Sting, un señor inglés que también reinó en Navarra

La RAE, hace unas semanas, incorporó al diccionario la palabra 'alien', entre otras, así que esta crónica ya puede usarla de modo legal para hablar del aplaudido concierto de Sting en el Navarra Arena de Pamplona de este sábado. Este 'englishman' de Wallsend, cerca de Newcastle y del muro de Adriano, no solamente ha pisado Nueva York sino que, a sus 72 años, ha girado con su My Songs Tour por más de tres centenares de ciudades de Europa, América y todo el mundo desde que arrancó allá por mayo de 2019. La visita a Pamplona cierra una breve estancia en España, donde no tiene agendado ningún evento en 2024 por el momento.
Desde varias horas antes del concierto, el Navarra Arena empezó a recibir un goteo de espectadores. Los establecimientos del recinto y los del cercano estadio del Osasuna estaban a reventar y no quedaba ninguna plaza de aparcamiento. Se habían reforzado las 'villavesas', los autobuses urbanos, y lograr una carrera en taxi era un milagro. La Policía Foral estaba desplegada en todo el perímetro. Los del 'merchandising' oficial buscaban hacer su agosto en diciembre con tazas a 20 euros y sudaderas a 90. Cualquiera que se arrimara a la taquilla recibía la visita disimulada de quienes querían colocar una entrada en la reventa a ultimísima hora. Los precios rondaban los 70 euros. Sting, en realidad Gordon Summer, dispuso de un gran montaje. Media docena de tráileres negros de cinco ejes y otros tantos autobuses de lujo matriculados en Austria conformaban su séquito. La expectación era tal que hasta había una ministra entre los presentes, la nueva titular de Seguridad Social, Elma Saiz.
Con puntualidad británica, a la hora anunciada (las 22.00 horas) Sting y su banda ya estaban sobre las tablas. De hecho, a las 21.58 las luces ya se habían apagado. 'Message in a bottle' fue la elegida para el arranque. El público de la pista, que tenía entradas numeradas en sillitas de plástico plegables, duró acomodado lo que tardó en darse cuenta de quedarse así iba a suponer no ver nada. La música siguió con 'Englishman in New York', con proyecciones del Empire State Building o el Chrysler en las grandes pantallas junto al escenario.
Hasta aquí duró el permiso de la organización a camarógrafos y fotógrafos para tomar imágenes del evento. ¿Por qué esas limitaciones si un altísimo porcentaje del público estaba grabando con sus móviles todos y cada uno de los sonidos salidos del bajo del artista? Esta crónica no puede tener una fotografía de la coloreada exhibición con 'So lonely' o de Sting llamando a su hijo para acompañarle en 'Every breath you take', un himno a los celos que celebra su cuadragésimo aniversario, pero todo eso ya circula en TikTok, Instagram o YouTube o quizás ha llegado a los lectores en forma de WhatsApp o Telegram.
El cantante buscó arengar a su público en castellano. Había practicado la noche anterior en Madrid. Esta gira ya ha pasado también por Bilbao o Vigo, al igual que por Canarias. Con todo, el idioma le sigue saliendo con acento italiano. Sting, en camiseta ceñida de manga corta, dio protagonismo a sus acompañantes casi uno por uno a lo largo de la velada. Y el público respondió con ovaciones a las habilidades de todos ellos. El hombre de pelo despeinado que antes del concierto vagaba en solitario por la zona de servicio resultó ser el guitarrista que remató un 'Fields of gold' muy aclamado.

Fue a las 23.23 cuando su primogénito de seis salió al escenario. Más bien fue un regreso. Joe Summer, en activo desde 1999, es el telonero del concierto principal en toda la gira. Una larga versión del 'Every breath you take' puso punto final al recital, pero el público, en pie y en euskera, le reclamaba 'Beste bat! Beste bat!'. Y hubo más. Se encendieron las luces rojas para 'Roxanne', el primer sencillo del primer disco de 'The Police'. A las 23.45, después de 90 minutos más el descuento, los asistentes empezaron a evacuar el Navarra Arena, que se desmontó rapidísimo para seguir son su rutina de pelota y otros deportes. La organización, en el 'backstage', no ocultaba su satisfacción por la calidad de sonido del concierto y la elegancia del señor inglés que reinó en Navarra por una noche.
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