La tercera edad se prepara para la fase 1: “Me preocupa que una mañana me quede en el sitio y no se entere nadie”
Con motivo del inicio de la desescalada a nivel nacional los habitantes de los distintos municipios murcianos comenzarán a gozar de pequeñas libertades. En vísperas del inicio de la fase 1 en la Región de Murcia, Mari Ángeles, una mujer murciana de 84 años, confiesa que “no entiende” cómo funciona la desescalada: “Parece que la han pensado con los pies”.
No es la única. Josefa Navarro, de 72 años y natural de Murcia, asegura que le confunde que “unos días digan una cosa y otras veces otra”. Ve la desescalada con “desconfianza”: “Cada vez que saco al perro veo el jardín lleno de gente jugando al fútbol. Todos apelotonados”, cuenta.
Durante el desconfinamiento ha empezado a pasear por primera vez desde el inicio de la cuarentena: “Lo peor es llegar a casa, dúchate, cámbiate de ropa, lávala”, enumera, “no sé que hacer con los zapatos. Si los dejo en la entrada, a lo mejor la vecina se molesta”.
Los paseos de Josefa son cortos, sale “poco a poco, por la pierna”: “La tengo hinchada y no saben por qué. Me llamó mi doctora y me cambió la medicación sin verme. Me dijo que ya me llamaría”, se queja. “Tengo miedo de tomarme la nueva medicación porque es mala para las personas con tensión alta como yo. Me preocupa que una mañana me quede en el sitio y no se entere nadie”.
Mari Ángeles asegura que tampoco ha recibido la atención sanitaria que esperaba. Reconoce que ya estaba enferma antes del inicio del brote: “Tengo 17 plagas, son las que tengo”, pero “hace unos días me dio un dolor en la espalda que se fue agravando”. Ante esta situación contactó con su centro de salud: “Me llamó el médico y me mandó un calmante. El dolor no se va mucho, pero no es insoportable”, aunque admite que “no me deja dormir, con lo que me gusta. Tiene miga pensar que paso las noches dando vueltas en la cama o que incluso me levanto y voy al sillón porque no puedo más”.
Pese a todo asegura que el confinamiento lo ha llevado bien gracias a su cuidadora: “No se va hasta las siete, me deja la cena preparada. Por la mañana salimos las dos. Si que es cierto”, añade, “que llegué a la conclusión de que como tardaran mucho en parar el confinamiento no iba a saber andar, aunque parece ser que no se me ha olvidado del todo”.
Para Josefa, lo que más le ha pesado es la soledad: “He pasado el confinamiento mal, echando de menos a mis nietos y a mi hermana. Todos los días venía a casa y nos tomábamos un cafelito”, recuerda. “Estoy un poco deprimida. Llevo dos meses sola y aburrida”. Encarna Prieto, de 70 años, asegura que no ha estado sola en su casa de Zarandona: “Hemos pasado el confinamiento la tele y yo. Soy divorciada, he tenido ratos de sentirme sola, pero mejor sola que mal acompañada”, afirma entre risas, “lo más duro del confinamiento ha sido no poder salir a pasear”.
Encarna lleva desde el inicio de la fase 0 trabajando: “Cuido a una persona mayor. Trabajo porque con la paga que me ha quedado no puedo subsistir”, denuncia. Con apenas 400 euros de pensión asegura que: “Tenemos una ruina muy grande en España, si no solucionamos esto rápido se va a poner peor todavía”.
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