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Lo que nos enseña la madre de Rubiales

Manifestación en Tenerife contra las violencias machistas.

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No hay comportamientos justificables solo por nacer del amor de una madre. Pueden ser equivocados, pero conviene comprender las motivaciones y el origen de ciertas actitudes para no caer en los comportamientos machistas y clasistas que se intentan denunciar en el infame caso Rubiales. La cobertura, comentarios y actitudes sobre la madre de Luis Rubiales también evidenciaban las estructuras machistas. Yendo a lo profundo, el propio comportamiento de Ángeles Béjar estaba completamente atravesado por la estructura patriarcal y en vez de mofarse de ella sería más productivo intentar comprender las causas para que una mujer actúe de esa forma y abordar de manera profunda el problema de la familia en la perpetuación de los roles patriarcales. Un análisis que no se ha podido hacer porque ha primado la espectacularización mediática. 

Uno de los mayores errores de la deontología periodística ha sido caer en el tratamiento de la polémica con Luis Rubiales por el beso a Jenni Hermoso como si fuera crónica rosa y sin considerar los peligros de no actuar con los filtros periodísticos adecuados. No creo que el hecho de que la madre de Luis Rubiales inicie una huelga de hambre sea una noticia que deba ser tratada más que como un breve teletipo, en lugar de convertirlo en un show mediático en el que ofrecer voz en directo a cualquier vecino que apareciera por la iglesia para que pudiera lanzar mensajes peligrosos, discursos de odio y proclamas que incidían en responsabilizar a la mujer que había sido agente pasivo en el suceso. La mayoría de los mensajes agresivos contra Jenni Hermoso eran lanzados por mujeres de la familia de Luis Rubiales, primas, tías, sobrinas, con lo que eso enseña sobre la romantización del concepto de familia y cómo esa estructura puede ser el núcleo fundamental sobre el que gira la opresión de las mujeres. 

La familia puede ser un nido protector que te protege para poder desarrollarte, social, moral y profesionalmente o un espacio represor, cancelante y opresivo, una cárcel de la que huir. De manera histórica la familia ha sido el mayor cepo posible de desarrollo para las mujeres, en especial para las de clase trabajadora, asignándoles el rol de criadoras, amas de casa y convirtiéndolas en presas para los abusos, el acoso y las agresiones dentro del entorno familiar. Si bien la estructura familiar va evolucionando y gracias al feminismo y el avance en derechos sociales esa situación se va aminorando, no lo hacía así en el caso de mujeres como la madre de Rubiales, nacidas en la posguerra y en los años posteriores y socializadas en un ambiente en el que machismo lo impregnaba todo. 

La madre de Rubiales también es víctima del machismo y puede que en su socialización haya participado en la configuración etológica de su hijo haciendo de él un hombre machista. Ángeles Béjar se crio en una época en la que las madres eran las Penélopes de Carmen Martín Gaite: “Aquellas Penélopes condenadas a coser, a callar y a esperar. Coser esperando que apareciera un novio llovido del cielo. Coser luego, si había aparecido, para entretener la espera de la boda. […] Coser, por último, cuando ya había pasado de novio a marido, esperando con la más dulce sonrisa de disculpa para su tardanza la vuelta de él a casa”. El sociólogo Richard Hoggart estudió el papel y el rol de las madres de clase trabajadora y cómo acababa por oprimirlas hasta destrozarlas, aunque el autor británico lo hiciera desde una mitificación nostálgica de ese papel de cuidados dado a las madres. Lo cierto es que el sometimiento absoluto a unos roles de género determinaba su vida y modulaba su pensamiento replicándolo en la crianza de sus hijas e hijos, perpetuando los privilegios y opresiones aprendidas.

Juan Carlos Monedero, que incluso posicionándose en una polémica en la que existe un consenso aplastante consigue hacer el comentario más impresentable, comentó sobre Ángeles Béjar: “Donde no se va a encerrar es en una facultad de Filosofía”. En una frase añadía a la percepción machista con la que se miraba el comportamiento de Ángeles Béjar un clasismo y elitista solo comprensible desde el desconocimiento absoluto del funcionamiento de una sociedad patriarcal y machista en los años en los que a la madre de Rubiales le hubiera tocado estudiar y formarse. El patriarcado y los roles de género son los que han permitido que una mujer, que es madre, actúe contra otra mujer como Jenni Hermoso en defensa de esas mismos roles y perpetuando su existencia. La defensa del papel de su hijo ante el comportamiento con otra mujer es una muestra didáctica de cómo el machismo opera. El enfrentamiento entre esas dos mujeres se produce gracias a la estructura patriarcal y negarlo lo reafirma. Ángeles Béjar es tan víctima del patriarcado como Jenni Hermoso, y Luis Rubiales, sin serlo, es la construcción lógica de la estructura patriarcal. Lo que nos enseña la madre de Rubiales es cómo los roles de género configurados por el patriarcado explican el comportamiento incluso de quien se encierra en una Iglesia para defender a su hijo del “falso feminismo”.

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