Ahora o nunca
“A veces no hay próxima vez, a veces no hay segundas oportunidades, a veces es ahora o nunca”
Bob Marley
No me es posible saber, a pocas horas vista, lo que va a suceder en el Congreso de los Diputados pero, extrañamente, sí me es posible ver lo que pasará más allá si el resultado de la investidura es negativo. No les descubro nada. Todos lo sabemos y en ese todos quiero incluir a quienes están negociando. Entiendo que in extremis va a llegar un acuerdo, al filo de la votación, que no pueda ser destrozado en las redes sociales, sajado por la oposición, reventado por el fuego amigo. Eso es lo que en buena lógica debería suceder pero hace tiempo que todos hemos reparado en que la lógica no rige estas negociaciones en las que siempre nos presentan a grupo de incendiarios dispuestos a pegarse fuego y a abrasar las ilusiones de su electorado. Así que la lógica no es de utilidad en este trance.
Es más fácil usar la bola de ver el futuro que la del presente. Y es que es ahora o nunca, en eso llevaba razón Pablo Iglesias durante el debate. Es harto probable que esta sea la última oportunidad de Pedro Sánchez de volver a ser presidente de Gobierno. Ahora o nunca. Si no es ahora sabremos que en tanto las opciones de progreso precisen pactar para gobernar será la derecha quien lo haga. Sería la segunda vez que nos dejaran tirados en la cuneta, en enero de 2016 con 161 y ahora con 165, pero tirados al fin y al cabo. La otra vez por la arrogancia, la cabezonería y la falta de mesura de Pablo y esta vez, esta vez me temo que sería por el mal cálculo de Pedro, al no comprender que sin compartir el poder no puede formar una coalición y que debe desprenderse de una parte de él, adecuada y proporcional, y hacerlo con una estructura y una base de confianza que permita obtener un gobierno con una cohesión aceptable. Es obvio que Unidas Podemos precisa escaparates vistosos para reanimar su futuro y el hecho de que esa revitalización no le haga ilusión al PSOE no es motivo para negarles lo que en puridad es justo ceder.
Es ahora o nunca porque las incapacidades de ahora no se remediarán en un mes y porque la proximidad de la sentencia condenatoria del juicio del procés va a envenenar todo el espacio político con unas consecuencias que nadie puede prever exactamente. No, en septiembre no hay opciones y más allá tampoco. Es ahora o nunca porque si vuelven a demostrarnos que no es posible esta colaboración, nos estarán diciendo que no va a ser posible trabajar por la sociedad que queremos hasta que no quede sino uno de ellos y eso puede no suceder nunca.
Las elecciones no son una solución. Las elecciones no van a devolver un Pedro Sánchez triunfante que no necesite un pacto con las otras fuerzas de la izquierda y ese bucle infame no va a disolverse a base de convocatorias y de urnas hasta obtener la fórmula que se desea. Es de cajón que si nos dan el disgusto por segunda vez, la desilusión y el hartazgo se van a cebar con el electorado que no va a acudir de nuevo cual ejército de borregos a intentar algo que sabemos imposible. Es ahora o nunca porque si no es ahora no lo será hasta que las dinámicas partidistas y sociales derriben a los líderes que nos han instalado en su incapacidad para forjar alianzas.
Es ahora o nunca y por eso va a ser ahora porque nunca es una frase que el poder no puede conjugar. Es ahora y con la duración y las consecuencias que tenga. El futuro se conjuga, como hemos dicho, más allá. Hacer política es explorar los espacios, comprobar las lealtades, intentar la estabilidad y la efectividad. Si no funciona, si vamos a una legislatura corta, será ya cuestión del elector valorar por qué pasó y qué forma hay de soslayar ese escollo pero en este instante, tal y como quedaron las cosas tras el debate de investidura, la pelota está definitivamente en manos de Sánchez y los socialistas que tras 140 años deberían saber ya que no puedes llevarte la pelota si no te gusta cómo anda el juego. Así que hemos de pensar que tras la escenificación de la imposibilidad de lograr otras fórmulas, más del gusto de la parte de extremo centro del PSOE, de los Page o de las Díaz, nadie pretenda que es más patriótico entregar el poder a la derecha que tirar hacia adelante con los socios naturales y descubrir que se hace camino al andar.
El riesgo de escribir con anticipación es que cuando usted lea todo esto es posible que tales argumentos yazcan pisoteados en la Carrera de San Jerónimo y que seamos conscientes de que todo es imposible mientras nos venden una segunda temporada del infausto serial a rodar más adelante. Aun así, mi natural optimista me lleva a creer, una vez más, que será posible, que podrán, que nuestros votos y nuestra ilusión se verán recompensados y que nuestros miedos serán conjurados.
Por si no es así y nos amenazan con la carrera de la propaganda, ahora llamada relato, ya digo que en las circunstancias actuales está decepción, este fracaso, esta ruina yo se la apunto al debe de los socialistas. Tras pedir una cabeza y obtenerla no puede ser de otra manera.
Es ahora.