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La manipulación de datos sobre Madrid Central de Almeida es una respuesta desesperada

Madrid Central.

Nuria Blázquez

coordinadora de Transporte de Ecologistas en Acción —

El nuevo alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida parece desesperado. No es para menos, pocos alcaldes han sufrido una manifestación de miles de personas en plena ola de calor y solo quince días después de tomar posesión. Y muy pocos han logrado un consenso social y mediático en contra de sus políticas tan abrumador. Tampoco hay muchos dirigentes locales que puedan presumir de haber logrado titulares en periódicos internacionales de referencia como The Guardian o The New York Times en sus primeras dos semanas de mandato. Eso sí, para criticar sus decisiones. Y todo por revertir una medida que restringe la entrada a los coches en la ciudad.

Pero no se trata de una medida cualquiera: la zona de bajas emisiones (ZBE) Madrid Central, en su corto periodo de funcionamiento, ya había conseguido una mejoría en la calidad del aire que, de seguir así, la situaría entre las mejores ZBE de Europa. Quizá por eso el Gobierno de España e incluso la OMS hayan querido apoyar Madrid Central. Así sociedad civil, medios de comunicación e instituciones han consensuado un mensaje unánime de rechazo a esta política que va en contra de la salud, creando un cerco que asfixia a Almeida.

Sin medios creíbles que le avalen, ni científicos que puedan decir sin faltar a la verdad que el humo del coche no daña a la salud, a Almeida no le queda otra que manipular los datos para tratar de ganar adeptos.

Eso es justo lo que ha hecho este miércoles, justo después de que Ecologistas en Acción sacase su informe mensual de junio de seguimiento de Madrid Central. Los datos de la organización son incontestables: el único medidor situado dentro de Madrid Central y a pocos metros de la Gran Vía madrileña registra los mejores datos trimestrales desde que se empezara a recoger la información de la contaminación en 2010. Más allá del centro de la ciudad, en el resto de la capital también se dan las cifras más bajas de contaminación. Son precisamente estos tres meses que van de abril a junio los únicos en los que Madrid Central ha funcionado a pleno rendimiento, es decir, cuando se han puesto multas ante los incumplimientos de entrada en la ZBE. En el periodo anterior, de prueba, no se imponían multas, el cumplimiento de las restricciones era menor y consecuentemente también era menor el efecto sobre la eliminación de la contaminación.

Poco después de publicarse estos datos, el Ayuntamiento de Madrid ha lanzado una nota de prensa con gráficos en los que compara los datos de concentración de sustancias contaminantes del año 2018 con los de 2019 en la ciudad de Madrid, sin tener en cuenta que un análisis tan parcial lleva a error. En la concentración de contaminantes influyen no solo las fuentes de emisión, que en el caso de la ciudad de Madrid es fundamentalmente el tráfico rodado, sino que también influyen las condiciones meteorológicas.

No podemos comparar las condiciones del tercer año más seco del siglo como 2019 con uno en el que llovió un 25% más de lo normal, como fue el 2018, ya que la lluvia hace que disminuya considerablemente la concentración de gases contaminantes. Por eso, en Ecologistas en Acción recurrimos a toda la serie histórica de datos de contaminación, desde que empezaran a tomarse, en 2010, para evitar en lo posible que unas condiciones atmosféricas que no son la norma puedan llevarnos a un error en la interpretación de los datos. Reglas básicas de estadística que nos aseguran objetividad.

Por supuesto, solo podemos comparar los datos de esa serie histórica con los de unos pocos meses de funcionamiento de Madrid Central. Pero lo hacemos a sabiendas de que los siete meses en los que la zona de bajas emisiones ha funcionado han sido adversos, por lo que apuntamos que una mejoría en esta situación solo puede explicarse por la reducción de las emisiones del tráfico.

Manipular la información para tratar de engañar a la población es una irresponsabilidad que atenta contra la salud de las personas. Almeida ya ha advertido en su cuenta de Twitter de que no admite lecciones de calidad del aire de la izquierda, y es muy probable que en este conjunto incluya a los grupos ecologistas. Es hora entonces de que Almeida acuda a la ciencia. Desde Ecologistas en Acción no hemos conseguido encontrar argumentos objetivos que indiquen que una medida que reduce el tráfico pueda aumentar la contaminación. Y con esa seguridad presentamos a la ciudadanía la información de la que disponemos, que además proviene de los datos que publica el Ayuntamiento de Madrid.

Si a pesar de todo el señor Almeida tiene dudas, podría recurrir al conocido principio del derecho romano, in dubio pro reo. Porque reos somos cuando se nos obliga a respirar un aire contaminado por negarse a reconducir una acción política que el resto del mundo considera errónea.

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