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Aguado, el otro Nadie

El vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado

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Dejó escrito Galeano en El libro de los abrazos que Los Nadie son “los hijos de nadie, los dueños de nada… los ninguno, los ninguneados, los que mueren la vida, jodidos, rejodidos. Los que no son, aunque sean. Los que no son seres humanos, sino recursos humanos. Los que no tienen cara, sino brazos. Los que no tienen nombre, sino número. Los que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los que valen menos que la bala que los mata”.

Madrid también tiene sus Nadie. Son los que viajan en metro, los que madrugan para limpiar la mierda de otros, los que van al tajo, los que no tienen canguro para sus hijos, los que no entienden de balances, los que carecen de seguro privado, los que aún no han cobrado el ERTE, los que no saben si en enero mantendrán su trabajo, los que llaman al centro médico y se desesperan al teléfono ante la falta de respuesta, los que se acojonan cuando el termómetro pasa de 37 porque si tienen que aislarse 14 días perderán el trabajo, los enfermos crónicos a los que ahora los médicos atienden sólo por teléfono, los que se juegan la vida en los hospitales, los que tienen un contrato precario, los que viven en 40 metros cuadrados, los que hace cola en los comedores sociales, los que conviven con un enfermo de Alzheimer que ya no puede ir al centro de día por miedo a que el virus se lo lleve antes de tiempo, los que no salen de casa por temor a ser contagiados, los que malviven con un sueldo de miseria, los que no reúnen todos los requisitos para cobrar el ingreso mínimo vital, los que acuden a Cáritas a por ropa para sus hijos, los que se agolpan en los andenes de las Cercanías de Atocha, los que reutilizan durante días las mascarillas de un solo uso porque son cinco de familia y no pueden costear el gasto, los que en el súper miran las ofertas, los que miran desesperados si este mes les ha llegado o no la nómina para hacer frente a sus pagos...

Los Nadie son miles y miles que no quieren ya saber si la culpa de lo que pasa en Madrid es de Ayuso o de Sánchez. O de los dos. Pero sí saben que hay un bicho que mata cada día más mientras los políticos se arrastran por el barro de la indignidad sin ponerse de acuerdo en cómo garantizar su salud. El descrédito no puede ser mayor. A los Nadie les importa un comino si la orden ministerial es de obligado cumplimiento o no para el Gobierno regional. Lo que quieren es que esto acabe, que se dejen de recursos en los tribunales y que si hay que confinarse otra vez, se explique y se decida cuanto antes.

Los Nadie tampoco entienden de tasas de incidencia, ni de ocupaciones UCI, pero sí escuchan en las noticias que mientras en Alemania se adoptan medidas drásticas en las ciudades que superan los 50 casos por 100.000 habitantes y en Europa se habla de gravedad cuando se pasan de 100 casos, en España el Gobierno ha decidido confinamientos perimetrales para las ciudades con más de 500 infectados, pero la Comunidad de Madrid se resiste a aceptar las restricciones que ella misma exigió que fueran iguales para toda España. Cuando lo consiguió se desdijo porque está convencida de que Sánchez quiere arruinar Madrid.

Todo porque los habitantes de 10 de sus 179 municipios no podrán entrar en los bares y restaurantes más allá de las diez de la noche, tendrán que hacer turno en los comercios –con aforos al 50%–, no podrán salir de su localidad ni reunirse en grupos de más de seis. ¡Y a esto lo llaman cerrar Madrid! 

Sobra estulticia y falta nivel. Repasen la lista: las pizzas para los escolares sin recursos, el escándalo de las residencias, los techos altos, los bocadillos del Ifema, la dimisión de la directora general de salud, las peleas entre socios, el apartamento de lujo, el colapso de la atención primaria, la falta de rastreadores, el caótico comienzo del curso escolar, el confinamiento por áreas sanitarias…

No hay semana sin ayusada. Entre Bolsonaro y Trump, estaba ella. Recuérdese el “todos los días hay atropellos y no por eso prohíbes los coches” que soltó para oponerse al estado de alarma y el confinamiento. Y no olviden tampoco que siempre está el viejo truco de buscar un enemigo exterior para ocultar las carencias propias. Ya saben: la culpa es del Gobierno de España, nunca del número insuficiente de rastreadores, ni de los fallos que se cometieron en la desescalada, ni de un gabinete profundamente dividido en el que el vicepresidente celebra un acuerdo que la presidenta torpedea y  escribe en su cuenta de twitter como si fuera un ciudadano cualquiera, y no el número dos de un gobierno caótico y de pandereta.

Aguado para Ayuso es otro Nadie, que no viaja en metro salvo para inaugurar dispensadores de gel, pero es aunque no sea. Un ninguneado. Lo peor es que ahí sigue prestando apoyo.

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