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¿Eres feminista o revanchista?

Barbijaputa

No conozco a ninguna feminista que no se haya topado alguna vez con un hombre que la tilde de “radical”. Lo normal, de hecho, es que lidien con este apelativo a menudo. Y siempre es usado de forma peyorativa, por supuesto: “El feminismo está bien, tú eres una radical”.

Me pregunto siempre a qué se referirán con eso de “el feminismo está bien”, a veces se lo he preguntado a algún interlocutor, que rápidamente ha usado la palabras “revanchistas” para equipararla con “radicales”, como si fueran sinónimos, vaya. También me intrigó siempre el famoso “las feministas de antes sí buscaban la igualdad”, pero a este respecto prefieren por lo general no nombrar a ninguna. Parece como que, de haber leído a tantas “feministas de las antes”, no saben por cuál de todas decantarse. Así que no sé ustedes, pero yo ni siquiera sé a qué “antes” se refieren. Imagino que tendrán que referirse a antes de 2017 y a antes incluso de la década de los 70, que fue cuando surgió realmente el verdadero Feminismo Radical, una corriente dentro del feminismo que si se llamó así es porque iban a la raíz del problema: el patriarcado y las relaciones entre hombres y mujeres. Ya ven qué locura y qué revanchismo.

El problema es que los que increpan a cualquier feminista con el “radical” o el “revanchista” tienen a famosos escritores con el mismo discurso que ellos, que legitiman y fomentan su fobia al feminismo y a cualquier acción por la liberación de las mujeres. Y no sólo eso, también tienen a una buena parte de la prensa cipotuda difundiendo misoginia y ataques a feministas, que son publicados y jaleados sin que nadie se sonroje por ellos.

Recurren –todos ellos, unos y otros– a una supuesta “corrección política” que está matando la libertad de expresión, porque es que, fíjense, ya no se puede decir nada sin que alguien te salte a la yugular. Que no se puede llamar guapa a ninguna mujer, ni abrirle la puerta ni cederle el asiento ni nada. Es todo terrible. Imagínense lo que debe de ser eso. No poder evaluar físicamente a una mujer sin que nadie se lo haya pedido, o quedarse sentado en el metro delante de una mujer, como si de un hombre fuerte se tratase. Será posible tamaño despropósito. Es lógico, pues, que la necesidad de estos gestos de “altruismo” les haga luego abrirse cuentas de Twitter y perfiles de Facebook para acosar a feministas, y registrarse en medios como éste para ser los primeros en comentar negativamente a mí o a cualquier compañera. Y si hace falta, pues se nos insulta también. Porque somos unas radicales. Nosotras.

Pues sí, claro que somos feministas radicales, lo que no parecen entender es que estamos orgullosas de ello, y que nos lo tomamos como el “antisistema” de la prensa rancia: con honor. Y sabemos perfectamente que no, que no están preocupados por no poder cedernos asientos o abrirnos puertas, sino por el hecho de que nos revolvamos contra pequeños gestos, ya que eso significa que estamos entendiendo en qué repercuten luego. En definitiva, reaccionan porque estamos yendo hasta la raíz de un problema mucho mayor, como buenas feministas radicales. Y si no sólo gritamos porque matan a mujeres sino que empezamos a no consentir ninguna demostración de condescendencia o prepotencia machista, por pequeña que sea, significa que estamos dejando de apartarnos, de callarnos, de mirar a otro lado, de ser sumisas hasta en las más insignificantes de las situaciones. Eso es lo que no toleran.

Y a todo esto lo llaman “revanchismo”. Me pregunto cómo de sucia ha de tener uno la conciencia para pensar que las mujeres queremos vengarnos. ¿Cómo se puede llamar revanchistas a mujeres si jamás has hecho nada que merezca ser vengado? ¿De qué tenemos que vengarnos nosotras si, según ellos, el feminismo no es necesario y fueron las “feministas de antes” las que peleaban por causas justas? ¿O es que insinúan que queremos vengarnos de lo que pasaron otras en el pasado y que ni siquiera hemos vivido?

La venganza no tiene nada que ver con el feminismo. El feminismo es la lucha por la liberación y el empoderamiento de las mujeres, y quizás por eso a nuestro empoderamiento lo llaman revancha y a nuestra liberación radicalismo. Y quizás lo hacen porque para muchos así es: en su afán de verlo todo como una competición, ven nuestra liberación como una venganza. Realmente, pueden seguir percibiéndolo como quieran... no son ellos quienes tienen que entenderlo, sino nosotras.

Al fin y al cabo, somos nosotras las que lideramos esta lucha y las que no necesitan de terceros para llevar a cabo el cambio. Ellos pueden ser nuestros cómplices o pueden no serlo, pero el feminismo será una realidad en nuestra sociedad tarde o temprano y se terminará colando en cada barrio, en cada casa y en cada mujer. Se llama progreso y, como todo progreso, sólo tiene una dirección posible: hacia delante.

Este carro no va a ir a más despacio ni se va a parar, todos y todas lo sabemos. Así que a ellos sólo les queda intentar que vaya más despacio o empujar para que vaya más rápido pero, en última instancia, son un elemento absolutamente prescindible para nuestro propósito. Quizás sea eso lo que llevan peor.

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