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El liderazgo que querremos: empatía (ella) o experiencia (él)

Imagen de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

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Esta misma semana se publicó uno de los sondeos más interesantes de los últimos meses. Además de las intenciones de votos y del reparto de escaño se agradece este cambio de registro para poder analizar y profundizar qué cualidades y defectos son los que la ciudadanía tiene en cuenta a la hora de valorar los actuales liderazgos políticos en España. Sienta bien salirse del marco de la ilógica electoralista para explorar las percepciones y los valores que están detrás, o creemos que están detrás, de los apoyos a las cabezas de cartel de las principales fuerzas políticas que se presentaran a las próximas elecciones generales a finales del 2023. 

De entre los líderes políticos actuales y que han sido valorados en el barómetro de mayo de 40 dB para El País y la Cadena SER, salen como triunfadores, por carismáticos, los gallegos Yolanda Díaz y Alberto Núñez Feijóo. Mirar los datos con las gafas moradas y ponerle perspectiva de género permite comprobar cómo es significativo que por las cualidades por las que más destacan una y otro son… “las propias de su género”. 

A Yolanda Díaz, la mejor valorada de los cuatro líderes por los que se ha preguntado (Sánchez, Feijóo, Abascal y ella), el atributo más destacado que le asignan los encuestados es el de “la empatía”, además es su preferida a la hora de “dejarle el cuidado de un hijo”. Por su parte, Feijóo, destaca, por encima del resto, por el atributo de “la experiencia” y por ser el preferido para “confiarle la gestión de lo ahorros”. Las otras cualidades por las que destacan son, en el caso de la ministra de Trabajo, “honradez” y “ser buena persona” mientras que al todavía presidente gallego se le valora por ser alguien “preparado” e “inteligente”. Es cierto que, precisamente, en dos de estas cualidades, inteligencia y honradez, ambos líderes están casi a la par; sin embargo, no se debe pasar por alto que del conjunto de la encuesta la conclusión final que pudiera extraerse es que “ella es la buena” y “él es el capaz”. 

Analizar los datos desde esta perspectiva feminista es necesario para comprender que si las respuestas están bajo ese influjo de la “prescripción de rol” es porque los liderazgos políticos son entendidos por la opinión pública y, por tanto, también por el electorado, con un casi incontrolable sesgo de género. En este momento (no electoral) ser empática es una cualidad que pone en valor el liderazgo de una mujer política y ser un buen gestor es lo propio para el caso de un líder masculino. Es, precisamente, esta prescripción, este sesgo de género, el que suele llevar a que las mujeres ocupen los ministerios más sociales y con menos poder dentro de los gabinetes ministeriales y los hombres aquellos que se consideran que hacen Estado. Sin embargo, este no es el caso de Yolanda Díaz. La ministra ocupa una de las carteras ministeriales con más responsabilidad en el gobierno de España y, a esto se añade que cuenta con excelentes resultados políticos que están influyendo de forma determinante en la agenda del Gobierno. Esta misa semana su cartera ministerial ha dado fe del mejor dato de empleo en catorce años, y no precisamente en unos tiempos muy tranquilos. 

En el caso de que Yolanda Díaz fuese candidata a la presidencia de España sería la primera vez, en cuarenta años de democracia, que se presentase una mujer a unas elecciones generales. Por eso, a pesar de ser sea la más y mejor valorada en el barómetro de 40 dB, hay un elemento que se debe tener en cuenta, algo que deja entrever las tripas de la encuesta: el liderazgo tiene género y, hasta ahora, es masculino.

Desafiar los estereotipos de género en política es posiblemente una de las tareas más complejas que puede tener una mujer con una responsabilidad y liderazgo en esta esfera de poder. En el caso de Yolanda Díaz, el equilibrio es claro a la luz de cómo la percibe la opinión publica: cómo seguir siendo valorada por esas cualidades de empatía y honradez que tanto gustan y seducen al tiempo que, para llegar a tener opciones como futura candidata, ha de ser también la más valorada en esas otras cualidades qué, aún poseyendo, suelen asignarse a los hombres per se: determinación, gestión, preparación, etc. De hecho, si Ángela Merkel terminó su mandato siendo una de las líderes políticas mejor valoradas en su país fue, precisamente, por cualidades como las que la encuesta atribuye a Feijóo: experiencia y gestión. Esta es la complejidad del desafío para esos otros liderazgos políticos femeninos desde los feminismos, ¿hay que tener atributos socialmente asignados a los hombres desde los estereotipos de género para gobernar un país? Hasta ahora sabemos que no en el caso de algunos ayuntamientos y comunidades autónomas, ahí estuvo Uxue Barcos o ahí está Ada Colau. Desde los feminismos sabemos que empatía no es incompatible con buena gestión, pero el reto en política cuando entra en escena una mujer sensible y empoderada es, como dice Edward Bono, que la percepción es real aún cuando no sea real. O dicho en pocas palabras, que hay quien cree que la empatía está reñida con la buena gestión. Así nos va.

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