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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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La selección de los servidores públicos: Los gobernantes

Interior del Congreso de los Diputados

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Entre los servidores públicos distinguimos entre funcionarios y gobernantes (incluyo aquí tanto a los que participan del poder ejecutivo como del legislativo). Hoy me voy a centrar en los gobernantes.

La tribu, la jefatura y el estado son estructuras sociopolíticas jerarquizadas. En ellas hay individuos con cierto poder para decirle a los demás lo que tienen que hacer. En Europa Occidental, tras la caída del Imperio Romano de Occidente, surgen una serie de estados feudales dominados por una élite guerrera de origen germánico que domina a la población de cultura romana. El poder de estos señores les viene dado por las armas. Entre ellos el rey es primus inter pares.

Con la aparición de las armas de fuego y el cambio a un modelo bélico basado en los mercenarios, los herederos de esta nobleza guerrera se van centrando más en la cultura y la administración. En Francia, Luis XIV logra convertirlos en burócratas a su servicio, erigiéndose en monarca absoluto. Otros estados siguen con más o menos éxito este modelo. Los monarcas absolutos de la Edad Moderna legitiman su autoridad 'por la Gracia de Dios'.

Ya metidos en la época de las revoluciones, y una vez llegada la democracia, la legitimidad de los gobernantes emana del pueblo en el que reside la soberanía, y que delega en ellos las funciones de gobierno, pasando estas funciones a ser entendidas como de servicio y no como de dominio.

El sistema de selección de los representantes del pueblo varía según lugares. Como ejemplos me fijaré en España y en el Reino Unido, dos monarquías parlamentarias.

En España, en la práctica, los diputados son elegidos por los partidos políticos en listas cerradas, y refrendadas por el pueblo que, además, tiene la oportunidad de anteponer unas listas a otras. Estas listas son votadas por circunscripciones electorales, que se corresponden con las provincias, y sus miembros acceden al sillón parlamentario según la prioridad establecida por el número de votos de su lista aplicando la ley D´Hont. La multiplicidad de circunscripciones electorales interfiere con la expectativa de que el número de votos recibido por un partido se traduzca por proporcionalidad directa en el número de escaños obtenidos, beneficiando a los partidos grandes y a los que concentran sus votos territorialmente, fundamentalmente los nacionalistas. La teoría dice que cada diputado representa a todos los españoles, aunque en la práctica suelen mostrar más lealtad hacia su partido o, como mucho hacia sus votantes. Para el senado, los españoles sí designan directamente los nombres de los senadores a los que eligen.

En el Reino Unido también hay dos cámaras. Los miembros de la cámara baja son elegidos directamente por el pueblo, con un único representante por circunscripción, lo que permite establecer un vínculo directo entre los votantes y su representante. Los miembros de la cámara alta obtienen su puesto por su estatus, de forma hereditaria o por designación de la corona. El sistema de selección de los miembros de la cámara alta es una reminiscencia de la época en que los gobernantes tenían una posición de dominio sobre el pueblo, no una de supuesto servicio.

Tanto en España como en el Reino Unido el poder ejecutivo es ejercido por el líder elegido por la cámara baja y los ministros designados por este.

En ambos países, los partidos políticos desempeñan una función fundamental en la selección de los gobernantes. ¿Con qué criterios desempeñan esta función?

En el Reino Unido la elección directa del representante único de cada circunscripción electoral resta poder a los partidos y refuerza el vínculo entre el representante y su electorado, a la vez que desliga a este del conjunto del ámbito nacional.

En España, al tener más influencia los partidos políticos, tienden a elegir los miembros de sus listas electorales entre aquellos de sus afiliados que mejor se ajustan a los intereses del partido. Esto suele ser entendido como aquellos que mejor respetan la disciplina de partido, en detrimento de los que puedan mostrar pensamiento o moral individual. En cualquier caso, el sistema de selección de los gobernantes resulta más que discutible.

La coyuntura política actual en un país como España, con una deuda pública en torno al 120% del PIB, con cerca de cien mil fallecidos por una epidemia cuya gestión política es muy criticada y con amenazas a su cohesión territorial, requiere unos políticos eficientes, que hagan bien su trabajo. Yo creo que en circunstancias menos críticas también es importante tener buenos gobernantes y que sistemas de sorteo de cargos como el usado por los atenienses son una frivolidad difícilmente asumible. La incógnita es: ¿Cómo conseguimos tener esos políticos competentes? ¿Qué sistema garantizaría o al menos facilitaría que se les elija en detrimento de otros incompetentes y deshonestos? ¿Cómo limitar la influencia de grupos de presión con intereses particulares opuestos al interés general? Desde antes de que Platón escribiera su República estamos tratando de encontrar el modo de organizar el estado. La cuestión sigue abierta. 

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