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Así se mide la calidad del agua y el aire en los alrededores del vertedero de Zaldibar tras el derrumbe

La principal preocupación deviene de un pico en la presencia de dioxinas y furanos, sustancias tóxicas

Rubén Pereda

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En los instantes inmediatamente posteriores al derrumbe en el vertedero de Zaldibar que sepultó a dos trabajadores, el Gobierno vasco quiso trasladar un mensaje de tranquilidad al señalar que los niveles de contaminación se mantenían “en parámetros normales”. Unos picos de compuestos orgánicos volátiles que se desprendieron tras uno de los incendios llevaron, sin embargo, a recomendar a los ciudadanos de las zonas colindantes que tomaran medidas preventivas.

Desde el primer momento, el análisis de la calidad del agua y del aire en los alrededores del vertedero ha sido una prioridad. Ese mismo 7 de febrero se hicieron ya las primeras pruebas y horas después se desplegaron laboratorios móviles y diferentes tecnologías para medir los niveles de contaminación.

El agua: incremento del amonio

A raíz del derrumbe, la Agencia Vasca del Agua (URA) aprobó una serie de acciones, incluida la redacción de un Plan de Vigilancia de Aguas. De entrada, ya descartó “completamente” la afección al embalse de Aixola, que suministra agua potable a la localidad de Eibar. En un primer informe, se apuntaba que la constitución geológica del entorno se caracteriza por una “muy baja vulnerabilidad a la contaminación”.

A partir de esa confirmación, al día siguiente de lo que la agencia describe como “un importante deslizamiento”, esta puso en marcha una red de control para analizar de manera diaria la posible presencia de lixiviados, que es como se conoce a los líquidos que atraviesan un sólido y que, por tanto, portan los compuestos presentes en él. El más característico de los lixiviados de los vertederos es el amonio. El último informe publicado este lunes señala que “se ha constatado un incremento del parámetro amonio hasta el día 11”, aunque “no existe superación de las normas de calidad ambiental”. Asimismo, el muestreo, que se realiza en seis puntos diferentes, advierte la presencia de algunos disolventes orgánicos, hidrocarburos, metales como cadmio y níquel, aunque, según URA, “su concentración no parece relevante”.

Otra red, la denominada de barrido de contaminantes, analiza cada cinco días desde el 11 de febrero las aguas para cerciorarse de que “no se detectan compuestos tóxicos o peligrosos cuya presencia, a priori, no está prevista en el vertedero”. Son 63 los parámetros objeto de seguimiento en los tres puntos dispuestos para estos análisis. Por último, existe una red de control en continuo que hace un seguimiento en tiempo real, cada diez minutos, de varios indicadores para comprobar que no hay cambios en el agua que puedan tener su origen en elementos procedentes del vertedero.

El aire: amarillo para las dioxinas

En cuanto a la vigilancia del aire, el 8 de febrero —dos días después del derrumbe y una jornada después de que se incendiara un parte del vertedero— se iniciaron los controles para verificar su calidad. Desde entonces se recogen muestras de manera manual en Ermua, Eibar, Zaldibar, Mallabia y Elgeta.

También existen dos laboratorios móviles: uno de ellos está en el antiguo peaje de Ermua, mientras que el otro se instaló unos días después, el 11, en la plaza eibarresa de Unzaba. Además de medir el nivel de metales pesados y amianto, estas unidades cuentan con un captador de partículas de alto volumen para las dioxinas y los furanos, compuestos químicos y orgánicos que resultan perjudiciales para el medioambiente y que también son cancerígenos. Fueron precisamente los informes elaborados a partir de estas mediciones los que apuntaron a unos niveles elevados de dioxinas, “entre 40 y 50 veces más” de lo normal en la zona cercana al vertedero. A raíz de estos datos, el Departamento de Salud pidió a los vecinos que no ventilasen sus casas, sobre todo por la noche, y que redujeran las actividades deportivas al aire libre, entre otras recomendaciones. También se ordenó no comercializar los productos de los caseríos de la zona hasta que se confirme que es seguro. Las autoridades no contarán hasta el jueves con un informe que actualice los datos sobre la presencia de furanos y dioxinas.

Además, en Ermua se instaló una unidad móvil que cuenta con un laboratorio que puede detectar compuestos volátiles y un captador de partículas que analiza tanto los metales como el HAP, un compuesto también cancerígeno. Los resultados, sin embargo, no apuntan a que haya incidencias notables en estos dos aspectos. En cuanto a la monitorización del amianto, los muestreos realizados en Eibar y Ermua el 9 de febrero no detectaron “presencia ninguna de amianto”.

Cada día, sobre las siete de la tarde, el departamento publica una nota en la que valora —con los colores verde, amarillo y rojo— el nivel de cada uno de los objetos de estudio y emite una conclusión —en forma de 'emojis', más o menos alegres— sobre la calidad general del aire. En los últimos días, las dioxinas se han llevado el amarillo y esto ha resultado en unos 'emojis' tristes.

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