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Carta a las Reinas Magas

Rajoy no asiste en el Congreso a la segunda jornada del debate

Victoria Sendón de León

Con permiso de Cayetana Álvarez de Toledo, que juró en arameo que no perdonaría jamás a Carmena, voy a dirigirme a unas Reinas Magas, vestidas por Ágatha Ruíz de la Prada, como interlocutoras, en lugar de escribir la carta a los clásicos de Oriente, por más que ahora sepamos que venían de Occidente, de Tartessos en concreto, como escribió el Papa Ratzsinger.

La noche del 31 al 1, fecha inversa, me he dormido con la misma ansiedad ilusionada que cuando de pequeña pasaba agitada la mágica noche. Lo que siento hoy, recién ganada la moción, se corresponde con el temblor y la esperanza con que escribía a sus majestades la famosa carta, aunque nunca hubiera sido lo suficientemente buena ni de lejos. Pero hoy sí, hoy hemos sido, no sé si buenos o tontos, pero sí incomprensiblemente pacientes ante una gobernanza tan férrea como regresiva. Muchas nos preguntamos cómo hemos podido aguantar el saqueo en diferido y los decretazos de cada día. Sin embargo, es comprensible, ya que estos años del gobierno del PP han sido tan pródigos en escándalos económicos, en involuciones democráticas, en mentiras mil veces repetidas, en un tancredismo tan paralizante que cuando estábamos dispuestos a reaccionar ante un gran escándalo… venía otro que lo superaba. Era como estar en una noria con la cabeza girando más enloquecidamente que la de la niña de “el exorcista”. Realmente no nos daba tiempo para respirar hondo y tomar impulso. El tiempo del PP ha sido desolador y depredador, pero en absoluto aburrido.

Dicho lo cual, sigamos con mi carta a las magas, a secas, que ya no estamos para monarquías en los nuevos tiempos. Lo primero que les pido es que este país recupere la democracia, es decir, la separación de poderes; que el Ejecutivo aparte su rapaces garras del poder judicial, y que el legislativo asuma sus funciones en lugar de conformarse con tener que leer en el BOE los decretazos emitidos por el Consejo de Ministros. Claro que, antes de seguir, me tendrían que quitar la mordaza que toda española o español llevamos puesta, no sea que diga algo inconveniente a los oídos de Zoido y me mande un motorista reclamándome 3.000 pavos de multa.

Las magas no van a tener que gastarse mucho en juguetes nuevos; bastaría con que sacaran del almacén lo que nos han ido quitando entre unos y otros. La sanidad pública, tan alabada en tiempos, tan joya de la corona; una educación de calidad, lejos de la pesadilla Wert, una educación desde las guarderías hasta los programas de investigación para no tener que expulsar a tantos y tantos jóvenes de ciencia, que devolverían el talento y la esperanza de futuro a este país. Que la nueva etapa nos retorne lo que es nuestro: las energías y su gestión, tema tan clave en nuestra ruina económica y ecológica. Los bienes naturales deberían formar parte de la soberanía popular y no del monopolio privado. ¡Ah! Y algo que no tienen que devolvernos, sino tirar al contenedor de la basura no reciclable: la reforma laboral de la virgen del Rocío. Ya está bien de empleos basura: de camareros, recogepelotas, azafatas, kellys, becarios, falsos autónomos, deliverooooooos……En fin, todos esos trabajos tan estupendos que han estado creando los empresarios ejemplarmente vanguardistas de nuestro país, sustentados por leyes cómplices de un modelo de tercera con el que Rajoy ha ido reptando hasta su puesto de súbdito fiel y alumno aplicado de Frau Merkel. Miseria para todos, para casi todos. Las castas pasan a ser mafias, sentencia mediante.

Hay tantas cosas que restituir, que conquistar y de las que cambiar el rumbo, que no sé si reservarme para la carta del año que viene. Pero no, existe demasiada ansiedad por sentirnos libres de la bota del PP, de su cavernícola modelo de progreso, de su política contable como si fuera política económica, de su miope visión de futuro, de su nula proyección internacional, de su concepción tan zarzuelera de la cultura, de su confusión entre negocio y pelotazo, de su miedo a la libertad ciudadana, de su afición a los fondos buitres frente a cualquier tentación de compasión humana, de su tolerancia con la trata prostibular y su intransigencia con la libertad de expresión. Y que no se me olvide, por Dios, que la Iglesia restituya a Patrimonio todos los bienes que se ha intitulado como propios. Les pido a las magas otra desamortización de Mendizábal, pero bien hecha.

Algo que tal vez no tenga que pedir, porque lo veré con estos ojitos, será la nueva TVE. Al fin podré sintonizarla sin tener que respirar toda la caspa acumulada durante estos años. Si tuviera que explicar a una niña qué es la ñoñería, le pondría un programa de entretenimiento de esos de ahora y le diría: esto es lo ñoño. ¿Lo entiendes? Seguro que sí. Qué pesadilla. Al fin podré salir de la Sexta para sintonizar con la tele estatal que, espero, será digna de quienes la financiamos. Ya no habrá más viernes negros de nuestras y nuestros presentadores. Seremos tratados, al fin, como personas adultas, cultas, con cierto aprecio por la creación y con criterio político. Como somos en definitiva. Y algo que no veremos, laus Deo, será a Marta Sánchez cantando un inverosímil himno de España y a ningún ministro entonando “soy el novio de la muerte”.

Hoy me siento feliz, aunque sólo sea escribiendo esta carta a las magas, porque lo posible podría ser real si hay voluntad política y si el fuego amigo no tira de pirotecnia salvapatrias. Timeo danaos et dona ferentes, escribió Virgilio en su Eneida poniéndolo en boca del sacerdote troyano Laocoonte: “Cuidado con los griegos que traen regalos”, refiriéndose al caballo de Ulises introducido en Troya. Cuidado con los tartessos, Pedro, aunque traigan consejos para la unidad de España y autos de fe para obligarte a abjurar de tus pecados podemitas. No vuelvas a tener la tentación de mirar más al IBEX 35 que a tus votantes y a los que hoy nos alegramos de tu triunfo porque es un triunfo de la izquierda. No lo olvides, Pedro. Demasiadas alegrías reposan hoy sobre tus hombros. A las magas les pido para ti discernimiento, que es una de las virtudes más necesarias para un político. Salud.

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