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¿Por qué no hay cambio?

Pablo Iglesias y Antonio Hernando en la reunión a tres / Foto: PSOE

Susana Sumelzo Jordán

Secretaria de Administraciones Públicas del PSOE y diputada —

Los plazos para conformar un Gobierno de cambio se agotan y Pablo Iglesias no abandona su actitud de bloqueo y no permite lo que tantos millones de ciudadanos pedimos con nuestro voto el pasado 20 de diciembre. Han pasado ya muchos meses desde aquellas elecciones y desde el primer día el PSOE asumió la responsabilidad que se le encomendó. Hemos actuado con sentido de Estado. Hemos presentado nuestras propuestas y hemos sabido ceder en la negociación para traer las reformas necesarias para mejorar una sociedad que en los últimos cuatro años ha sufrido un deterioro absoluto en su economía, sus instituciones y su cohesión social. Solo pusimos dos lógicos vetos: no contar con los partidos que no creen en las instituciones españolas y pretenden romper con ellas; y no apoyar un Gobierno que tenga como protagonistas a quienes en los últimos cuatro años han aplicado recortes sistemáticos contra la ciudadanía mientras se resquebrajaban invadidos por una corrupción generalizada.

Resulta decepcionante ver cómo aquellos que querían devolver “a la gente” una soberanía que decían “secuestrada” son los mismos que ahora secuestran el deseo de 15 millones de votantes. Es muy decepcionante comprobar que, durante cuatro meses de intenso trabajo, Podemos solo se ha sentado a negociar dos veces y en ambas ocasiones para certificar su nula voluntad de pacto. Han demostrado que los nuevos aires que querían traer a la política española estaban contaminados por el rencor y los insultos hacia el PSOE, un partido que ha tendido y tiende la mano a una fuerza con la que se comparten tantos puntos en común y con quien el entendimiento sería fácil si Iglesias abandonara los prejuicios y las actitudes mediáticas. Por eso, no renuncio a que todavía haya un mínimo margen para el acuerdo.

Estamos viendo cómo este sí es posible en el Congreso, donde se están sacando iniciativas de calado para las personas y que, si no se alcanza ese pacto necesario, caerán en saco roto y no habrán servido para nada. ¿Por qué lo que sí es posible en el Parlamento no es posible para alcanzar un acuerdo que cambie de raíz las políticas antisociales de los últimos cuatro años y traigan la regeneración necesaria a España? ¿Por qué si el PSOE y Ciudadanos, partidos separados ideológicamente, han sido capaces de acordar 200 medidas de progreso, no es posible esto con una fuerza como Podemos, con quien a priori nos unen más cosas? Los socialistas hemos olvidado los insultos y los reproches que se nos han dedicado estos meses porque creemos que lo prioritario es lograr un pacto que saque a España de esta situación de bloqueo y parálisis que no hace más que aumentar el descrédito y desafección de la ciudadanía.

Como secretaria federal de Administraciones Públicas, los acuerdos suscritos con Ciudadanos podrían ser apoyados hoy mismo por Podemos, con una mínima voluntad política. Porque en el acuerdo firmado se contempla una regeneración absoluta de nuestras instituciones, las moderniza, refuerza el carácter público de nuestros servicios, profundiza en la transparencia de lo que es de todos e impone medidas severas de control y sanción ante la corrupción. Cada día que pasa sin acuerdo es un día de regalo a quien no merece más que pasar a la oposición para regenerarse. Cada día que pasa sin cerrar un pacto es brindar un velado apoyo a un Gobierno desangrado por la corrupción y sus decisiones arbitrarias. Por eso, es necesario que Podemos recapacite y se siente una tercera vez para ratificar los numerosos puntos en común que permitiría poner en práctica políticas efectivas para acabar con tanta desigualdad.

Quedan pocos días y son momentos decisivos. El PSOE ha actuado con responsabilidad, y esa misma responsabilidad hay que pedirla a quienes hasta ahora, con su bloqueo, están dando aire a ministros como Soria, Fernández Díaz o Montoro, y a un presidente como Mariano Rajoy. Me parece que ninguno de los votantes que pidió cambio en diciembre puede entender esa extraña alianza que, con su actitud cerril, está defendiendo Iglesias.

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