El pasado jueves se dieron cita en las aulas de Ciencia Política de la Universidad de Murcia los principales líderes del espacio progresista regional, Óscar Urralburu, Secretario General y Portavoz parlamentario de Podemos y Diego Conesa, Secretario General del PSRM-PSOE. Ambos cuentan con la legitimidad, frente a López Miras, de haber sido elegidos recientemente en procesos de primarias, pero sus actitudes políticas son tan distintas que nos planten el reto de decidir quién queremos que lidere “el cambio”.
Óscar Urralburu es ya un viejo conocido de la política regional y eso que solo lleva 2 años y medio en ella. Sus enfrentamientos parlamentarios con el Partido Popular le han valido para ser calificado por algunas voces como el líder tácito de la oposición, toda vez que el diluido González Tovar y el sumiso Miguel Sánchez han sido incapaces de plantar cara. En este tiempo, Urralburu se ha esforzado por demostrar que Podemos venía a transformar de verdad el orden de las cosas en la Región de Murcia, aunque con demasiada frecuencia ha tenido que prestar atención a las idas y venidas de su partido en Madrid, frente a las que ha solido responder con una medida sensatez, atributo típico de los murcianos. El último quebradero de cabeza de Urralburu ha sido Cataluña, un tema en el que se ha distinguido de todo el espectro nacional morado por su claridad. No se cansa de repetir que ellos no son independentista, ni de lejos, y además le señaló (literalmente) la puerta de salida al sector anticapitalista del partido que reconoció la legitimidad de la República catalana. Estos años de batalla en las instituciones –y en la calle, como se apresuraría a decir él– le han permitido conocer bien el funcionamiento institucional de la CARM y a muchos colectivos estratégicos frente a los que el futurible Gobierno del cambio tendrá que plantear respuestas.
A pesar de su semblante institucional, Urralburu no cede al pactismo de Palacio. El líder morado le reprochó al socialista el reciente acuerdo con el PP respecto a las ITV, no sin antes lamentarse de que el PSRM-PSOE vuelva a posiciones subalternas en el debate público de la Región de Murcia. Pareciera que los socialistas no se terminan de atrever a presentarnos un proyecto político alternativo que dibuje un nuevo modelo de Región. Parece que siguen temiendo los reproches populares que tanto daño electoral les hicieron antaño.
Es curioso que el líder radical y el líder moderado dentro de sus facciones internas intercambien papeles en el tablero regional. Conesa, que domina bien la comunicación política, dijo no querer hablar del pasado y hacerlo sobre el futuro y en positivo. El Alcalde de Alhama confesó haber acudido a las asambleas del 15M en su pueblo, pero eso no le bastó para noquear a un Urrralburu con gran coherencia interna en su discurso, cuyo reto, por el contrario, sigue siendo ganarse la validez externa. Frente a esta debilidad, Conesa no dudó en señalar que la mejor estrategia para salir victoriosos de la partida en esta Región es el consenso y la mano de seda. El líder socialista atribuyó al perfil sociológico de esta Región la necesidad de mostrarse como una propuesta “suave”. Aunque de primeras para los progresistas murcianos –hartos de la travesía en el desierto– suena atractivo el pragmatismo del alhameño, la fortaleza ética de Urralburu, que es más auténtico, hace dudar sobre si ese medio puede terminar hipotecando el fin de romper con el paradigma de gobierno popular.
Son demasiados años esperando el cambio y ahora que parece más cerca que nunca, si se produce, al menos, que sea real. Ambos apostaron por el entendimiento –faltaría más– entre sus dos partidos, pero los electores vemos en ellos dos caminos con pavimentación diferente. Uno, el de Conesa, supone transmitir que nada, en el fondo, va a cambiar, así que nadie debe temer apostar por él. El otro, parece confiar más en las capacidades del electorado y no se autocensura para decirle todo lo que de verdad tiene que modificarse en la política murciana.
De quién decidamos que lidere el cambio saldrá la fortaleza de las transformaciones que el espacio progresista quiere para la Región. Y de esa fortaleza y autenticidad depende el reto de recuperar la confianza de la ciudadanía, que de eso iba la conferencia.