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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Una sociedad saludable, una sociedad mejor

José Gálvez Muñoz

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Hoy los diarios tampoco escriben nada de ti, ni del que fue tu trabajo ni de las colas de la pobreza que son también las colas de la enfermedad. Cada día que pasa, la prensa escrita es cada vez más la prensa de los supervivientes, de los vencedores, de los que han sobrevivido a estos años de involución, de recesión, es cada vez más, podríamos decir, la prensa de la seguridad, la religión y el deporte.

Afortunadamente, a veces, la técnica se pone de nuestra parte y cuando persistiendo en mi traslocación lectora he conectado mi Internet móvil, por los blogs y por los noticiarios internáuticos he conocido esas colas de la pobreza que indefectiblemente son también de la enfermedad. Porque no podemos olvidar que no ha sido sino la higiene, la buena alimentación, el acceso al agua potable y a la educación junto a oportunas dosis de aspirina, penicilina y cirugía lo que de veras mejoró la salud de los sapiens.

En su famoso Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres“ Jean Jacques Rousseau concluyó que ”…va manifiestamente contra la ley de la Naturaleza que un puñado de gente rebose de superfluidades mientras la multitud hambrienta carece de lo necesario“. ¿Pero qué significa lo necesario aquí y ahora? Yo puedo sospecharlo; el acceso al agua, a la electricidad, a una mínima vivienda, a la educación y a los servicios sanitarios.

Esta crisis o recesión o simple desgracia ha cambiado muchas cosas y otras muchas serán seguro perceptibles en unos años, pero lo que más ha cambiado ha sido, de forma irreparable, la vida de millones de personas. Si hay un término que define las consecuencias de la crisis este es “exclusión”. Alguien desde algún luminoso y céntrico despacho hace ya unos años dictó el camino a seguir, la hoja de ruta como ahora gustan denominar. Pero esta salida liberal y “tranquila” no es sino la salida por la exclusión. Y no parece que sea concebida como una solución provisional o accidental sino que parece consolidarse como la corriente hegemónica y a la vez la menos sensible y menos amable de la tradición liberal.

¿Puede esta ser una sociedad saludable? ¿Están realmente sanos los que promueven la exclusión? ¿A qué nivel de salud pueden aspirar los aquí excluidos?

Algunos propusieron desde la tradición liberal que una sociedad justa no pretende promover un fin particular sino que los ciudadanos deben perseguir sus propios fines. Esta concepción como bien ha explicado Michael Sandel, no presupone una concepción de lo bueno y hace hincapié en los derechos individuales y la equidad. Así les parece justa una distribución que deriva de una economía de mercado eficiente y se consideran a sí mismos como sujetos de mérito, gentes de esfuerzo y con capacidad.

Sin embargo, esos principios no han impedido que observemos como se acrecientan cada vez más la indecente brecha de la desigualdad y la dificultad para muchos para acceder a lo más esencial, en nuestra tierra y en el resto del mundo. Podríamos preguntarnos con Voltaire si de veras podemos sentirnos orgullosos.

Es posible, como también señala Sandel que en tanto a individuos no podamos considerar que merezcamos ni el talento que nos ha traído la suerte ni los beneficios que surgen de él sino más bien pensar que está en nuestra humanidad compartir mutuamente nuestra suerte.

Porque estos campeones del mérito deben saber que ninguno hemos merecido nacer en Europa, ni en una buena familia ni con aguda inteligencia. A veces, amigo Sancho más pareciera que defienden el privilegio que la equidad.

Bueno, de corazón espero que los diarios escritos no olviden a los ciudadanos excluidos o en peligro de exclusión, que los dirigentes y nuestros conciudadanos no olviden que seremos un país sin alma y sin salida si esta no es solidaria y que los que teorizan no olviden que por muy poco se libraron de nacer en el continente del Sur.

También espero, que jamás olvidemos las letras que Diderot escribió a su amigo el filósofo David Hume y que recoge Todorov en su “Espíritu de la Ilustración” “… Mi querido David, es usted de todos los países y jamás pedirá al desgraciado su partida de bautismo. Presumo de ser como usted, ciudadano de la gran ciudad del mundo”.

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