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Identifican los restos del presidente del Frente Popular en Navarra, asesinado por el franquismo en 1936

Imagen de los trabajos de exhumación de los restos de Ramón Bengaray Zabalza.

Rodrigo Saiz

Pamplona —

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El Departamento de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera, gracias a la labor llevada a cabo por el Instituto de la Memoria y el Banco de ADN del Gobierno de Navarra, ha idenificado los restos de Ramón Bengaray Zabalza, una de las principales figuras republicanas asesinadas por los franquistas en 1936 tras el golpe de Estado. Sus restos mortales fueron exhumados el pasado mes de julio en Muniáin de Guesálaz junto con los de Dionisio Gutiérrez Ijalba, natural de Aurizberri/Espinal. Los dos cuerpos han podido ser identificados gracias a las muestras de ADN de sus familiares.

Ramón Bengaray Zabalza fue un destacado dirigente de Izquierda Republicana y presidente del Frente Popular en Navarra. Músico, periodista y también deportista, llegó a ser directivo del Club Atlético Osasuna en los años treinta, equipo que ha mostrado su “emoción” a través de las redes sociales por la identificación de los restos del que fue uno de sus primeros directivos.

“No había ningún indicio documental que situara la muerte de estas dos personas en Muniáin”, explican desde el equipo del Instituto Navarro de la Memoria. De hecho, solo se conoce que Bengaray fue detenido por la Guardia Civil en la madrugada del 21 de agosto de 1936, entre Burutain y Olague, ya que la noticia se publicó en la prensa local, “algo llamativo por infrecuente”, señalan fuentes de la investigación. 

Sin embargo, se desconocía si fue conducido a algún centro de detención o directamente trasladado para su asesinato, ni tampoco las circunstancias en que se detuvo y trasladó a Dionisio Gutiérrez a Muniáin. Ninguno de los dos tiene expediente penitenciario, ni en la Prisión Provincial de la capital navarra, ni en el Fuerte de San Cristóbal. “Cuando pudieron inscribir sus muertes en el juzgado, la viuda de Bengaray indicó la fecha del 24 de agosto, mientras la de Gutiérrez la situó cinco días antes, el día 19”, apuntan desde el Instituto.

Esas fechas son compatibles con la información de la exhumación, ya que es posible que fueran asesinados juntos el mismo día o individualmente en días diferentes. Desde el Instituto Navarro de Memoria señalan que en esas fechas se estaba recrudeciendo “la limpieza política” iniciada en julio de 1936. No se tienen noticias sobre quiénes fueron los asesinos concretos, aunque es conocido que en ese momento operaban en la represión tanto cuerpos policiales como grupos paramilitares vinculados al carlismo y Falange. 

El pasado verano, con la colaboración de asociaciones como Txinparta y Affna 36, el apoyo técnico de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el testimonio de un vecino de la localidad (Domingo Zabalza), fueron encontrados dos cuerpos que permanecían sin identificar, en una de las exhumaciones realizadas en el plan anual del Departamento. Entonces, se abrieron distintas hipótesis y, finalmente, el Banco de ADN es quien ha resuelto las dudas: se tratan de los restos de Bengaray y Gutiérrez. 

La nieta de Bengaray ha mostrado su sorpresa y satisfacción por el hallazgo. También el nieto de Gutiérrez. “Después de 89 años de búsqueda y silencio, hoy, tres generaciones después comenzamos a sentir una presencia liberadora”, ha celebrado.

Directivo de Osasuna

Nacido en Garralda en 1896, Ramón Bengaray residía en Pamplona desde 1905. Trabajó como periodista, primero, e impresor después. Participó activamente en la vida social y cultural de la ciudad, siendo barítono solista del Orfeón Pamplonés, socio fundador de “Los Irunshemes”, “Los Amigos del Arte” y el club Larraina. También fue pelotari, futbolista y directivo del C.A. Osasuna entre 1931 y 1935.

Bengaray fue un destacado miembro de Izquierda Republicana y, como presidente del Frente Popular de Navarra, se presentó como candidato a las elecciones generales de 1936, en las que obtuvo 33.719 votos. Tras la imposibilidad de presentar resistencia al golpe militar de julio, pasó a la clandestinidad, sin que se conozcan los detalles. Fue descubierto y detenido el 21 de agosto. Pese a ser asesinado, la Comisión de Incautación de Bienes le incoó expediente el 25 de octubre de 1937, que se resolvió con una sanción de 250.000 pesetas el 13 de octubre de 1938.

Sus bienes quedaron embargados, en especial la imprenta que constituía el negocio familiar. Su viuda, Ramona Zapatero, consiguió pasar a zona republicana y posteriormente se exilió, pero al no lograr embarcar a América, se vio obligada a regresar a Pamplona. Desde la capital navarra inició una dura y desigual pelea por recuperar los bienes familiares, e interpuso un recurso de revisión ante el Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas, que le rebajó la sanción a 20.000 pesetas, una cantidad desproporcionada para la época. “Ramona Zapatero fue un ejemplo claro de mujer que, en condiciones muy adversas, luchó en los estrechos márgenes que dejaba la ley y la dictadura por defender la memoria de su marido y el futuro de su familia”, destacan desde el instituto de la Memoria.

La identificación de los restos de Ramón Bengaray ha sido posible gracias a las muestras genéticas tomadas hace años a un nieto de Bengaray, residente en Argentina. Su nieto fue contactado por el equipo de investigación liderado por la historiadora Esther Aldave, que había publicado la biografía de Bengaray.

Por su parte, Dionisio Gutiérrez Ijalba fue un mecánico de 32 años, nacido en Aurizberri/Espinal y vecino de Pamplona. Estaba casado con María Concepción Pérez Martínez, con quien tuvo un hijo, José Luis. Aunque no se ha podido contrastar su actividad política pública, sí que procedía de una familia izquierdista: su hermano Zósimo fue carabinero en Lesaka, y por su resistencia al golpe de Estado y los servicios prestados en la zona republicana le acarrearon una condena a reclusión perpetua en 1939 y una sanción de 10.000 pesetas, que no pudo pagar, impuesta por el Tribunal de Responsabilidades Políticas. Además, su hermana Juana marchó al exilio Olorón con su esposo Marcos Manrique y sus hijos. Sus restos se han identificado gracias a las muestras aportadas por su hijo José Luis.

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