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Vidas humanas y puestos políticos

Luz Sanchis

Para ganar tiempo y enfriar la exigencia de dimisiones por la gestión de la crisis del ébola, Soraya Sáenz de Santamaría rescató este viernes el mismo tono de voz doliente que usó hace casi dos años para referirse a los que se quedaban sin techo por culpa de un desahucio. En su afan por transmitir empatía no llegó a repetir la misma frase que entonces provocó más de una carcajada entre el auditorio: “Nos podría pasar a cualquiera, incluso a los que estamos aquí sentados”.

En cuanto la vicepresidenta pronunció las palabras “comité de coordinación”, quedó claro que Mariano Rajoy le había entregado las riendas y que Ana Mato había perdido terreno. “Y estará presidido por .... mí”, aclaró aunque ya no había necesidad de hacerlo. A partir de ese momento, se entregó a la misión de trasladar tranquilidad y de que la situación estaba bajo su control porque ya se ocupaba ella.

La número dos del Gobierno subrayó que la principal preocupación del Gobierno “es el estado de salud de Teresa Romero” y contrarrestó en pocas palabras la culpabilización de la paciente a la que se ha entregado durante los últimos días el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid: “Han contraído la enfermedad por cuidar a los demás. Lo hicieron por solidaridad y de forma voluntaria”.

“Hablamos de vidas humanas” fue la primera respuesta de la vicepresidenta ante la pregunta de si hay que esperar a que quede controlada la crisis sanitaria para que se produzca alguna dimisión. “En cuanto a la asunción de responsabilidades, si hay que hacerse, se hará”, añadió después. Sáenz de Santamaría tenía perfectamente claro que nadie hablaba de su cargo sino del de la ministra de Sanidad. Aun así, se puso como ejemplo: “El puesto político de los que estamos gestionando esto me parece lo menos importante. Al menos, el mío”.

En materia de comunicación, la número dos de Moncloa prometió acabar con el guirigay de los últimos días en los que no ha habido un portavoz designado para centralizar la información. La actuación del Gobierno en este campo, tanto para informar a los ciudadanos como para facilitar el trabajo de los periodistas, ha dejado mucho que desear.

Como ejemplo, los periodistas que llegaban a Moncloa para informar del Consejo de Ministros se enteraron de que Mariano Rajoy acababa de llegar ese momento al Hospital Carlos III. Había decidido hablar personalmente con el equipo médico, pero la Secretaría de Estado de Comunicación no consideró necesario avisar a los redactores que cubren Gobierno de que el presidente había ido a visitar el centro médico acompañado de Ignacio González. “Yo me acabo de enterar, os lo juro”, decía un miembro del departamento mientras aguantaba el chaparrón de protestas de los periodistas.

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