De cabras y cabronadas
Me cuenta escandalizado Miguel Ángel Revilla que se encontró ayer, en la recepción de la Fiesta Nacional, a Rafael Spottorno. El presidente de Cantabria no entiende cómo entre lo más granado de la sociedad española pudo toparse con un exjefe de la Casa Real que se gastó 223.900 euros con la tarjeta black de Caja Madrid. La Audiencia Nacional mantiene la imputación de Spottorno, que fundió el dinero de la entidad en asuntos tan importantes para su trabajo como recibir “masajes filipinos”. Le digo a Revilla que, si tenía que haber por allí una representación del país, era normal que hubiera algún imputado, porque tenemos muchos.
El presidente torcía el bigote, con cara de malas pulgas, y yo miraba las redes sociales, que ardían en algo tan español como el enfrentamiento. Esta vez, entre los partidarios de celebrar con orgullo el día de su patria y los que consideran que es un despilfarro gastarse en torno a un millón de euros en esta jornada, amén del recuerdo de las matanzas de indígenas tras el descubrimiento de América, la reivindicación de la República o el presupuesto del Ministerio de Defensa, por citar algunas de las cosas que entrelazaban con amor a los que conmemoraban en Internet la Hispanidad. Con profundo respeto hacia todas las partes, prefería pensar en otras dos Españas: la de los imputados VIP y la de los preferentistas, que flipan en colores o hasta mueren, esperando que se haga justicia con el Spottorno de turno o el Rodrigo Rato que ha podido pasar el puente, si le ha apetecido, en algo ya tan español como Suiza.
Son también muy de nuestra patria los datos que publicaba la OCDE este lunes, al mismo tiempo que aviones de guerra pintaban de colores el cielo de Madrid. Algo tan terrenal como que somos campeones de la desigualdad. Pagarle a Wert el retiro dorado en París, como embajador ante este organismo, para que luego nos amarguen la fiesta contándonos que España encabeza el listado de naciones con más paro, triplicando la tasa media de los 34 países desarrollados que forman parte de esta organización. Con más de 5 millones de desempleados (5.149.000), el futuro pasa por que rondamos el 50% de paro juvenil.
Había ayer políticos de bandera alertando de que España puede romperse, a la vez que desde Bruselas avisaban también de que no es real el presupuesto que ha hecho Rajoy antes de las elecciones. Harán falta más ajustes. Pienso que una nación ya ha podido partirse en dos cuando la llamada crisis económica se ha aprovechado para duplicar, al mismo tiempo, el número de los más ricos y los más pobres. Como decía Oxfam, esta es la patria en la que el 1% de los más millonarios tiene tanto como el 70% de los ciudadanos (menos de medio millón de españoles frente a 32,5 millones). Dicho de otra forma, mientras a algunos se les llena la boca de vivas y la mano de banderas, la ONG apunta que “las élites económicas están secuestrando el poder político para manipular las reglas del juego, lo que socava la democracia”.
Rajoy celebraba el que puede ser (o no) su último día de la Fiesta Nacional en el Gobierno; Sánchez estaba cómodo entre tanto nuevo presidente autonómico socialista; Rivera triunfaba en expectación y se hablaba de que Pablo era este año el nombre de la cabra de los legionarios. Igual una travesura o una cabronada, pero nada que reprocharle a un animal que estaba allí por obligación…