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Queridos medios: basta ya de contradicciones en violencia machista

"No son muertas son asesinadas" / Foto: Cristina Armunia

Luisa Posada Kubissa

Doctora en Filosofía y profesora en la Universidad —

Condenar la violencia contra las mujeres, sobre todo en sus manifestaciones más luctuosas, es algo común hoy en nuestra sociedad. Algo que se hace individualmente, pero también a través de diversos vehículos de opinión. Cuando esos vehículos expresan el rechazo más generalizado a la violencia machista es de suyo esperar que no caigan tampoco en actitudes y publicaciones que perpetúen las causas de esa violencia. Es de esperar, en fin, que contribuyan a crear conciencia crítica.

Sin embargo, lamentablemente hay que decir que la mayoría de los medios más instalados en la opinión pública hacen, por el contrario, alarde de un cúmulo de contradicciones cuando, alineados contra la violencia machista, no dudan en reproducir los estereotipos de género en la que esta descansa. Es el caso de periódicos que siguen albergando en sus páginas anuncios de prostitución sin ningún pudor. O que publican reclamos con razón del Día de la Madre sobre un ranking de las madres “más cañón”. O, en casi todos los casos, que no hablan de asesinatos de mujeres ni de feminicidios, sino de mujeres “muertas”. Es el caso, en fin, de la manera de dar las noticias de tal modo que no socave el orden de género dominante.

Esos medios tienen que saber, sin duda, cuán poderoso es su papel para crear opinión. A estas alturas, es imposible que desconozcan hasta qué punto el dar noticias de un u otro modo tiene una influencia decisiva en la reacción de la sociedad. Y qué flaco favor hacen a la más que razonable idea de igualdad entre los sexos cuando publican artículos o hacen campañas en las que se vuelve a presentar a las mujeres como mero producto de consumo, como objeto sin más o como definitivamente seres inferiores. Una quisiera leer algunos periódicos sin sobresaltarse a cada paso por encontrar este tipo de despropósitos.

El problema es que no estamos, en lo que se refiere a los medios, ante meros despropósitos que puedan ser excusados como faltas menores. Los medios que tanto se posicionan contra la violencia de género tienen la responsabilidad, ética y política, de expurgar de sus contenidos todo aquello que la perpetúa. No es un sueño imposible que las noticias, los artículos de opinión, la publicidad, … dejaran de comprometerse con los valores más patriarcales, más desigualitarios y más dañinos para las mujeres.

Sabemos que hay medios que, decididamente, siempre van a jugar en contra de extender el pensamiento de la igualdad entre los sexos, que van a seguir en el amarillismo ideológico de reproducir las claves de la discriminación, porque ese es su ideario. Sin embargo, cuesta entender a aquellos medios que aparentemente podrían presentarse como aliados de esa causa y que, a poco que les dan la oportunidad, caen en el guiño fácil y descarnado a los lugares comunes de la estereotipia de género, que es la que más vende en el imaginario social.

Hoy cuando se habla de un pacto de Estado contra la violencia de género –un pacto que, por cierto, se pretende casi gratuito– quizá sea el momento de interpelar a los medios de comunicación para exigir que rompan esa cadena de contradicciones entre sus proclamas y sus hechos. Por ejemplo, que en lugar de inundar sus ediciones de publicidad y llenar huecos y huecos con la celebración del Día de la Madre, en una vorágine entre mística y consumista, dediquen espacios destacados a contrarrestar la percepción social de la violencia contra las mujeres como un dato natural de nuestro día a día.

El papel de los poderosos medios de comunicación que se presentan como aliados del progreso y la igualdad no puede seguir siendo el de, a la vez, erigirse en un dechado de contenidos patriarcales. Es hora de comprometerse de lleno con la erradicación de la violencia machista, cosa que pasa por un compromiso con la igualdad entre los sexos. Y, para eso, es hora de que los medios de comunicación asuman su responsabilidad en ese objetivo. Mientras no sea así, seguirán siendo cómplices de la violencia y del machismo.

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