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La derecha contendrá la respiración si hay amnistía

Concentración del PP en Málaga el pasado domingo contra la amnistía. EFE/ Jorge Zapata

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No lo juraría, pero sospecho que a la derecha española no le gusta demasiado que el Parlamento apruebe una amnistía para resolver políticamente las derivadas penales del procés catalán. Y cuando digo derecha, me refiero a la derecha y ultraderecha con todas sus terminales: política, mediática y por supuesto judicial. Este jueves iban todos a una, premio a quien la dijera más gorda. “Abolición del Estado de Derecho”, dicen los vocales del CGPJ. “El principio del fin de la democracia”, dice la Asociación Profesional de la Magistratura. “Al borde del precipicio constitucional”, dice Feijóo. “Sánchez es un peligro para la democracia y va a liquidar la Constitución”, se une a la fiesta Aznar. “Humillación al Estado de Derecho”, sentencia el editorial del ABC. “Acto de indignidad que atenta contra el ordenamiento jurídico”, secunda La Razón. Ya digo, no me hagan mucho caso pero me da que no les gusta.

Por supuesto, no se van a quedar en declaraciones melodramáticas. Harán todo lo que esté en su mano y un poco más para impedir que se apruebe una ley de amnistía. Y una vez aprobada harán todo lo posible y un poco más para retrasarla, paralizarla, anularla, encontrarle las vueltas y revueltas jurídicas para que no pueda aplicarse. Lo mismo vale el filibusterismo parlamentario que las triquiñuelas de magistrados, lo que sea por tumbarla, que la derecha siempre anda sobrada de recursos y colaboradores.

Lo harán en el Congreso durante su tramitación, forzando los procedimientos si es necesario para entorpecerla. Lo harán en el Senado, reformando incluso el reglamento para dilatar el trámite. Lo harán llamando al transfuguismo de los socialistas menos convencidos, como Page. Lo harán con sus jueces afines, lo mismo en el caducadísimo Consejo General del Poder Judicial, que en el Supremo haciendo que planteen una cuestión de inconstitucionalidad. Lo harán presentando recurso al Constitucional para que la suspenda provisionalmente. Y como último recurso, acudirán al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Ya se imaginan lo que supone cada uno de esos trámites: meses de espera, si no años.

Si todo lo anterior falla, no sabemos qué más harán para frenarla. Dice Aznar que la sociedad no puede “inhibirse”, y que “el que pueda hablar que hable, el que pueda hacer que haga, el que pueda moverse que se mueva”, que es una forma críptica de decir lo que Abascal lleva meses amenazando: que la pararán en la calle si hace falta, que el pueblo español se defenderá, y “después no vengan lloriqueando”.

Si nada de eso funciona, si la amnistía sale adelante con el aval democrático de la mayoría parlamentaria y con el aval constitucional del Tribunal Constitucional, y si el “pueblo español” está a otra cosa y no secunda el histerismo más allá de las manifestaciones dominicales, a la derecha solo le quedará un recurso extremo: contener la respiración. Quienes hemos leído Asterix nos acordamos de aquel Pepe, el hijo de un caudillo ibérico en Asterix en Hispania, que conseguía todo lo que quería mediante el infalible método de contener la respiración hasta ponerse rojo: “¡Pues me enfado y no respiro!”. No lo descarten.

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