Al centro y pa'dentro
Cuando era pequeña, pasaba las tardes dando volteretas delante de mi abuelo. Él, sentado a la puerta de su casa del pueblo, jaleaba todas las piruetas. Y yo, impulsada por el aplauso, fui sofisticando el repertorio y –en mis mejores días– conseguía tocarme la cabeza con los pies. Es lo más cerca que he estado del contorsionismo, hasta que empecé a cubrir campañas electorales.
En septiembre de 2014, Pdro Snchz miró a cámara y les dijo a los españoles: “El PSOE no pactará con el populismo”. “Con Podemos”, precisó Gloria Lomana. “Sí, con el populismo”, ratificó Snchz. Por aquel entonces, el dirigente socialista todavía se prohibía a sí mismo llamar Podemos a Podemos. Medio año después, mientras ejecutaba graciosamente un triple salto mortal, ha dicho que el PSOE es el único capaz de pactar con Podemos, con Ciudadanos o con IU. Pdro Snchz ha cambiado de opinión, valga la redundancia. También Susana Díaz dijo hace meses que no pactaría “ni con el PP ni con Podemos” y en su discurso de investidura demostró que no se queda atrás a la hora de hacer el pino.
En el PP tampoco tienen nada que envidiar a Nadia Comaneci: el Naranjito de “Chiudatangs” ha pasado a ser un señor muy simpático, aunque según Aguirre tiene un tufillo socialdemócrata. La formación de Albert Rivera, que está todavía en obras, es por la mañana de derechas, por las tardes de centro y por la noche de izquierdas. El naranja se diluye en días pares y muta en rojo amapola en días impares. Rivera ya ha dicho que se siente capaz de pactar “con el PSOE, con el PP e incluso con Podemos”. Es como estar en la barra del bar a las cinco de la mañana; que el camarero te dice que ya no hay ginebra y en cuestión de segundos estás pagando un vodka.
Y en Podemos han decidido jugar también a izquierda, derecha, al centro y pa'dentro. Hicieron una voltereta para las elecciones europeas y ahora ya han aprendido a hacer el pino puente. Tanto es así, que en algún momento amagaron con facilitar la investidura de Díaz en Andalucía. Cualquier día Pablo Iglesias se arranca con el spagat y apoya un Gobierno de lo que antes era casta y ahora es arriba. O casi abajo. Además, parecen haber encontrado el antídoto para el estancamiento en el número de afiliaciones. “En Podemos hay tanto sexo como en Juego de Tronos”, ha dicho Íñigo Errejón. No tanto como después de unas elecciones, le faltó añadir, donde todos los partidos practican el sexo, pero sin amor. Que está muy bien, pero es mejor dejarlo claro para evitar que el otro –en este caso, el votante– te pida explicaciones después. Como la vida misma, vamos.
Las encuestas reflejan que gobernará el que tenga más habilidad como funambulista, más convicciones de gelatina. De tal forma que toda conversación política es ahora poco esclarecedora. Puedes elegir la pregunta más concreta del mundo, una básica, y planteársela por estas fechas a un líder político: “¿Monarquía o república?” Y lo más probable es que te conteste: “Sí”.