugar a que los antes imputados escapen de rositas gracias al despiste, sobrecarga de trabajo, inacción o simple negligencia, cuando no olvido premeditado, de algunos jueces y/o magistrados.
Además, con una presunta malversación de 600 millones de euros por medio y los personajes implicados aparentemente en ella, el común tampoco parece muy seguro de entender que tres jueces, tres, se estén quitando de en medio, o escurriendo el bulto —todo, al parecer, claro— en este asunto. Cuestiones de competencia son las que han llevado a los tres posibles instructores a rechazar el asunto. Y cualquier lego en materia judicial o procedimental se ve tentado a pensar que las patatas calientes queman mucho. En las manos y en la boca.
Queda claro también que, aunque la denuncia ante los juzgados haya sido obra material de la fiscal María Isabel Neira, el director regional del Ministerio Público, Díaz Manzanera, la apoya y tendría especial interés en que saliera adelante. Porque hay bastantes en esos círculos restringidos en que se mueven que creen o quieren creer que al fiscal jefe se le quedó un regusto amargo en la boca cuando, gracias a aquella medida de los plazos máximos y las causas complejas de instrucción de Rajoy, Valcárcel se escapó de rositas y tan pancho.
Cosa que puede volver a ocurrir porque, ante las largas cambiadas que se van dando los tres jueces a quienes podría tocar el asunto, será la Audiencia Provincial la instancia que tendrá que decidir. Y no está de más recordar que, hace menos de seis meses, la jueza que lo llevaba decidió suspender las declaraciones de testigos previstas porque la sala tercera, presidida por Juan Del Olmo, de la Audiencia había revocado la declaración de complejidad del caso que nos ocupa, denominado en el argot de los expertos “La Sal” o, más entendible, “Desaladora de Escombreras”.
La decisión de la sala eliminó la posibilidad de que Valcárcel hubiera podido ser llamado a declarar —¿como investigado?—, junto a otros de sus colegas, como el exalcalde de Murcia y la antigua de Cartagena. Y es políticamente coherente, aunque no connivente, con el hecho de que el Partido oficialmente “popular” y los supuestos “regeneradores” han bloqueado en el Congreso nada menos que 58 veces, que se dice pronto, la reforma del artículo 324 de la Ley de Enjuiciamiento que limita los plazos de instrucción, que es el caso que nos ocupa. Gracias a ella, por cierto, también se escapó el inefable Pedro Auditorio Sánchez (a.k.a. PAS) de uno de sus malhechos.
Llegados a este punto, si es que alguien ha seguido hasta aquí, quédese el amable lector con lo descrito, más o menos, e intente sacarlo como tema de conversación en el descanso del próximo partido internacional de La Roja. Ya verá lo que pasa. Inextricable. Como la Justicia. ¿O no tanto? Vale.
P.S.: Quedan para otro día los egos de antiguos autoproclamados socialistas que sacan barriga y disfrutan ahora de poltronas mullidas gracias a los votos de los diputados regionales del trifachito de aquí.