Lo tienes crudo, Mariano
Si quieren saber cómo va la carrera para formar gobierno no tienen más que seguir con atención los medios de comunicación. Olvídense de las páginas de chorradas y cotilleo que ahora llaman “información política”. Vayan a lo sustancial. Quienes hablan mucho van perdiendo y quienes callan más van ganando. Rajoy e Iglesias no paran y Rivera y Sánchez solo hablan para pedir otro café. La política es como la vida. Cuando consigues lo que quieres no vas reclamándolo en voz alta o llorando por las esquinas porque no te lo dan.
Mariano Rajoy daba por hecho que solo podíamos elegir entre su presidencia o elecciones. La falta de acuerdo en Catalunya y la inminencia de nuevos comicios allí le confería el control de los tiempos. Solo debía aplicar su código: callar y esperar a que sus adversarios se desgastasen en ruidosas peleas de gallos.
Así se había comportado hasta la constitución formal del Parlamento. Al día siguiente cambió radicalmente de estrategia e inició una gira por toda España que bien podría titularse “Mariano on fire”. ¿Qué ha pasado para que Rajoy se lance un tanto a la desesperada a practicar justamente aquello que sabe que rara vez funciona: largar sin parar y quemarse en patéticas reyertas verbales que únicamente generan cabreo en los otros y cansancio entre los tuyos?
Han cambiado muchas cosas durante los últimos días, aunque muchos se empeñen en vendernos que todo sigue igual y España se asoma al abismo de un gobierno de coalición tan normal en Europa como que 24 de los 28 países de la UE están regidos por algún tipo de coalición a varias bandas.
Los catalanes tienen ahora el diapasón. Lo maneja un Govern presidido por un tipo que parece bastante despierto y un Oriol Junqueras que ya ha demostrado sobradamente sus habilidades. Van a toda máquina y sin el lastre de Artur Mas. No hay tiempo para repetir las elecciones en España, especialmente con la mayoría reclamando acuerdos y las encuestas anunciando que habría pocos cambios en los resultados. Esperar a junio para tener un ejecutivo en España con quien entenderse parece algo que en Europa ni se comprende, ni se va a comprender.
La escandalera hipócrita montada por el acuerdo entre PSOE y PNV para la Mesa del Senado o el asunto de la cesión de los senadores a ERC y DyL no debería impedir apreciar lo relevante. Los socialistas pueden hablar con ellos, los populares no. No se puede gobernar España sin los partidos nacionalistas, mucho menos contra ellos. A ver si nos va entrando en la cabeza. Es gobernar la irrealidad.
A Mariano Rajoy se le agotan el tiempo y las opciones. Cuenta exclusivamente con sus votos y solo se entiende con Ciudadanos. A partir de ahí, lo imposible es todo. Para sumar al PSOE debería ofrecerle unos acuerdos y unas reformas que su Partido Popular jamás aceptaría, ni le permitirá, y con los nacionalistas no puede ni acercarse a saludar. Su incontinencia verbal y sus regañinas de funcionario de carrera a Pedro Sánchez solo pueden inspirar cierta compasión. Los intentos de la prensa de derechas para meter en la partida al Rey deberían ser rechazados de inmediato por la Casa Real, si Felipe VI conoce bien y ha aprendido de la historia de su familia. Los más antisistema casi siempre suelen estar dentro.