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Las ideas claras

Estación de BiciMAD en Paseo de la Castellana repleta de bicicletas.

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Hace unos días, Más Madrid presentaba un plan de contingencia para dar respuesta a los retos históricos que se plantean en la ciudad. Si bien la agenda urbana sigue siendo la que era -contaminación, movilidad, desigualdad, limpieza, seguridad, urbanismo y patrimonio cultural, acceso a la vivienda…- se ha visto reenmarcada en la triple crisis que estamos viviendo: la pospandemia, la reconfiguración global derivada de la guerra de Putin, y el colapso climático. Tres elementos que interactúan entre sí en forma de inflación, crisis energética, carencia de infraestructuras estratégicas y obsolescencia de arquitectura de la Administración municipal.

En el pasado pleno municipal fue presentado un plan de mínimos acogido por el Gobierno de Martínez Almeida con la condescendencia autocomplaciente propia de su carencia principal: una idea vertebradora de la ciudad. Sin ideas claras de las metas que buscamos, todo esfuerzo por llegar resulta inútil. Si, además, a eso le sumamos una alianza formal o informal con la ultraderecha, que trabaja por retroceder e incluso negar los objetivos, como la Agenda 2030, la falta de foco es total, y de ahí que el equipo de Gobierno actual apenas plantee parches, un muestrario de lo que puede ser y no es.

En este contexto nuestro grupo planteaba cinco ejes de acción: personas, cambio climático, movilidad, energía y gestión. El primero, sobre medidas para las personas, las familias y el pequeño comercio, que va encaminado a ayudar a transitar en estos tiempos inciertos al grueso de la población, con una voluntad política decidida en la actualización salarial negociada entre los distintos actores sociales y gubernamentales, así como de una actualización real de los fondos de apoyo a personas y familias especialmente vulnerables, sobre las que va a impactar el nuevo paradigma con más dureza aún. También, dentro de este epígrafe, de apoyo al pequeño comercio por ser fuente de empleo, pero también como forma de mantener una ciudad que siga siéndolo. Y por último de ayudas al IBI para familias vulnerables, para jóvenes y para el sector cultural.

En segundo lugar, una batería de medidas de lucha y mitigación de los efectos del cambio climático. Es necesaria una red de refugios climáticos, que preparen la ciudad para esos eventos extremos a los que ya empezamos a estar acostumbrados, y también una apuesta real por la reforestación de zonas verdes (en la que además de anunciar que se van a plantar árboles, se planten, y luego se rieguen, por ejemplo), pero también de nuestras azoteas, un proyecto probado en otras ciudades que ha sido muy exitoso.

Tercero, medidas de impulso a la transición a la movilidad sostenible que permitan abandonar el coche, que ocupa el 80% del espacio urbano, como elemento central de la ciudad. Si hoy día tuviéramos esa red de carriles bici segregados y un BiciMad adecuadamente gestionado y dotado veríamos la eclosión que ha ocurrido en otras ciudades de nuestro entorno. Además, es necesario el impulso a una red de autobuses de alta velocidad que conecten la ciudad con una corona urbana completamente desatendida desde hace 15 años.

En cuarto lugar, necesitamos medidas de ahorro y racionalización de la energía basadas en la evidencia y no en las ocurrencias o en el marketing político. La apuesta por la energía solar, tanto en los edificios públicos como su promoción en los privados, es un imperativo de los tiempos que corren que, lejos de ser una moda de los titulares, han venido para quedarse. Por eso planteamos una Agencia Municipal de la Energía de la Ciudad de Madrid, que transversalice los esfuerzos de una Administración cuya arquitectura se nos ha quedado obsoleta.

Lo cual nos lleva al último punto, la gestión y la arquitectura de la Administración, en dos ejes: por un lado, la descentralización, el acercamiento de la gestión a los distritos, donde hacemos una propuesta que camine hacia un cambio radical en la representación distrital, los “alcaldes de barrio”; y, por otro, la transversalización de los elementos centrales de la agenda urbana en un entorno que rompa con la tendencia de nuestra Administración municipal al “confederalismo” distrital y de las áreas centrales de Gobierno.

En su ceguera, Almeida ha dedicado el presupuesto a “chapa y pintura” y a enajenar recursos públicos a manos privadas, dilapidando la oportunidad presupuestaria que nos brindaba estar exentos de las reglas de estabilidad presupuestaria, el maná de los Fondos Europeos y el aumento exponencial de los Fondos de Compensación del Estado. De continuar en el próximo mandato, se consolidará una hipoteca del futuro de Madrid de la que nos costará salir en un futuro muy próximo.

En cambio, la alternativa que presentamos, mitigar estos retos y preparar la ciudad para cambios que han venido a quedarse, con voluntad política y convicción de que se pueden resolver, atiende una mejor calidad de vida para todas y todos los vecinos de Madrid. Pero es que, además, es una obligación democrática porque, si no, corremos el riesgo cierto de que la ciudadanía termine pensando que la política no vale para nada, y que nos pase como a nuestra vecina Italia.

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