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Ingenuos y 'buenistas'

Un neonazi en una concentración xenófoba celebrada el viernes en Barcelona tras los atentados.

Carlos Hernández

Los salvajes atentados de Barcelona y Cambrils han evidenciado, nuevamente, la profunda ingenuidad con que buena parte de la sociedad española y mundial afronta la amenaza del terrorismo islamista. Los dirigentes políticos, periodistas y opinadores que defienden una respuesta simple a este complejo problema, lo hacen por intereses espurios; ellos saben perfectamente que tomar ese camino no solo no conduce a un mundo más seguro, sino que conllevaría la perpetuación del conflicto y, por tanto, la pérdida de miles y miles de vidas. No les importa que la estrategia sea, por tanto, perversa e ineficaz, mientras les permita ganar adeptos para su causa ideológica y/o les reporte otro tipo de beneficios mucho más materiales.

Lo más triste, si cabe, es ver cómo buena parte del pueblo llano se traga ciegamente esas consignas que prometen soluciones rápidas y fáciles para acabar con el yihadismo. Los muros de Facebook, las TL de Twitter y los grupos de Whatsapp se llenan de mensajes nada inocentes y nada espontáneos que aprovechan la ignorancia de los receptores para reclutarlos e incorporarlos a este verdadero ejército de ingenuos.

Porque sí, los machotes y hembrazas (¿se dice así?) que estos días criminalizan a todos los musulmanes, difunden bulos para generar odio y hasta se ofrecen a coger el fusil, apelando a una nueva Reconquista… o bien son unos mentirosos manipuladores o unos ignorantes y unos ingenuos. No me gusta utilizar estos calificativos tan gruesos, pero me veo obligado a ello porque, paradójicamente, a estas personas les han metido en el cerebro la idea de que poseen la varita mágica para acabar con el terrorismo; ellos creen ser los listos y que, los demás, somos los tontos… los ignorantes y los ingenuos; somos los buenistas. Repasemos algunos hechos para ponerles frente al espejo.

1.- Durante décadas unos han mirado con indiferencia la violación eterna de la legalidad internacional en Palestina por parte de Israel, viéndolo como un conflicto muy lejano; otros no han parado de advertir que la inestabilidad que esa injusticia histórica generaba en todo Oriente Próximo, acabaría llegando a nuestras fronteras. ¿Quiénes eran los ingenuos?

2.- El 11 de septiembre de 2001 unos creyeron que Bin Laden era un loco radical surgido de la nada y hecho a sí mismo; otros recordaron que fue Estados Unidos quien le convirtió en guerrero, financiándole y armándole para que utilizara su extremismo religioso en la lucha que mantenía contra los soviéticos en Afganistán. ¿Quiénes fueron los ilusos en 2001?

3.- A finales de 2001 unos creyeron que merecía la pena exterminar a miles de civiles inocentes bombardeando masivamente Afganistán porque, gracias a ello, acabaríamos con el terrorismo y “liberaríamos” al pueblo afgano; otros advirtieron que con la violencia indiscriminada solo se generaría más odio y, por tanto, más terrorismo. 16 años después los talibanes controlan nuevamente cerca del 50% del territorio afgano y de terrorismo… mejor no hablamos. ¿Quiénes llevaban razón?

4.- En 2003 unos creyeron que la guerra de Irak perseguía acabar con la amenaza que suponían las armas de destrucción masiva de Sadam; otros se oponían a invasión y apuntaban al petróleo y a otros intereses estratégicos como únicas causas del conflicto. ¿Quiénes se dejaron engañar burdamente?

5.- En 2003 unos identificaban a Sadam con el terrorismo y con Al Qaeda; otros alertaban de que derrocarle por la fuerza abriría un periodo de incertidumbre y de caos en la zona que generaría más inestabilidad. ¿Quiénes fueron los pobres inocentes que aplaudían mientras algunos magnates se hacían ricos a costa de arrasar un país y de generar las condiciones que acabaron permitiendo el nacimiento de ISIS?

6.- Desde 2001 los otros denuncian que Arabia Saudí, además de una sanguinaria dictadura, es el principal promotor ideológico y religioso del terrorismo yihadista; los unos se congratulan de que su Rey, su Gobierno y sus empresarios visiten ese país para hacer negocios porque lo único que importa es la ‘pela’ y crear empleo. ¿Quiénes tienen coherencia?

7.- Cada año los otros protestan porque nuestro país vende armamento a esa Arabia Saudí por valor de decenas de millones de euros; los unos lo justifican porque todo el mundo lo hace y, al fin y al cabo, supone importantes ingresos para nuestro país. ¿Antiterroristas, siempre y cuando no afecte al business?

8.- A partir de 2011 unos creyeron que el nuevo demonio vivía en Siria, se llamaba al-Assad y había que aliarse con sus enemigos, fueran los que fueran, para derrocarle; los otros recordaron que no era el único tirano despreciable del planeta, denunciaron que si Occidente fijaba el objetivo en él no era precisamente por intereses filantrópicos y alertaron de que entre esos enemigos-amigos había organizaciones muy peligrosas. Seis años después sabemos que algunos de esos grupos armados y financiados para “liberar” Siria acabaron formando parte del ISIS. Seis años después el demonio ya no lo es tanto porque sirve de contención contra esos terroristas. ¿Quién se ha dejado manipular ingenuamente desde 2011?

9.- Unos defienden desde siempre la supresión o reducción hasta mínimos ridículos del presupuesto destinado a cooperación y ayuda al desarrollo, al tiempo que abogan por el cierre de las fronteras; otros alertan de que la desigualdad entre naciones es el principal efecto llamada y que la pobreza y la desesperanza empujan a muchos jóvenes a echarse en manos de las redes de captación del ISIS. ¿Ha sido inteligente ahorrar en ayuda internacional?

Estos son solo algunos de los aspectos que contextualizan históricamente el debate al que nos vamos a tener que seguir enfrentando durante los próximos años. Ya sabemos que unos quieren ahondar en los errores del pasado y seguir fabricando terroristas a base de muros, bombardeos y odio. Otros saben que la actuación policial y militar contra el ISIS es necesaria, pero que solo será eficaz si se ejerce con justicia y va acompañada de medidas políticas y sociales para reducir las desigualdades, potenciar el desarrollo económico y cultural de las naciones en vías de desarrollo y favorecer la integración de quienes llegan a nuestro territorio.

Ser lo que ellos, peyorativamente, llaman buenista no solo es, por tanto, ser más humano, sino que también es ser más inteligente. Quienes hablan de tomar el fusil, segregar, expulsar o reconquistar deberían recordar, por último, que esa estrategia, llevada al límite, ya la desarrolló un señor de bigote estrecho en la Alemania de los años 30. Quienes le apoyaron censuraban a los “ilusos” que criticaban la guerra o alzaban la voz contra la discriminación racial e ideológica del Reich. En poco más de una década, aquel iluminado provocó la destrucción total de su país y la muerte de más de cinco millones de compatriotas. ¿Quiénes son los ingenuos?

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